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'El eunuco': risas nuevas hace 2.000 años

Eunuco

David Montero

Siempre me ha parecido que uno de los grandes retos al representar en la actualidad una comedia romana es la versión que se haga de ella. Si te pasas actualizando chistes y referencias te deslizas hacia el pastiche, si respetas demasiado el originalcorres el peligro de que el público no conecte con la historia. Y éste es el primer acierto de este espectáculo: una versión que hace comprensible la historia de enredos con una “actualización suave” que, además, no recurre al chiste sino que extrae la comicidad de la propia situación.Una versión en la que se adivina un trabajo muy a pie de escena para, al hilo de la propuesta de actores y actrices, ajustar, afinar y redondear.También es de agradecer el cuidado estético de la propuesta, con una escenografía que firma el Ruesga Theater Lab (a partir de la escenografía que creó para otra obra: reciclaje que hace de la necesidad virtud) y da empaque al trabajo sin apabullarlo, un vestuario de Margarita Ruesga que –como acostumbra- raya a un altísimo nivel, una iluminación que no se hace notar, lo que en un espacio como éste es un mérito- y una banda sonora que cumple con lo que se le pide. La apuesta escénica sencilla pero cuidada y el ritmo sin pausa que se imprime desde el primer momento colaboraron también al éxito de la propuesta. Pero, como siempre en este tipo de comedias, la clave está en el trabajo actoral. Estrella Corrientes dibuja una Thais gamberra – lo que no es fácil con lo extremo de la propuesta- que maquina todo el enredo para salirse con la suya y creíble, y vuelve a demostrar su talento y versatilidad; Juanfra Juárez sirve un Fedria tierno y divertido y se recrea con un Sanga paródico justo hasta donde debe serlo; Josu Eguskiza sostiene un Querea sobrio hasta cuando se disfraza de Eunuco y no cae en la tentación de apretar el chiste porque el chiste hay que servirlo y luego dejar que suceda; Falin Galán vuelve a mostrar su poderío como clown y su olfato afinadísimo para marcar los tiempos de la comedia con un Trasón cuya sola primera aparición es una lección de cómo meterse al público en el bolsillo; Rocío Hoces defiende con solvencia su doble envite: la fogosa Pánfila a la que aporta credibilidad y frescura y, en sorprendente transformación física y vocal, su hermano Cremes; y Carmen Corchs resuelve con gracia y encanto su criada china en medio de una obra mediterránea y extrae la comicidad sin traicionar su rol de acompañante de Thais.

Yo disfruté viendo el trabajo y viendo al público divertirse tanto con un humor directo sin ser grueso y una propuesta que está cuidada en todos sus aspectos –lo que es mérito grande en una producción de esta naturaleza- y seduce a todo tipo de púbicos. Tengo mis pequeños “peros” sí, y los diré ahora; pero no les echen mucha cuenta, son gajes de dedicarse al oficio y tener la manía de analizar y redirigirlo todo. Así que, en mi redirección, habría gradado la borrachera de Thais por dos motivos: primero, creo que la dosificación le aportaría mayor eficacia y, segundo, porque su rol de mujer libre y capaz de aprovecharse de la estupidez masculina para conseguir sus intereses saldría reforzado (creo yo) si ella decidiera cuándo se obnubila con el alcohol y cuándo no. También aprecié que, tras un comienzo rotundo, la obra necesita algo más de ritmo en la parte central, me pareció que algún gag se podría abreviar o eliminar, pero lo más probable es que si volviera a verla en las próximas funciones, ya no tendría esta sensación porque el ritmo se habrá ajustado solo.

Decía un compañero crítico, al estrenarse esta obra el verano pasado, que esto era lo que estaba necesitando este ciclo. Yo matizaría que el ciclo de teatros romanos necesita mantenerse –lo que parece que está haciendo- y ampliarse, encontrar maneras de fidelizar al público con una apuesta variada y de calidad, seguir reflexionando sobre qué tiene que aportarle al tejido cultural andaluz en lo empresarial pero también en lo artístico,… y también necesita esta obra y todas las que, desde la comedia o el drama, sean capaces de conectar con el público y divertirles en el amplio sentido de la palabra. Por mi parte, sigo sin entender que sea necesaria la temática grecolatina para estar incluido en él (dónde termina o empieza lo grecolatino). Pero tampoco aquí me echen mucha cuenta, seguramente pienso demasiado.

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