'La muerte de Guernica': cuando el ensayo histórico llega a las viñetas
José Pablo García (Málaga, 1982) dice que lo que él hace es “una especie de ensayo gráfico”. Es ya la segunda vez, y puede que haya una tercera, así que el dibujante tiene que aclarar que no es historiador y que del texto de La muerte de Guernica (Debate, 2017) se ocupa Paul Preston, como ya hiciera en La Guerra Civil Española (Debate, 2016). Lo suyo ha sido plasmar en dibujos los testimonios y crónicas del acto criminal. No es fácil, porque escasean los testimonios gráficos y audiovisuales de una matanza que el franquismo ocultó a conciencia.
La publicación de La muerte en Guernica coincide en el tiempo con un buen puñado de actividades, cuando se cumplen 80 años de la matanza. El acto central es la ambiciosa muestra del Museo Reina Sofía a propósito del cuadro de Picasso, pero a su modo el cómic también rinde homenaje. Si en La Guerra Civil Española García adaptó un libro canónico de Preston, en esta ocasión adapta un ensayo breve, de apenas 40 páginas, al que el historiador ha añadido material extra.
Cuenta José Pablo García que al principio Preston no estaba convencido de adaptar sus ensayos al cómic, porque creía que sus colegas se lo tomarían a guasa. La Guerra Civil Española ha sido un éxito de ventas, y probablemente haya contribuido a difundir conocimientos entre una parte de la población poco dada al ensayo histórico. “Pocos saben el contexto del bombardeo, cómo se preparó y las consecuencias que tuvo”, cree el dibujante.
La muerte de Guernica arranca con el bombardeo de Ochandiano, el 22 de julio de 1936, y culmina cuando Joseba Elosegui se quema a la bonzo ante Franco, en 1970. Sin embargo, su objetivo es describir con precisión cómo se tomó la decisión de bombardear la villa y cómo se gestionó el crimen por parte de los sublevados. No ha supuesto tanto un esfuerzo de síntesis como de documentación. “Estaba un poco asustado. Me empapé de documentales, fotografías, pero había poco. Así que el trabajo creativo ha sido más importante que en La Guerra Civil Española porque he tenido que recrear escenas que no están registradas”, explica García.
Escasean los testimonios gráficos o audiovisuales y hasta las obras de ficción que permiten conocer la ambientación del lugar. El dibujante tuvo que echar mano del amplio archivo de Preston para recrear, por ejemplo, las características de ciertos modelos de avión. Y aun así a veces no fue suficiente, como cuando tuvo que dibujar dos personajes secundarios de los que no encontró rastro: el jefe de prensa franquista Ignacio Rosalles y el marqués Del Moral.
Héroes y villanos: el papel de los corresponsales
Por el ensayo gráfico de Preston y García desfilan algunos héroes (el padre Onandía, testigo directo de la masacre, o el periodista George Steer) y bastantes villanos: el propagandista Luis Bolín, el impío cardenal Gomà, el jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor Von Richtofen (primo del Barón Rojo), el general Mola, el comandante Hugo Sperrle, el coronel Juan Vigón o el propio Franco.
Cuatro corresponsales fueron testigos de la destrucción de Guernica: Noel Monks, de The Daily Express, Christopher Holme, de Reuters, Matiheu Corman, de Ce Soir, Ce Soir, y Steer. Visto el esfuerzo del franquismo por ocultar lo que ocurrió, primero, y por limitar los daños a su reputación, después, sus crónicas probablemente evitaron que a la matanza se sumara el olvido.
Corman volvería a España años después huyendo de los nazis desde Ostende, donde acogió a Toti Vega, una niña de la guerra que aún hoy pasa largas temporadas en Málaga. De Steer, pocos saben que perdió poco antes a su mujer y a su hijo, que no llegó a nacer. Según García, este dato puede explicar un poco la naturaleza “casi suicida” del personaje, que vivió treinta bombardeos.
Steer publicó su crónica en la primera de The Times y The New York Times el 28 de abril. Es una crónica contenida y rigurosa, y por eso contundente. Poco después publicaría El árbol de Guernica: un ensayo sobre la guerra moderna. Steer argumentaba que ese tipo de bombardeos contra la población civil (primero bombas, luego ametrallamiento, finalmente bombas incendiarias) no tenía parangón. El puente de Guernica, la casa de juntas o la fábrica de armas Astra, Unceta y Cía. quedaron casi intactos.
Se dice que Picasso leyó la crónica de Steer reproducida en L'Humanité. La muerte de Guernica reproduce parte de aquel texto, hoy convertido en referencia, y traza un perfil emocionante del reportero, un “héroe romántico” que resistió al intento de descrédito de los golpistas porque vio la destrucción de la villa de Guernica con sus propios ojos. En tres horas del 2 de abril de 1937 los aviones alemanes la redujeron a cenizas.