La nueva guerra contra el narco en Andalucía: “Con los antiguos traficantes se podía hablar”
El descaro en los desembarcos que los nuevos narcos afrontaban con una osadía inédita motivó el plan contra la droga en el Estrecho, que reforzó el ministro Grande-Marlaska y que ahora conlleva la apertura de nuevas rutas para el narcotráfico.
Dos sucesos sirvieron para calentar el ambiente en la zona, el pasado año: la muerte en el mes de mayo de 2018 de Manuel, un hijo de corta edad de un narco llamado Manuel Mancilla y más conocido como El Pantojo. El menor fue fatalmente arrollado por una goma conducida por otro capo de una red rival, Pedro Manuel Boza, al que el padre del niño terminó apuñalando en los juzgados. Otro momento candente, fue el fallecimiento de Pedro, un guardia civil, caído en acto de servicio mientras perseguía a un narco. El cerco se ha ido estrechando desde entonces, aunque los cuerpos y fuerzas de seguridad calculan que pueden quedar operativos más de mil narcos, en sus diferentes escalas, que no han sido aún detenidos. A lo que se suma la actividad ilícita de los que salen en libertad con fianza. Tras el refuerzo policial, el cuello de botella se sitúa en la actualidad en los juzgados.
Narcos en bancarrota
Desde la prohibición de las narcolanchas en octubre del año pasado, más de un centenar de estas potentes fueraborda han sido ya intervenidas por las autoridades españolas, hasta el punto de que a veces no hay donde meterlas: 200.000 euros, a cambio de una nave capaz de adelantar en 15 o 20 nudos a las Heineken, que es como llaman desde antiguo a las patrulleras de los picoletos. A comienzos de junio, un nuevo golpe al narcotráfico, arrojaba la intervención de hasta casi 7000 kilos de hachís y 1.300 de cocaína, en un área que abarcaba desde la playa malagueña de Tubalitas.
Mucha gente trabaja para este tipo de operaciones, desde los operarios de carga y descarga –les llaman “paqueteros”– a los “puntos”, que vigilan los lugres de desembarco a fin de evitar la vigilancia, los “paleros” –que roban a otras bandas a veces disfrazados de policías o guardias– , o los guardeses de la droga que esperan con paciencia y habitualmente fuera de sospecha, a que los compradores lleguen a retirar el producto. El piloto de una lancha puede recibir hasta 30.000 euros. El alijo en la playa, se paga a razón de entre 1500 y 3000 euros. El conductor que lleva la carga hasta la guardería, 15.000 euros. Los puntos en la playa, el escalón más bajo, pueden conformarse con 800 euros.
La cadena de cobros y de pagos se ha roto y eso ha suscitado ya alguna que otra tensión en ciudades como La Línea y Algeciras: “Ha habido más de una bronca entre ellos, fundamentalmente porque había gente que pagar y no se está pagando a gente que se le debe dinero. Hay menos dinero negro en el mercado y eso se está notando. Se les debe dinero a puntos, porteadores, lancheros, a los conductores. No hay denuncias, claro, y entre ellos se entienden, aunque hasta ahora no parece que haya ocurrido ningún caso de gravedad”.
“Mientras haya demanda siempre va a haber oferta. Mientras Europa siga pidiendo hachís, van a seguir cumpliendo con sus compromisos”, afirma Mena. Todo ello está encareciendo el precio de hachís. Las coordinadoras calculan que, en la actualidad, se está pagando el kilo a razón de 2.500 euros, cuando antes rozaba 1.800.
“Con los antiguos narcos se podía hablar”
Hace años, cuando el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) no vigilaba todavía ese cauce, los narcos lo utilizaron también como alternativa a las playas del Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, esa ruta se vino al traste cuando llegó hasta allí el ojo público que pretende controlar a los narcos, a los contrabandistas de tabaco o a la inmigración irregular por vía marítima. Ahora, quienes se dedican a trapichear con todo tipo de ilícitos, consideran que el río está gafado para sus operaciones y que es sencillamente suicida intentar escapar por ahí a la presión policial que desde hace año y medio viene asestando golpe tras golpe a los narcos establecidos en el Campo de Gibraltar: “Hay una diferencia entre los narcotraficantes de finales de los 80 y de la década siguiente, con respecto a los de ahora. Con aquellos, se podía hablar, porque a veces incluso recurrían a nosotros para sacar a sus familiares de la drogodependencia”, evoca el sacerdote José Chamizo, que fue Defensor del Pueblo de Andalucía después de protagonizar la lucha cívica contra la droga que zarandeó la Estación de San Roque, Taraguilla y Miraflores, por aquella época.
