A modo de metáfora, cinco de los seis principales partidos que concurren a las elecciones andaluzas del domingo coincidieron este viernes, en el cierre de campaña, en los márgenes del río Guadalquivir a su paso por Sevilla, donde se ubica el Palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía. El edificio que todos aspiran a ocupar los próximos cuatro años. A modo de metáfora aún mayor, al mitin final de Juan Manuel Moreno, candidato del PP, y al de Macarena Olona, aspirante de Vox, sólo les separaba un puente: el de Triana.
Moreno se ha pasado la campaña -3000 kilómetros recorridos- esquivando la pregunta que todos sus rivales le han hecho: ¿está dispuesto a formar un gobierno de coalición con Vox? El presidente andaluz y candidato a la reelección ha respondido siempre que su aspiración es gobernar en solitario, con una mayoría holgada, y ha pedido el voto prestado de los socialistas desencantados para “parar a Vox”. Pero también ha dejado claro que todo está abierto: “cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente”. Y aquí está el puente, Moreno a un lado, Olona al otro, y allá al frente San Telmo.
El cierre de campaña de Moreno reunió alrededor de mil personas en el Muelle de la Sal, con bastantes caras ilustres del partido y del Gobierno. En primera fila, con camisa guayabera blanca, el presidente de honor del PP andaluz, Javier Arenas, su sucesor, el hoy eurodiputado Juan Ignacio Zoido, y la ex ministra de Trabajo, Fátima Báñez. Varios consejeros, incluido el portavoz de la Junta y coordinador de campaña, Elías Bendodo, y algún que otro ex dirigente de Ciudadanos, como la ex viceconsejera de Educación, Marta Escrivá. El pronóstico de Arenas, ante un grupo de periodistas, es que Moreno llegará a los 53 diputados (a dos de la mayoría absoluta: 55), el doble de los que tiene ahora (26); y 27 el PSOE, por debajo de los 33 actuales que representan su suelo electoral.
Moreno empezó la campaña con un doble mitin de apertura -uno en Málaga y otro en Sevilla- y este viernes hará un doble cierre -ahora en Sevilla y dentro de unas horas en Málaga, donde debe llegar antes de medianoche para que le dé tiempo a pedir el voto dentro del plazo electoral. “Cierro en dos provincias, somos los únicos que lo hacemos, porque somos muy trabajadores. Mientras otros cierran y se van a cenar, yo saldré zumbando para Málaga para hacer un doble cierre”, ha dicho, al empezar su intervención.
Efectivamente el acto ha sido apresurado. Los teloneros han intervenido de forma atropellada y concisa, y el candidato se ha retrasado hasta las nueve y media para entrar en directo en el informativo de Canal Sur televisión. “Me tendré que ir rápido, sin daros besos y abrazos, porque no tengo Falcon. No sé cómo lo voy a hacer. ¿Falta mucho para el directo?”, ha preguntado, agobiado. A las nueve y media ha salido disparado. Tiene dos horas largas hasta Málaga.
Euforia y cautela
La campaña del PP termina en un estado de éxtasis como no se recordaba desde 2012, cuando Arenas ganó por primera vez unas elecciones en Andalucía, aunque no logró gobernar. El mensaje de Moreno destilaba entusiasmo, energía y cierta épica: “Este cambio de gobierno no ha sido sólo de un partido por otro, ha sido más profundo, es una manera de entender la política, una nueva manera de relacionarse entre administradores y administrados, entendemos que nuestros jefes son los 8,5 millones de andaluces. Ese es el cambio de mentalidad de Andalucía”, ha dicho.
Moreno ha usado dos palabras clave en su campaña: “serenidad”, en contraposición a Vox; y “ambición”, en contraste al PSOE. “La ambición del nuevo Gobierno se ha contagiado a los ciudadanos, son miles los que hoy quieren ese cambio, porque saben que vamos a conseguir que Andalucía sea la locomotora política y social de Europa”, ha proclamado a gritos, al aludir una vez más al “voto prestado” de personas que nunca antes han apoyado al PP (léase, votantes decepcionados con el PSOE). Hace un mes el CIS cifró en un 35% los indecisos, y hace una semana en torno al 18%.
