El pasado 23 de septiembre, se conmemoró el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, una de las peores formas de violencia que existe al ser humano, y es una realidad preocupante que aumenta en el número de víctimas, con pérfiles cada vez más jóvenes.
Los datos del Macroestudio del Ministerio de Igualdad indican que el 28% de las mujeres que están en situación de prostitución tienen entre 18 y 24 años; al tiempo que 32% están entre los 25 a 36 años. Mientras se observa que, el porcentaje disminuye en relación al aumento de la edad: un 7% tienen entre 37 a 45 años, y un 1,6%, entre 46 a 55 años.
En efecto, se ha podido constatar este verano por medio de las llegadas a Ceuta y las Islas Canarias, un incremento en la presencia de los perfiles más vulnerables, como lo son los niños, las niñas, los/las adolescentes, y jóvenes víctimas de violencias sexuales. Esto ha desatado una disputa estatal en el que se han instrumentalizado los intereses de quienes debían ser protegidos.
Las organizaciones que trabajamos en el ámbito de migraciones hemos podido detectar directamente que es cada vez más frecuente la presencia de menores y jóvenes con un perfil de alta vulnerabilidad en los desplazamientos de personas. Las redes de tratantes están también en conocimiento de esta situación y se aprovechan, porque la trata se alimenta de forma principal de la situaciones de vulnerabilidad, siendo las personas menores las que más desprotegidas se encuentran.
Aprovechar la fuerza y los sueños
Durante este año, desde los centros de acogida que atendemos en la Federación Andalucía Acoge dentro de la red de Atención Humanitaria, hemos observado el aumento en el número de niñas y jóvenes provenientes de los países africanos de Senegal y Gambia, que llegan a las costas de España por vías inseguras y de manera no regular. Su motor, su energía, y su entusiasmo al servicio de lograr el sueño de una vida mejor, las expone a numerosos riesgos. Mientras charlamos con ellas, nos cuentan aquello de lo que huyen y también a las personas amadas que han dejado atrás; algunas callan cuando les preguntamos por el viaje y la dureza de una experiencia tan tremenda que supone subir a un barco junto a numerosas personas sin saber si lograrás llegar.
Aún más, un factor muy importante de considerar, es que en medio de toda estas circunstancias siguen siendo niñas y jóvenes llenas de vitalidad que ríen, bromean y quieren pasar horas mirando las redes sociales, buscando tendencias, canciones, y descubriendo. Ellas tienen claro que han arriesgado mucho, que tienen mucha fuerza, y que quieren lograr sus metas. Aspiraciones que los conocen muy bien quienes al otro lado esperan para poder captarlas.
Esto comienza así. A través de las redes se desprenden las promesas de una vida mejor, que llega por una oferta soñada de trabajo, la oportunidad de convertirse en una influencer, o la última estrategia que está dando grandes resultados, el ‘Lover Boy’. Este acercamiento se produce con una solicitud de amistad que evoluciona hacia una relación romántica, construida con halagos, regalos, y la demanda de reunirse en algún lugar de España o Francia donde les ofrecen una vida ideal.
Estas técnicas de captación son usadas tanto en origen, durante el camino recorrido como una vez que llegan a España, debido a que las redes son conscientes de su desorientación al llegar a España: la confusión que generan los lugares por los que pasan, y las personas que encuentran (llegada al puerto, entrevista en policía, traslados, desplazamientos a diversos centros, etcétera) y no tener referentes personales, ni redes, y mucho desconocimiento sobre el país, sus ritmos, y dinámicas.
Alerta temprana y autoprotección como objetivo principal
Desde hace más de 15 años el trabajo de la Federación Andalucía Acoge ha puesto de manifiesto lo esencial de anticiparse a que se produzca la explotación y el sufrimiento de una forma tan destructiva de violencia. Ante esto, defendemos la importancia de contar con mecanismos que permitan alcanzar a contactar a estas chicas, que son el objetivo principal, previo a que se genere la captación y lograr canalizar su fuerza antes que lo hagan otros.
