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El tesoro envenenado de Vandelvira o la recompensa por descubrir un pórtico renacentista que nunca llega

Plaza Vázquez de Molina, Úbeda

Ana Sola

Jaén —

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Apenas si hace dos meses que Juan Francisco León recibió la buena noticia de que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía le da la razón y le dice que tiene derecho a un premio en metálico por haber descubierto una portada renacentista, atribuida al arquitecto Andrés de Vandelvira, cuando iba a realizar obras en su casa de Úbeda. Un tesoro del siglo XVI escondido entre los tabiques de la vivienda que encontró por casualidad hace casi cuatro años cuando preparaba el lugar para derribarlo y construirse la casa familiar. Ha esperado cuatro años a la sentencia y ahora tendrá que esperar para saber cuál será la cuantía del premio y cuándo contará con ella.

Él mismo cuenta que estaba picando en las paredes, junto a su padre, en el último piso de la vivienda, situada en el número 10 de la calle Cava de la localidad jiennense; una casa normal de tres plantas, sin ningún aspecto externo que dé pistas sobre lo que escondía. Quería ver cuál de las paredes podría ser muro de carga y saber por dónde empezar a derribar el edificio. Entonces, tras un tabique, comenzaron a aparecer restos muy bien conservados. Continuó por las plantas inferiores, descubriendo que seguían, hasta mostrar la portada completa renacentista de la fachada sureste de la antigua Iglesia del Santísimo Sacramento del Hospital del mismo nombre, también conocido como de San Jorge o de Pero Almindes.

Un importante conjunto escultórico

Se trata de la entrada a un edificio del que se tenía conocimiento por los escritos pero que no figuraba dentro de los catalogados, ni se sabía que podría continuar en pie. De hecho, en la “Historia de Úbeda” de Miguel Ruiz Prieto de 1906, se dice que la casa y la capilla subsistieron hasta mediados del siglo XIX y el inmueble después se vendió y reformó, quedando sólo del edificio una pared que da a la calle San Jorge. Una pared que curiosamente ni siquiera pertenece a la casa de Juan Francisco, sino a la contigua, el número 12 de la calle Cava esquina con San Jorge. En esa pared, en 2003, el propietario de esa vivienda descubrió la puerta, formada por un gran arco de medio punto, que aún se puede ver. De la iglesia, aunque podía verse la cúpula en 1977, se derribó tras la construcción de unos pisos, según escribe Juan Ángel López Barrionuevo en su blog Úbeda Recatada. Pero nada del hallazgo de León.

El hallazgo en el número 10 de la Cava es un pórtico de unos 10 u 11 metros de alto y una anchura de 5 metros, repartido entre las tres plantas del edificio, situada en medio de las habitaciones delanteras, a tres metros de profundidad desde donde se encuentra la actual fachada de la casa, lo que hacía más sorprendente el descubrimiento. Un importante conjunto escultórico con hornacinas, arcos, frisos, cornisas, escudos de armas, medallones y columnas adosadas, que ha trastocado la vida de esta familia. Después de cuatro años ha tenido que vender el piso que tenían y pensaban mantener para poder comprarse otra casa.

Aquel 2016, Juan Francisco León lo comunicó de inmediato a las autoridades, tal y como le pareció lógico y como dice la Ley de Patrimonio que debe hacerse en el artículo 50 Régimen de los hallazgo casuales: “1. La aparición de hallazgos casuales de objetos y restos materiales que posean los valores propios del Patrimonio Histórico Andaluz deberá ser notificada inmediatamente a la Consejería competente en materia de patrimonio histórico o al Ayuntamiento correspondiente, quien dará traslado a dicha Consejería en el plazo de veinticuatro horas”.

Esto, además del reconocimiento de sus vecinos, de los medios de comunicación, o del Ayuntamiento de Úbeda, le valió el Premio Plaza Vieja 2016 de la Asociación en Defensa de Úbeda Patrimonio de la Humanidad.

En esos momentos, el Ayuntamiento no descartó ninguna opción, incluso la de poder adquirir la vivienda para así convertir el hallazgo en un recurso más con atractivo turístico. Sin embargo, según Juan Francisco, cuando llegó el momento de firmar un acuerdo o de redactar un convenio para que sea compatible el uso del inmueble, conforme a su destino, con el hallazgo realizado, se echaron atrás. Desde entonces no ha habido ninguna propuesta.

“Quién va a actuar correctamente comunicando hallazgos patrimoniales cuando todo son problemas”

En este proceso, Juan Francisco León también se enteró de que en el mismo artículo de la Ley de Patrimonio se habla de que “la persona que descubra y la propietaria del lugar en que hubiere sido encontrado el objeto o los restos materiales tienen derecho, en concepto de premio en metálico, a la mitad del valor que en tasación legal se le atribuya”.

Y aunque los técnicos de la Delegación de Cultura confirmaron en un informe que los restos encontrados se corresponden con la monumental portada del desaparecido hospital (fundado en el siglo XIV pero mejorado en el siglo XVI por el cantero Gonzalo Martínez de Alarcos a partir de un proyecto del arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira que fue el encargado de supervisar los trabajos), en 2018 la Junta de Andalucía denegó la petición de cualquier premio por el hallazgo.

Cuatro años después, el edificio que esconde el tesoro de Vandelvira se encuentra tal y como se quedó cuando encontraron los restos en noviembre de 2016. Incluso los escombros siguen en el mismo lugar a la espera de una solución. Juan Francisco vive con su familia a unos 50 metros del hallazgo en la nueva casa que tuvieron que comprar.

La sentencia del TSJA ha sido una alegría para este joven, pero aún es pronto para ver la solución. Ahora, según explica, tiene que constituirse una comisión de valoración para establecer la cifra que debe recibir. Lo que sí tiene claro es que ese dinero lo va a destinar a rehabilitar y poner en valor la antigua portada renacentista oculta durante siglos.

Para Juan Francisco la situación, que se prolonga en el tiempo, es “algo absurdo”. Cree que las administraciones, negando lo que dice la ley, atentan contra su futuro y se pregunta quién va a actuar correctamente comunicando los hallazgos patrimoniales cuando todo son problemas. “Es una forma de atentar contra el Patrimonio, de privar a la gente de disfrutar de su historia, además de jugar con la vida de personas”.

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