No sólo ha sido una campaña en la que las siglas del PP han sido eclipsadas por la marca electoral del candidato, tanto en los mítines como en la cartelería. Tampoco se ha escuchado en ningún acto la sintonía del PP, sustituida por dos bandas sonoras acorde con el mensaje de Moreno: Cambia el paso, de Jennifer López; y Hay que vivir el momento, de Manu Carrasco, con la que concluyen todos los mítines. Sobre esa sintonía, el presidente andaluz lanzó el grito más potente del acto: “No hay otro momento: éste es el momento, este es el lugar donde nos citamos con la historia los andaluces. Este es el momento para depositar la papeleta del PP y del candidato Juanma Moreno en todas las urnas de Andalucía”, sentenció.
El ambiente es de victoria premeditada. La actitud del candidato y de su equipo es de euforia y los mensajes a la cautela -por el miedo a que los andaluces se vayan a la playa el domingo y no lleguen a votar- naufragan en ese estado de exaltación que tan pocas veces ha disfrutado el PP ante unos comicios. Moreno, como en cada mitin, relató el encuentro con un simpatizante -esta vez en el concierto de Alejandro Sanz, al que asistió el jueves- al que trató de convencer de que no fuera a la playa el domingo, porque no le daría tiempo a llegar para votar por los atascos en las autovías de Huelva y Cádiz a Sevilla. “Vete mejor mañana [sábado], te quemas, y el domingo estás en casa tranquilito echándote cremita”, bromeó.
Sevilla, fuero inexpugnable del PSOE
Moreno también se ha autoimpuesto el listón alto de ganar en Sevilla, la provincia donde el PSOE jamás ha perdido unas elecciones en democracia (ni autonómicas ni generales ni europeas). El candidato popular ha anunciado que harán “historia en la provincia de Sevilla”, donde el PSOE jamás ha perdido unas elecciones en democracia. “Sin la provincia de Sevilla no hay cambio posible, es capital para la agenda de mi gobierno”, ha subrayado. Moreno se ha detenido varias veces a saludar a los que le miraban desde el puente de Triana, agradeciendo “a simpatizantes y militantes, y a los que no son una cosa ni la otra, pero que se acercan animados por la ilusión que despierta este proyecto”.
Virginia Pérez, presidenta del PP de Sevilla, abrió el acto anunciando a voces que el PP ganará por primera vez en su provincia. “El PP no sale a empatar, sale a ganar. Lo que funciona no se cambia”, ha dicho Pérez. Sevilla es la provincia más poblada y donde más escaños hay en juego (18). En 2018, el PSOE fue la primera fuerza con seis diputados, el PP tres, Ciudadanos tres, Adelante Andalucía dos y Vox uno.
Después de Pérez intervino el candidato del PP a la Alcaldía de Sevilla, José Luis Sanz, un nombre impuesto por la anterior dirección nacional del partido, antes de la dimisión de Pablo Casado. Tanto Sanz como Pérez tuvieron el respaldo de aquella ejecutiva, enfrentada a cara de perro con la dirección regional de Moreno en el congreso provincial más bronco de todos los que el PP organizó en Andalucía. De momento, el presidente andaluz no ha querido zarandear a ninguno de los dos, aunque él postuló a un rival contra Pérez en aquel cónclave. Sanz ha denunciado la “indolencia” del PSOE en la Junta de Andalucía y en la Alcaldía.
La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, número uno del PP en Sevilla, ha defendido la gestión del Gobierno autonómico, pero ha puesto más empeño en destacar las infraestructuras desbloqueadas de la capital andaluza. “El pasado es dirección prohibida. Están las cosas bien, pero tenemos que certificar ese cambio y en Sevilla”, ha destacado Del Pozo.