El día en que la Covid dejó varado al Circo Continental en Osuna durante un año y cuatro meses
Nunca habían estado tanto tiempo en un mismo lugar: un año y 4 meses. Esta ha sido, con diferencia, la aventura más complicada del Circo Continental. Acostumbrados a la vida nómada, a los aplausos, a conquistar la pista y mantener la tensión hasta el último segundo, de repente, se encontraron con una carpa vacía que permanecía muda a causa de la pandemia de la Covid-19. Una llamada cambió sus vidas el 15 de marzo de 2020 cuando iban a estrenar la función en el pueblo de Osuna, en Sevilla. Ahora, tras lo que parecía una eternidad, vuelven a recorrer la geografía peninsular y a desplegar sus alas con el agradecimiento perpetuo a la solidaridad y apoyo de la comunidad que los acogió sin reservas.
Pedro Basilio, director del circo y malabarista, lleva sobre sus hombros el honor de continuar con la saga familiar junto a sus dos hermanos, David y Nazaret, que se remonta cuatro generaciones atrás. Su bisabuelo, de origen eslavo, viajó hasta Portugal y, cosas del destino, el padre de Pedro, años más tarde, se casó con una mujer de Valladolid. Jamás había conocido otra cosa que no fuera el espectáculo: “Ha sido una experiencia agridulce. En toda la vida, como mucho, hemos estado en un sitio una semana y hemos seguido con la casa a cuestas por las ciudades y pueblos a donde íbamos con nuestro circo y, de golpe y porrazo, nos vimos atrapados y la vida cambió totalmente. Pero, la parte dulce es que nos quedamos con toda la solidaridad que recibimos siempre de Osuna”.
El pueblo hispalense ya traía un significado especial para el Circo: allí había nacido el primogénito de Pedro hacía más de una década. “Llegamos con muchas ganas a Osuna después de un año complicado, porque al circo hoy en día le afectan muchas cosas, como internet u otras formas de ocio. El principio de temporada había ido muy bien y, en cuestión de horas, una llamada de teléfono nos cambió todo”. En las pantallas de España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba la aplicación del Estado de Alarma.
El apoyo y la solidaridad del pueblo de Osuna
Después de tres meses a la espera de que se levantaran las restricciones, la economía doméstica y empresarial acusó el golpe de la crisis. La familia del Circo Continental son 14 personas con sus necesidades y quehaceres, preparadas para enfrentarse a retos y cortar en dos a sus protagonistas en los trucos de magia con los que encantan al público, pero nunca antes se habían enfrentado al parón indefinido.
Los seguros de los camiones gigantescos que trasladan y donde guardan el material, de los tráiler que son sus casas, los litros de gasolina, las ITV, los autónomos, los neumáticos que se estallan al cristalizarse por la inactividad, los créditos para financiar el nuevo espectáculo que habían programado a principios de año, la comida… “Se empezó a hacer una bola a la que no veíamos fin”, comenta Laura Muñoz, miembro del circo como maga, ayudante, taquillera, y esposa de Pedro.
“Era como una mala pesadilla, sin ningún tipo de ingreso que entrara por la Covid y deambulábamos preocupados. La pregunta que se repetía una y otra vez era, ¿cuándo vamos a salir?”, dice Pedro. Sin embargo, las autorizaciones municipales de las que dependen para instalarse en los nuevos espacios de la gira no llegaban a causa de la pandemia y, además, el agujero económico hacía inviable echarse a la carretera sin plena seguridad. Entonces, un día se acercó un señor que, al ver la carpa aún montada, les preguntó por qué seguían allí, si no tenían a dónde ir. La carpa la mantenía en pie por si se requería para la emergencia sanitaria: “No había ningún sitio al que volver”, rememora Laura.
La vergüenza de tener que pedir
“Llamé a Servicios Sociales. Recuerdo que me costó mucho trabajo porque me daba vergüenza, pero se nos estaban acabando los ahorros, no nos daba con la ayuda del autónomo, y no sabíamos qué hacer”, recuerda la artista. Lo que no esperaban era la ola de solidaridad que los acogería. Esa campaña llena de fraternidad que traería hasta su puerta a Esther Segura. La vecina habla desde su casa sobre este último año en el que “se han generado lazos de afecto, de amistad y de cariño”. Es trabajadora del Ayuntamiento de Osuna y se enteró de las vicisitudes por las que pasaba aquellos visitantes anclados a su tierra a través de una convocatoria que hizo el boca a boca en Facebook: “Los acogimos como parte de nuestras familias”.