“Eran peligrosos pero tenían mucha más cautela que los de ahora, que se han venido sintiendo impunes y arrogantes”, describe Chamizo, a la sazón escritor y presidente hoy de Sevilla Acoge, quien en su día estuvo en el punto de mira de los narcos del Estrecho. Ahora, no sólo ha caído el Mosquito, sino también el mismísimo Sito Miñanco, que cumplía tercer grado entre un chalet de los Pinos, en Algeciras, y el CIS adscrito a la prisión de Botafuegos, mientras levantaba de nuevo su narcoimperio, bajo el disfraz de vigilante del parking del mercado de abastos de Algeciras. O los hermanos Antonio y Francisco –Isco– Tejón, más conocidos como los Castañitas, que pasan por ser los principales amos del hachís a esta orilla del mundo, ya que hasta su detención los investigadores pensaban que eran responsables del 80 por ciento del hachís que se movía en esta zona. Habían llegado a lo más alto de la pirámide local del narco a pesar de que empezaron hace años robándole cajas de tabaco a los contrabandistas linenses. Eso sí, a pesar de que las autoridades creen que existen contactos periódicos y personales con algunos clanes colombianos, los Castañitas no lograron montar un cártel, como se presumía, pero al menos lograron establecer un pool de colaboración entre las bandas.
Otro de los referentes de la mafia local, aficionado al fútbol, a la música y a la popularidad, es Abdellah El Haj, más conocido como Messi y nuevamente desaparecido tras su sorprendente regreso de Marruecos por un pacto con la fiscalía que le propició la libertad provisional al precio de ganga de 80.000 euros: “Messi se fugó a Marruecos primero –evoca Francisco Mena, de la Federación de Coordinadoras contra la Droga– . Después, vino aquel extraño acuerdo con la Fiscalía y esa entrega voluntaria que tanto dio que hablar. Pero ahora, cuando ya vio que se acercaban los dos juicios y que uno de ellos estaba muy cercano, mandó una carta a los medios de comunicación, diciendo que se iba porque la presión policial le estaba provocando una depresión”.
Los picoletos y los maderos tienen drones, pero ellos también. Son narcos 2.0, que vibran en las redes sociales, se permiten el lujo de contratar a raperos de fama internacional para sus fiestas privadas o salen en videoclips de algún que otro rey de la música electrolatina. Su nomenclatura incluye, en La Línea, a Los Potito o, en Algeciras, a Emilio El Moro. Por no hablar de Los Chachos –que llegaron a montarle un escrache a varios guardias civiles a la salida de un restaurante– , Los Gordos con ramificaciones en Madrid o en la Costa del Sol, los Futbolistas – con Merino, un ex jugador de la Real Balompédica Linense con un primo del mismo oficio clandestino en Gibraltar– , Los Pantoja –que contaron con su propio astillero de narcolanchas en Algeciras– , El Francés, Hicham El Chatito –que operaba en Ceuta– , los peludos y hasta 40 organizaciones cuyos jefes en prisión se han visto obligados a delegar en lugartenientes: desde prisión, es posible seguir las operaciones pero no dirigirlas plenamente.
En espera de juicio
Tras las masivas detenciones, ahora queda por ver qué respuesta judicial se le puede dar, cuando el Consejo de Ministros aprobó la creación de 5 nuevas unidades judiciales para Algeciras, La Línea y San Roque, una nueva plaza de magistrado en la Audiencia Provincial de Cádiz y 14 nuevos fiscales. La saturación de los actuales juzgados y los señalamientos de algunos de estos juicios puede provocar una situación kafkiana en los palacios de justicia campogibraltareños. Ya existe un atasco formidable en ejecutorias de lo penal, como asume la propia fiscalía, y puede ir a más.
La memoria de la Fiscalía Antidroga de la provincia de Cádiz, en lo que se refiere al ejercicio de 2018, contabiliza la intervención de 274,5 toneladas de hachís y 15,5 toneladas de cocaína, con un precio aproximado a 442 millones de euros en el mercado negro.
