Generación del 18: las directoras conquistan espacios en el mundo del cine (y lo cuentan en el Festival de Sevilla)
- La asociación de mujeres del cine Aamma reúne en el Festival de Sevilla a las cineastas andaluzas que han conquistado festivales, carteleras y premios en 2018
Celia Rico ha triunfado en San Sebastián. Marta Díaz de Lope Díaz ha hecho lo propio en Málaga. Carmen Blanco ha sacado adelante una premiada producción indie por un puñado (de miles) de euros. Paola García Costas ha contado con el actor Dani Rovira y el cantante Antonio Orozco en su segunda película.
Laura Alvea ha estrenado en Sitges su segundo largometraje de ficción y es la mano derecha de Paco León. Remedios Málvarez va a por su tercera película y Vanesa Benítez no ha parado de ganar premios con Rota N Roll. 2018 ha sido, en fin, el año de las directoras de cine andaluzas.
Y las cineastas de Aamma (Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales) no creen que haya sido por casualidad. Por eso las han reunido en el Festival de Sevilla. Una imagen histórica en la que Rico, Costas, Alvea, Hojman, Málvarez, Blanco y Benítez son la foto fija de una realidad que ha tomado impulso, pero cuya largo camino y futuro apenas atinamos a vislumbrar.
A la conquista de carteleras y festivales
Carteleras, festivales y premios ya saben quiénes son estas mujeres de innegable talento y ambición que, a lo largo del año, han mostrado sus cartas en todos los géneros: drama, comedia, documental y hasta terror. Es un dato crucial, ya que muchas productoras han relegado durante años a las pocas directoras de cine a hacer el mal llamado “cine de mujeres”: películas de mujer a mujer, con una supuesta sensibilidad femenina.
Las directoras se revuelven contra ese enfoque. Y Celia Rico, que ha dado un golpe sobre la mesa dibujando un redondo retrato de la emancipación en Viaje al cuarto de una madre, es tajante: “habría que quitar las etiquetas de cine de mujer”.
Agus Jiménez, vicepresidenta de Aamma y productora ejecutiva de El mundo es suyo (Alfonso Sánchez), respalda la idea: “el cine de mujeres no es un género. Las mujeres somos un 50% de la población y nuestro punto de vista tiene que estar. Yo estoy cansada de ver películas protagonizadas por machotes corriendo... ojalá haya más mujeres que dirijan acción, thriller y películas de género”.
El cine de terror es un género tradicionalmente dominado por los hombres. Pero Laura Alvea ha sido la excepción en este 2018. Alvea, una prolífica ayudante de dirección (La peste o la filmografía de Paco León), acaba de codirigir con José Ortuño la película de terror psicológico Ánimas en salas comerciales, tras su premier mundial en el Festival de Sitges.
“Ánimas es una carta de amor al cine de terror. Cuando decidimos explorar los miedos de un adolescente, pensamos que lo que más nos marcó a su edad fueron las películas de terror”, afirma la directora.
Una desigualdad “alarmante”
Los números están ahí. Otra asociación de mujeres cineastas, Cima, lo refleja desde hace unos años en su informe sobre las desigualdades de género en el mundo del cine: hay menos mujeres que dirigen, producen y escriben películas.
Carmen Blanco es directora de Los amores cobardes, una ópera prima sobre las relaciones imposibles. “En mi caso personal, no ha habido obstáculo por ser mujer, porque me la he autoproducido con mis compañeros y estábamos en igualdad de condiciones. Pero los datos están ahí y los de este año son alarmantes, ya que la participación de la mujer ha bajado un 2%”, subraya.
A pesar de la incontestable realidad que dibujan las cifras, esta 'Generación del 18' de directoras comienza a esbozar un presente y un futuro diferente. Según Celia Rico, que acaba de estrenar en salas una coproducción andaluza protagonizada por Lola Dueñas y Anna Castillo, “en los últimos años hay mucha más presencia de mujeres en todas las producciones. Están saliendo muchas películas dirigidas por mujeres y están siendo reconocidas en festivales y premiadas. Es un momento positivo, pero sigue habiendo un desequilibrio”.