En aquel momento crítico, el Consistorio tuvo conocimiento de sus penurias. “En ese momento de caos nos preocupamos por ellos, se pasó la policía para conocer de primera mano qué necesitaban y, rápidamente, se articularon todas los mecanismos para ayudarles en lo que necesitaran por nuestra parte”, comenta Brígida Pachón, concejala de Bienestar Social. “Fueron muchísimas las hermandades, las peñas, Cáritas, Cruz Roja, a nivel particular, las personas que se implicaron para formar esas redes de apoyo”. La edil destaca que “sobre todo, lo que hemos recibido de ellos ha sido mucha honestidad y gratitud, la integridad que han tenido con nosotros como administración y vecindad”. El intercambio de números de teléfonos permitió una comunicación directa con el grupo circense que se mantuvo hasta que estuvieron preparados para irse.
“El dinero nos gusta ganarlo con nuestro trabajo”
“Al principio, no nos atrevíamos a ir de forma presencial y, más tarde, con toda la precaución del mundo, nos acercábamos para hablar, para darles nuevos aires”. Esther dio algo más allá de los enseres básicos que necesita cualquier individuo: ofreció compañía, como muchos otros vecinos y vecinas. Luego, con la paulatina relajación de los aforos y la mejora de la situación sanitaria, pudieron tomarse café, hablar, celebrar algunos cumpleaños y compartir vivencias: “Fue una experiencia personal muy bonita y gratificante, tanto que ya hay una amistad y me preguntan cuándo voy a ir a verlos, ¡algo que les he prometido y tengo que cumplir!”.
Había quien traía medicamentos, solo un cartón de leche porque estaban en el paro o huevos de sus gallinas; cualquier cosa era suficiente con tal de unir fuerzas en un tiempo en el que los fallecidos por Covid-19 se contaban por miles. “Nunca cogimos el dinero, siempre pedíamos que nos lo trajeran como alimentos o utensilios para la higiene; el dinero nos gusta ganarlo con nuestro trabajo”, y así fue como encontraron trabajo en Osuna. Reconocen que, de otra forma, hubieran quebrado y, con ello, renunciado a su sueño. Esa era la oportunidad para ahorrar el dinero necesario con el que, en el momento oportuno, volver a la carretera. Era un esfuerzo unísono: “En la familia del circo, si tiras de la cuerda y no puedes, el de detrás viene y tira contigo, por eso esto no se ha roto”. Laura estuvo echando horas tanto en una cocina como en una gasolinera mientras Pedro conocía por primera vez un oficio ordinario como el de transportista. En esto, la pareja poseía trayectorias vitales diferentes.
Vuelta a la “nueva” normalidad
Laura acudió a una función por primera vez en Granada, allí actuaba Pedro. “Fue un flechazo”, se enamoraron y se adentró en un mundo desconocido dejando atrás su trabajo, su familia y amistades. “Me costó un poquito menos adaptarme a la nueva situación”, reconoce. Por su parte, Pedro añade que “antes de la pandemia, hubo alguna ocasión en la que nos planteamos dejar el circo, pero ahora valoro mucho más mi mundo, la tranquilidad y el disfrute de tener el trabajo en tu casa, salir de la caravana y ver la carpa puesta... nunca lo cambiaría”.
Con el viento a favor, el Circo Continental estaba más próximo a renacer y decidieron dar varias funciones gratuitas al pueblo como muestra de agradecimiento a la empatía y altruismo demostrados. Hasta hubo récord Guinness para el malabarista el 7 de septiembre al conseguir mantener en el aire cinco balones de baloncesto durante más de un minuto. “Para nosotros fue un orgullo muy grande que volvieran a abrir las puertas de la función y, como muestra de unión, se les hizo entrega de la bandera de Osuna, la cual ahora ondea en la pista”, declara la concejala Brígida Pachón. Este obsequio fue parte del acto conmemorativo en aquellos días que la vecina Esther describe como calurosos: “Fue muy bonito, dimos varios discursos y nos emocionamos todas, aunque a mí no me salía la voz, y les regalé tres cuadros que había hecho yo misma para sus casas”. La lista de agradecimientos es interminable.
Hay otros circos que no han corrido la misma suerte y han dejado el negocio ante la imposibilidad de continuar, por lo que el Circo Continental se siente afortunado por visitar durante la temporada de verano Granada, Málaga o Córdoba. Toca retomar el pulso al escenario y afrontar los retos de la pandemia. Pero Pedro toma un segundo. Echa la vista atrás a ese último día de junio cuando retiraron los últimos camiones. “Nos paramos y miramos la explanada, eran sentimientos encontrados… Estábamos alegres por volver a hacer lo nuestro, es una suerte trabajar de lo que nos gusta, y una pena inmensa por dejar el pueblo, ¿dónde está la carpa?, se preguntará la gente, ¿no? Nunca olvidaremos lo que ha hecho Osuna por nosotros”.
Pero el espectáculo debe continuar.
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