Aunque en ciudades como La Línea aún persiste el desembarco nocturno de tabaco de contrabando con motos que salen de La Atunara hasta la altura de la Ayudantía de Marina, el trasiego de hachís ha caído en picado: “Ahora mismo –afirma Francisco Mena– , el modelo que estaban utilizando de desembarcos en narcolanchas con mucho descaro ha cesado ante la presión policial, las incautaciones y vehículos, alrededor de 750, coches robados, embarcaciones. Utilizan métodos diferentes, como de nuevo el cruce de camiones por el puerto con hachís camuflado entre su carga”.
“Todavía no han descabezado a todos los clanes, pero el plan especial está dando buenos resultados –insiste Mena– , porque ha logrado traer a gente en comisiones de servicio y crear unidades de investigación para intentar llegar al dinero y a la cabeza de las organizaciones. Se reforzaron los Greco, la UDYCO, y OCONSUR que está interviniendo en el Campo de Gibraltar y la Costa del Sol”.
Siguen faltando medios, no obstante: “Cuando lleguen los juicios, esto va a salir como el rosario de la aurora –coinciden en apreciar Chamizo, Mena y otros activistas veteranos del movimiento antidroga como el sindicalista Miguel Alberto Díaz– . El Gobierno central aprobó tres juzgados nuevos de instrucción. Pendientes de la infraestructura del espacio físico, equipamiento y funcionarios. La Junta, ha consignado 500.000 euros para las tres sedes. Entre septiembre y diciembre estarían, dicen, pero no estamos muy seguros de ello. Los tres jueces decanos han puesto el grito en el cielo. Han hecho una propuesta para un partido judicial único. El sistema judicial español es si detengo a alguien en el término de La Línea, allí tiene que ser juzgado. Si hay un solo partido judicial, en función de la carga, se puede repartir. Ahora, nos encontramos con demasiadas situaciones profesionales. Con fiscales sustitutos en espera de los definitivos, por ejemplo. Con operaciones con más de 60 detenidos, no vamos a caber en la actual sede de la Audiencia”.
Esa es la reivindicación de las coordinadoras, pero a pesar de que los juzgados han sido reforzados, no así la Audiencia: “Los Juzgados de Instrucción no juzgan. Sólo instruyen y los sumarios pasan a la Audiencia de Algeciras para juzgar. De ahí que los detenidos por narcotráfico en el Campo de Gibraltar son todos juzgados en la Audiencia. Se refuerzan juzgados por la presión social y se olvidan de reforzar la Audiencia. Los grandes asuntos de narcotráfico los tenemos aquí. La Sala se queda pequeña: pedí que la acondicionaran y todo sigue igual”, asegura Manuel Gutiérrez Luna, presidente de la sección de la Audiencia Provincial de Cádiz en el Campo de Gibraltar, que es la que más casos de narcotráfico resuelve en toda España.
“Lo que exigimos aparte del plan especial que se ponga en marcha, es que haya un planteamiento estable a lo largo del tiempo, que aumenten los catálogos de las comisarías o la comandancia de la Guardia Civil y del Servicio de Vigilancia Aduanera –acierta a decir Francisco Mena--. Quizá sería buena una fórmula similar a la que rige en el País Vasco y ahora en Cataluña, la de zona de especial singularidad. Esto es, que cualquier agente que quiera venir aquí, se le puntúe más en su escala de méritos y se le retribuya mejor. Si no, estarán aquí el tiempo mínimo de dos años y terminarán pidiendo traslado y yéndose”.
Buenos sueldos, por otra parte, evitarían en parte malas tentaciones: a finales de los 80, Gutiérrez Luna siguió la pista de la corrupción policial y el Caso Algeciras, que él instruyó desde el juzgado número 3 de los de Algeciras, deparó la detención de 8 funcionarios policiales, que fueron condenados y expulsados, como el propio magistrado recuerda. Hace unos meses, la Operación Monte, encausaba a tres funcionarios de la Guardia Civil que permitían el paso de camiones cargados de oro verde, por no hablar de F.J., el jefe de la Policía Judicial de la Guardia Civil en Algeciras, igualmente detenido el pasado mes de julio. Todo parece indicar que este folletín continuará. Viene de antiguo y, probablemente, no haya forma de hacer desaparecer este tipo de contrabando. Sólo quedaría entorpecerlo, piensan muchos en un territorio castigado por una de las mayores cifras de paro y de exclusión de todo el Estado.