Y apunta a las razones de esa desigualdad de género. “Seguramente son muchos los motivos y no tienen que ver solo con la industria del cine, sino con la sociedad, ya que la mayoría de cargos de responsabilidad y creativos los han ocupado tradicionalmente más hombres”, subraya.
Si la sociedad discrimina al 50% de la población, la ley tiene que corregirlo. Así lo defienden desde Aamma, que “estamos trabajando con la ley del cine andaluza. Es fundamental trabajar a nivel de legislación, para que se apliquen medidas que fomenten la igualdad”.
Es decir, una discriminación positiva (o acción positiva, para evitar el rechazo que genera el término 'discriminación'), que concede una serie de “puntos añadidos” en los baremos de las ayudas públicas para las películas.
En el ámbito nacional, son puntos por tener en el proyecto una mujer productora, directora, guionista y otros puestos donde las mujeres han sido discriminadas, mientras que para las subvenciones andaluzas “te dan puntos por tener jefas de equipo que sean mujeres”.
La ley, un impulso para las directoras
Laura Hojman acaba de estrenar en la Seminci de Valladolid y el Festival de Sevilla su ópera prima sobre Rubén Darío, Tierras solares. Que se puntúe que haya mujeres directoras y jefas de equipo es algo que “por desgracia, sigue siendo muy necesario. Ha supuesto un impulso para que haya más cine dirigido, producido y escrito por mujeres. Había demasiados puestos técnicos y no dando la cara. Es importante que escribamos y dirijamos, que la realidad se vea desde nuestra mirada y que podamos contar nuestras historias”.
Remedios Málvarez dirigió Soledad y Alalá, que significa alegría en caló, y se adentra en la vida flamenca de un barrio marginal como las Tres Mil Viviendas. Para su siguiente película va a hacer un retrato de memoria histórica sobre Menese, un flamenco comprometido con la sociedad “que cantaba con el puño en alto”.
“Como todas las grandes industrias, no hay mujeres que programen grandes festivales y apenas hay mujeres que dirijan productoras. Hay una realidad que hay que cambiar y esas medidas correctoras son importantes. No se trata de una discriminación: yo no quiero ocupar las posiciones de hombres, sino las mismas”, subraya.
La ley y las mentalidades van cambiando, conformando una nueva realidad. Vanesa Benítez, que ha conquistado a los espectadores con su retrato de la España sesentera en Rota n' Roll, así lo ve. Se ha sentido respetada como directora durante el rodaje de su largometraje con su equipo “con un 90% de hombres en puestos de responsabilidad, pero en mis tiempos de realizadora en televisión encontraba más barreras a la hora de imponer mi criterio creativo. Ahora hay más visibilidad y se está viendo que las mujeres nos atrevemos más”.
La experiencia ha sido tan positiva, que ya prepara su siguiente película, La vida chipén, “sobre uno de los primeros papparazzi de España, que se movía en la Costa del Sol y trabajaba para el diario Pueblo. Conoció esa dolce vita que se vivió en Torremolinos, cuando todos los famosos de Hollywood se refugiaban allí y él los perseguía para conseguir exclusivas”.
Paola García Costas es la directora de dos documentales, Línea de meta y Todos los caminos, sobre la enfermedad rara del síndrome de Rett, el segundo de ellos protagonizado por Dani Rovira. García Costas cree que el cambio de mentalidad se percibe en que “la sociedad está demandando más películas hechas por mujeres para todos los públicos. La mirada creativa está por encima del género. No es una lucha de sexos, sino de igualdad y justicia”.
“El hecho de que cada vez haya más y más referentes (de mujeres cineastas) puede ser estimulante para las nuevas generaciones”, concluye Celia Rico.