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Moreno carga contra el 'plan Urkullu' y se erige en portavoz de la España con menos renta frente a Sánchez y los nacionalistas

El presidente de la Junta de Andalucía y del PP-A, Juanma Moreno, en Torremolinos (Málaga), en el acto de inicio del curso político del PP-A.

Daniel Cela

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Este 3 de septiembre de 2023, bajo una copiosa lluvia en Torremolinos (Málaga), el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, ha reabierto el curso político como si se tratase del 4 de diciembre del 77 o del 28 de febrero de 1980, dos fechas significativas en la lucha por la autonomía andaluza.

Con estas reminiscencias se va a escribir una legislatura compleja que depende, en gran medida, de la negociación del PSOE con partidos nacionalistas e independentistas para reeditar un Gobierno de izquierdas en España. Moreno, barón de barones del PP y principal valedor de Alberto Núñez Feijóo, ha desplegado este domingo todo el arsenal autonomista y andalucista que en el pasado usaron los socialistas desde la Junta: Andalucía “levanta la voz”; Andalucía como “dique de contención”; Andalucía como “nacionalidad histórica (...), no más que nadie, pero tampoco menos que nadie”; y Andalucía como valedora de la igualdad de derechos y deberes de los españoles.

Moreno, la Junta y el PP andaluz tuvieron una reacción cauta hace unos días, cuando el lehendakari Íñigo Urkullu presentó una propuesta de reforma del modelo territorial que pasa por “reinterpretar” la Constitución española y avanzar hacia un modelo de Estado “plurinacional”, en el que las “comunidades históricas” tengan “capacidad de decidir pactada”.

El presidente de los vascos incluyó en esa definición de “comunidad histórica” a Euskadi, Cataluña y Galicia pero, como ya ocurriera hace 45 años, dejó fuera a Andalucía. Y como ya ocurriera hace tres décadas, el máximo responsable de Andalucía ha levantado la voz para reivindicar su sitio “en la primera línea autonómica”, un autogobierno al mismo nivel que el catalán, el vasco y el gallego, refrendado por los andaluces en las calles y en el referéndum de 1980.

La primera reacción de Moreno fue tibia, pensando, quizá, en que a la investidura de Feijóo le faltan cuatro votos en el Congreso y el PP explora una negociación improbable con el PNV, que en el pasado ha respaldado gobiernos de Aznar y de Rajoy. Del discurso ofrecido hoy por el presidente andaluz se desprende que ese camino no va a ninguna parte. El PNV no alineará sus votos con los de Vox -socio necesario del PP-, mientras Bildu le gana terreno político a un año de las elecciones vascas.

De ahí que Moreno haya cargado duramente contra el 'plan Urkullu' -sin mencionarlo- y haya trascendido el mensaje andalucista erigiéndose en portavoz de la España “con menos renta”, la que históricamente ve cómo los gobiernos de España pactan con los nacionalistas catalán y vasco “en detrimento de otras comunidades con menos oportunidades que ven pasar de largo las inversiones que necesitan”.

“Me sorprende enormemente que se estén haciendo propuestas que no tienen en cuenta a Andalucía, donde se hable de nacionalidades históricas y a Andalucía se la ningunee. Nosotros somos una realidad, una comunidad con un profundo orgullo y una fuerte personalidad. Y además estamos en la primera línea de esa autonomía que se consiguió”, ha advertido Moreno respecto a la propuesta del lehendakari vasco.

“Desde aquí estoy ya escuchando voces de partidos nacionalistas e independentistas, donde se pretende que haya una España privilegiada, reforzando a las comunidades autónomas con más renta, y una España debilitada y sumisa, que es donde quieren poner a Andalucía”, ha recalcado.

La “caja de Pandora”

Moreno ha estado arropado por casi la plana mayor de su Gobierno, dirigentes nacionales, provinciales y locales, en el Palacio de Congresos de Torremolinos. 24 horas antes, también en Málaga, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, había inaugurado el curso político con un mitin tan electoral como los que protagonizó antes del 23 de julio, día de las generales. Al dirigente andaluz le precedió el coordinador general del PP nacional, Elías Bendodo, que acusó a Sánchez de “abrir la caja de Pandora” en su negociación con los nacionalistas vascos y los soberanistas catalanes. “No le preocupa romper y destruir España, sólo por atornillarse en el poder”, dijo.

El presidente de la Junta fue igualmente duro con Pedro Sánchez, haciendo equilibrios entre el discurso institucional -en defensa de los andaluces- y los intereses de Feijóo, que depende de una grieta en el bloque de aliados del PSOE de la pasada legislatura para lograr llegar a la Moncloa. “Quiero dejarlo claro de una manera nítida: mientras Juanma Moreno sea el presidente, voy a defender con uñas y dientes, no solamente nuestra autonomía, sino la capacidad de que entre todos los españoles tengamos un principio de igualdad de oportunidades, de responsabilidades y de derechos”, ha dicho el dirigente andaluz, poniendo a todo el auditorio en pie.

Moreno ha subrayado que “no permitirá bajo ningún concepto que se pisoteen los intereses del pueblo andaluz”. “Que lo tenga claro el señor Sánchez en sus negociaciones. Y que tenga claro que Andalucía, con ocho millones y medio de habitantes, la comunidad donde más españoles vivimos, plantaremos cara a cualquier objetivo que suponga la falta de igualdad entre españoles y el menoscabo de los intereses de nuestra tierra y de los andaluces”.

La lucha por la autonomía plena andaluza, en los años ochenta, tiene hoy múltiples lecturas, pero los que la protagonizaron entonces -como Rafael Escuredo, presidente de la Andalucía preautonómica y primer presidente de la Junta- se han rebelado más de una vez contra el relato de que los andaluces pelearon por sus derechos y por la “igualdad de todos los españoles” frente a los privilegios que reclamaban Euskadi, Cataluña y Galicia. Incluso el PSOE-A, en su última etapa en el Gobierno autonómico, hizo una reinterpretación expansiva de aquella lucha por la autonomía andaluza al conjunto del Estado.

El discurso autonomista de Moreno, hoy, se parece más al que esgrimió la última presidenta socialista de la Junta, Susana Díaz, que el que usó Escuredo hace 40 años. “Andalucía va a trabajar para que esa España que ha tenido menos oportunidades, menos renta, que durante décadas ha visto cómo se han dedicado muchas inversiones precisamente a las comunidades más prósperas. Esta vez, Andalucía va a levantar la voz y va a representar humildemente y dignamente a todas esas comunidades autónomas donde sus ciudadanos piensan como nosotros. Andalucía va a ser dique de contención contra cualquier deriva extraña que quiera situar la ruptura de la igualdad en derechos y oportunidades de los españoles”, ha recalcado el presidente de la Junta.

Sólo que ahora el telón de fondo es otro: el PP -entonces Alianza Popular- no estuvo en aquella lucha por la autonomía plena andaluza, como recuerdan enérgicamente hoy los socialistas y otras fuerzas de izquierdas. En 2007 se reformó el Estatuto de Autonomía andaluz -a rebufo del catalán- y ahí los populares se subieron al tren autonomista. Hoy, con una mayoría absoluta aplastante y con las principales instituciones andaluzas en su poder, el PP de Moreno se ha erigido en el defensor de aquel legado andalucista, incluso reinterpretando capítulos que hasta hoy había monopolizado el PSOE en sus 37 años en el poder.

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