Por ello, apostamos por el trabajo en la detección temprana, la protección y la autoprotección en los centros (de Acogida, CETIS, CIES, entre otros), asentamientos, barrios, y espacios fronterizos.
En los últimos meses, junto a numerosas organizaciones especializadas en trata hemos unido esfuerzos en un proceso de diagnóstico sobre perfiles de víctimas, rutas, y mecanismos de captación. La meta es lograr recabar y proveer de información sobre a quién debemos alertar y de qué manera. Así hemos visto que son las jóvenes provenientes de Gambia, Senegal, Colombia, y Venezuela, quienes están siendo las más propensas a ser captadas; al igual que mujeres de mediana edad de Marruecos, Costa de Marfil o Guinea Conakry. Asimismo, jóvenes negroafricanos cuyo destino son los campos, la delincuencia o la prostitución.
Tras conocer estos datos y tener de primera fuente esta información, comienza el trabajo de autoprotección. Para ello, junto con asociaciones de personas migrantes, mediadoras, y referentes, estamos elaborando videos y recursos para adelantarnos a la captación y activar la autoprotección con mensajes constructivos que levanten la conciencia de lo que está pasando y el posible riesgo. Una iniciativa donde son las mismas jóvenes migrantes activistas las emisoras de la comunicación.
La unión de las fuerzas: instituciones, entidades, y potenciales víctimas caminando juntas
Muchas de estas jóvenes han sufrido una serie de violencias en ese camino de vías irregulares e inseguras por no tener alternativa. Lo cierto es que las contadas rutas legales y seguras son poco accesibles para las personas más vulnerables, al tiempo que esas violencias tienen un alto impacto en sus vidas y en su capacidad de confiar.
La labor directa demuestra que lograr llegar a las potenciales víctimas y evitar que sean captadas requiere de confianza, cercanía, y eso sólo resulta con procesos de duración adecuada y en contextos pequeños. Por tanto, el trabajo que se realiza desde los pequeños centros de acogida en el programa de Atención Humanitaria, y durante varios meses, ha permitido que muchas jóvenes hayan podido ser derivadas a sistemas de protección por situaciones vividas y asuntos que el derecho internacional recoge como obligación de protección de los estados (por ejemplo, la protección ante situaciones de violencia sexual).
Además, hemos visto cómo la Agencia Europea de Asilo y Refugio ha impulsado materiales y procedimientos para desarrollar en los centros de Atención Humanitaria desde esta mirada de alerta temprana y autoprotección.
Sin embargo, la firma del Pacto Europeo de Migraciones y Asilo aprobado el pasado mes de mayo, y el cual es obligatorio para España, es una apuesta por procesos rápidos y con pocas garantías. En tan sólo siete días, el nuevo procedimiento llamado de screening determinará si una joven migrante debe ser expulsada o debe pasar a un sistema de asilo de primera o segunda clase. La pregunta es: ¿cómo detectar estas situaciones en tan sólo siete días en contextos de fronteras y en llegadas atendiendo a numerosas personas a la vez?
Ante esto, hacemos un llamamiento al Gobierno español a realizar una aplicación del Pacto Europeo de Migraciones en España que se adapte a una realidad como país fronterizo, el cual debe asumir el carácter estructural de las migraciones y trabajar para la creación de un sistema reforzado, permanente, y basado en derechos humanos. Plantear las migraciones como si fueran procesos excepcionales o de crisis no ayuda a construir desde la lógica de una sociedad globalizada, en movimiento, y diversa en la que vivimos.
Aprendamos de las buenas prácticas que han demostrado la efectividad de políticas públicas respetuosas con los derechos humanos, y caminemos unidas las instituciones, las entidades, y las potenciales víctimas, juntas frente a las redes.
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