“No podemos más”: el personal de las residencias de mayores estalla por el “agotamiento físico y mental” ante la Covid

“Los políticos están en sus despachos y muchos no saben lo que hay aquí. Una visita siempre pueden hacer. No estaría de más para que supieran cómo está la cosa”. Es auxiliar de enfermería y prefiere mantener el anonimato por “posibles suspicacias” y, por qué no, para explayarse sin tapujos de la situación que ve a diario en el centro residencial de personas mayores de titularidad pública en el que trabaja desde hace años. Lo resume con una frase que dice mucho de la vocación de la profesión, de la labor que realizan, pero con las dificultades cotidianas que se encuentran, sin entrar en detalles de la Covid-19: “Nuestra razón de ser es el servicio al residente, al abuelo, que esté bien, que esté cómodo, que esté cuidado, y eso se hace, pero a costa de una sacrificio y una sobrecarga de trabajo enorme que, en algunos momentos, deriva en bajas porque la espalda ya no da para más y no podemos más”.

A su centro, ubicado en Sevilla, no ha llegado por suerte la pandemia pero la situación de los diversos colectivos que trabajan allí (enfermeros, sanitarios/celadores, ordenanzas, trabajadoras sociales, limpiadoras, psicólogos, geriatras, rehabilitadoras, auxiliares, etc.) no debe resultar fácil a tenor de la conversación con este periódico y de la gran cantidad de personas mayores, grandes dependientes muchos de ellos, a los que se les asiste en el centro, que cuenta con unos 150 residentes. “Llevábamos muchísimos meses con el personal muy cansado y muy quemado. Las sustituciones no llegan o llegan tarde, y muchas veces las ausencias de 15 ó 20 días se suplen con trabajadores del propio centro. Muchas veces trabajamos en nuestros descansos, porque ninguno nos planteamos no ir, porque los abuelos nos necesitan para asearse, para comer, para medicarse, para todo dependen de nosotros”, explica.

La pasada semana, la Central Sindical Independiente y de Funcionarios en Andalucía (CSIF-A) alertó de la situación en la que se encuentran las 14 residencias de mayores de titularidad de la Junta de Andalucía, “a golpe de improvisación” y con el personal “exhausto”, con una “gran cantidad” de profesionales en situación de incapacidad temporal por contagio o contacto estrecho con un positivo en Covid-19. No es el caso de esta trabajadora pero sí, por ejemplo, el del centro residencial público de Huerta Palacios, en Dos Hermanas (Sevilla), con 25 trabajadores contagiados según el sindicato y 20 residentes con Covid-19, uno de ellos recientemente fallecido, según fuentes de la asociación de familiares.

CSIF también alerta de la situación del centro Zaytum de Linares (Jaén), con 45 de sus usuarios contagiados, algunos de ellos con pronóstico grave, y en el que hay “escasez de material de protección (EPI)”. Según el informe semanal de la Junta hecho público este pasado martes, se contabilizan en las residencias de mayores (públicas y privadas) un total de 2.342 residentes positivos, de los que 221 se encuentran ingresados. En el caso de los trabajadores, 1.083 son casos confirmados. En estos momentos, un total de 51 residencias se encuentran medicalizadas. Cada hora y 21 minutos se produce un fallecimiento por Covid-19 en las residencias de mayores andaluzas, según ha denunciado este martes la Federación de organizaciones andaluzas de mayores (FOAM). Más de un millar de muertes se han registrado ya, en estos centros denuncian. Más de una veintena de personas fallecieron en un solo día en residencias, según los últimos datos de la Consejería.

“Estamos muy sacrificados”

Respecto al tema de las sustituciones, el sindicato admite que se cubren los contratos por emergencia sanitaria pero “implican unos requisitos muy exhaustivos y conllevan tiempo, lo que hace que se tarden varios días hasta que se empiezan a realizar los llamamientos y se cubren esos puestos”, señala en consonancia con lo manifestado por la empleada.

Según el presidente del sector de la Administración General de la Junta de Andalucía del CSIF, Enrique Álvarez de Toledo, los profesionales de estos centros trabajan “bajo una enorme presión, con turnos de doce horas, cuadrantes que no alcanzan más allá de una semana, en muchos casos, y permisos y licencias que han quedado supeditados hasta nueva orden”. La referida auxiliar de enfermería lamenta que haya gente en paro con ganas de trabajar y las relaciones de puestos de trabajo no se modifican “para poder hacer mejor nuestra labor y que no estemos tan sobrecargados”.

La empleada consultada alude principalmente a los sanitarios, equivalente a la figura del celador en el Servicio Andaluz de Salud. Hay dos en su centro, pero por las tardes “los enfermeros y auxiliares tenemos que mover a todos los residentes y todos estamos con problemas de espalda”. “Es una locura y la sobrecarga es impresionante”, explica. “Necesitaríamos más personal en todos los colectivos, estamos muy sacrificados, pero la Administración se resiste”. La Consejería de Igualdad, consultada por este periódico acerca de las circunstancias laborales de este sector, no se ha pronunciado al respecto.

En cuanto al material de protección para prevenir contagios de Covid-19, la trabajadora del centro reconoce que ahora están mejor que hace unos meses y que cuentan con suficiente, “pero tuvimos que cubrirnos con bolsas de basura porque no teníamos bata, las mascarillas las teníamos que fabricar nosotras con tela de nuestras casas”. En ese sentido, la Junta publicó el 22 de septiembre una Orden por la que se adoptaban medidas preventivas de salud pública en este tipo y otros centros sociosanitarios de Andalucía para hacer frente a la crisis sanitaria.

“Vacantes sin cubrir”

María, trabajadora del centro residencial para mayores Parque Figueroa de Córdoba y miembro de CSIF, también comenta el “agotamiento físico y mental” que tiene la plantilla del centro, que en abril vio cómo la Junta reforzaba los servicios con 38 contratos nuevos. “Por más que lo hemos reclamado, ese plan de choque terminó en septiembre. Tenemos vacantes sin cubrir y mucho trabajo todos los días, Hemos llorado mucho y nos apoyamos unos a otros, pero el trabajo va saliendo adelante gracias al sacrificio de toda la plantilla, que lo da todo el cien por cien”, explica María.

En Parque Figueroa hay unos 90 residentes, la mayoría mayores dependientes pero también algunos procedentes de la exclusión social y que también son atendidos. La primera ola de la pandemia la vivieron “muy mal” en el centro porque “estábamos muy desprotegidos”, apunta al igual que su compañera de Sevilla. Residentes y trabajadores “empezaron a caer contagiados” aunque, por suerte, “de aquello salimos muy positivamente porque la mayoría ha superado la enfermedad pese a que algunos son muy mayores, de casi cien años”. Ahora no hay casos positivos, pero la plantilla tiene “preocupación, miedo, intranquilidad” a que la situación se repita.

La empleada, con experiencia en otras dos residencias, también destaca que la carga de trabajo para enfermeros y médicos es “brutal” porque “antes venían a hacernos las pruebas PCR y ahora son ellos los que nos hacen los tests de antígenos semanalmente”, por lo que se les impide hacer otras labores de la residencia. “A veces las fuerzas flaquean al tener que cargarnos con muchas cosas y ver que puede volver a repetirse, teniendo ya un desgaste acumulado y el agua al cuello en cada turno”. La trabajadora apuesta, ante todo, por poder dar “cariño, atención y cuidado a nuestros mayores, que muchas veces solamente quieren que se les escuche”.

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