La pandemia de la COVID-19 puso de manifiesto, entre otras cosas, la vulnerabilidad de un sector como el de la música, que todo el mundo considera fundamental como elemento cultural y de entretenimiento, pero que esconde tras el telón situaciones graves de desprotección laboral y de precariedad. Para ayudar a paliar esos problemas surgió en aquellos días de 2020 el SAM (Sindicato Andaluz de Músicos), empezando por los asuntos más urgentes, como errores administrativos y de cobertura que afectaban a este colectivo en plena emergencia sanitaria. Lejos de haber logrado resolver toda la tarea por hacer, el sindicato vuelve a alzar la voz para reivindicar sus derechos. El percusionista de larga trayectoria Guillermo McGuill, presidente del SAM, denuncia que “en el País Vasco el gasto cultural es 20 veces mayor que aquí”.
“Somos amantes de lo que hacemos, y nos sentimos unos privilegiados por hacerlo, pero parece que eso se lleva mal con la reivindicación de nuestros derechos sociales y laborales”, comenta McGuill. “Empezamos tratando de convencer a la Junta de que había que convertir los requisitos para acceder a las ayudas en algo razonable, considerando por ejemplo las altas y bajas a las que solemos estar sujetos. Pero tres años después son muchas las situaciones que no mejoran”.
El SAM, que forma parte de la Unión de Músicos, aglutinadora de quince asociaciones de toda España, ha intervenido en las negociaciones del Estatuto del Artista que el Gobierno aprobó el pasado 10 de enero, a través de “más de cien reuniones con otras asociaciones de artistas, con los Ministerios implicados -Cultura, Trabajo y Hacienda- y los diferentes grupos parlamentarios, antes de las votaciones en el Congreso de los Diputados”, apunta McGuill.
Grandes retos
Asimismo, los representantes del sector han hecho un gran esfuerzo para conseguir ayudas económicas de las entidades de gestión de derechos de autor e intérpretes (SGAE y AIE), sin las cuales la elaboración de informes, encuestas, documentos a presentar y redacción de enmiendas habría sido completamente imposible. “Hoy, al fin, podemos decir que los músicos tenemos presencia real en el mundo laboral; que para el gobierno y demás administraciones tenemos rostro”, celebra el presidente del SAM.
Entre los logros a celebrar, destacan la compatibilidad de la pensión con rendimientos por actividades artísticas; una prestación por desempleo adaptada a la intermitencia las cotizaciones, y una reducción del IRPF del 15% al 2% para las contrataciones laborales y para autónomos con ingresos inferiores a 15.000 euros anuales, del 15% al 7%. Asimismo, se ha logrado un epígrafe especial para letristas, compositores, adaptadores y arreglistas, y una reducción, “aunque muy insuficiente”, en la cuota de autónomos con ingresos anuales de menos de 3.000 euros.
Sin embargo, los grandes retos siguen ahí: ahora toca colaborar con la nueva comisión para autónomos artistas con el Ministerio de Seguridad Social y Cultura y con la reforma definitiva del RD1435/1985 en el Ministerio de Trabajo, así hacer aportaciones a los Anteproyectos de Ley de Enseñanzas Artísticas Superiores y de Cooperativas que el pasado 11 de abril fueron aprobados por el Consejo de Ministros.
Cinco conservatorios
“Somos un colectivo muy complejo, con un alto nivel de trabajadores por cuenta propia y una enorme variedad de tipos, pues hay músicos que son funcionarios, profesores, que trabajan para empresas…”, enumera McGuill, para llegar a las demoledoras cifras aportadas por el informe de Eva Moraga Guerrero, directora de Por & Para por encargo de la Unión de Músicos y financiado gracias a la SGAE, según el cual el 88 % de los músicos ingresan menos del salario mínimo. En concreto, 88 de cada 100 encuestados tuvieron ingresos inferiores a 14.000 €/año y el 69 % está por debajo de la mitad. Y además en torno al 35 % de los músicos ejerce su profesión sin contrato laboral ni de prestación de servicios.
“Todo ello con la contradicción de que tenemos cinco conservatorios superiores en Andalucía”, subraya McGuill. Hablamos de una carrera normal, en la que obtienes tu título, haces tu máster, y lo mínimo que esperas es que cuando te ofrezcan un trabajo te den de alta. Pues bien, para los músicos eso es casi imposible“.
Otro aspecto que el SAM ha querido poner de relieve es el hecho de que el 75% de los músicos profesionales sean hombres, frente a un 25% de mujeres. “Yo trabajo en el Conservatorio Superior del País Vasco, y mientras que en clásica hay un equilibrio, en jazz tenemos un 100% de mujeres en canto, pero en el resto de las disciplinas los chicos son más de un 90%. No hay razón para que sea así, es solo una inercia que se puede cambiar, porque en Dinamarca u Holanda esto no sucede”.
Comparaciones odiosas
Poniendo el foco en Andalucía, McGuill lamenta que “en el País Vasco el gasto cultural es 20 veces mayor que aquí. No el doble, ni cinco ni diez veces más, sino veinte. Y eso no se justifica por sus ventajas fiscales: es voluntad política”, asevera. “Y es algo que no se entiende en Andalucía, que es un cruce de caminos único en el mundo. Sabemos que la música nace en África e India, Europa aporta la armonía, y luego viaja a América para convertirse en otra cosa. No podemos olvidar que el centro es Andalucía”.
El percusionista se suma a las reivindicaciones de los profesionales de las artes escénicas de la comunidad para que la Junta no desmantele los circuitos ni reduzca los presupuestos para estos sectores. “En 20021 y 2023 se llegó a un presupuesto para artes escénicas que bajó varios miles de euros en 2023. Hemos luchado con las plataformas teatrales no para que nos aumenten las ayudas, sino para volver a los números anteriores. Y queremos nuestra parte sin crear un conflicto con nuestros compañeros, porque nosotros también somos ciudadanos y espectadores de teatro. Todos vivimos en un ecosistema en el que debemos cuidarnos para no quedarnos sin agua”.
Por último, McGuill recalca la importancia de “ser transversales y no perdernos en luchas miopes”, y se refiere también a la huelga de la plantilla de la Orquesta Sinfónica de Sevilla para recordar que “estos músicos, que son funcionarios y tienen unas condiciones con las que soñaría cualquier otro músico, también tienen su problemática y sus derechos que defender. El único camino es seguir divulgando nuestra situación y trabajando”.