El Parlamento andaluz impide a 10 diputados no adscritos “colar por la puerta de atrás” un grupo de Falange y otro Anticapitalista
La polémica en torno a las dependencias del Parlamento andaluz que ocupan desde hace unas semanas los diez diputados no adscritos -nueve expulsados de Adelante Andalucía y una expulsada de Vox- acaba de convertirse en un asunto político más grave. No se trata sólo de las banderas que estos diputados han colocado en las paredes de dicha estancia: el equipo de Teresa Rodríguez se ha llevado consigo las que adornaban su anterior despacho en Adelante -la bandera de Andalucía, la arcoiris de los derechos LGTBI y la del pueblo gitano-, pero la indignación y el foco mediático lo provocó la bandera de Falange Española, colocada por la ex diputada del grupo ultraderechista, Luz Belinda Rodríguez.
No se trata de banderas ni de despachos, sino del “intento” de estos diputados no adscritos de funcionar dentro de la Cámara como un grupo parlamentario “asimilable” a las cinco formaciones políticas que obtuvieron representación parlamentaria en las elecciones andaluzas de 2018. El letrado mayor del Parlamento, siguiendo instrucciones de la Mesa, está exprimiendo el reglamento de la Cámara para impedir que esto suceda, consciente de que la existencia de diez diputados no adscritos -el 10% del hemiciclo- es un “anomalía inédita” que la normativa de régimen interno no contempla. Nueve de esos diez diputados salen de la ruptura interna de Adelante Andalucía, que originalmente tenía 17 escaños, pero el reglamento no les permite integrarse en el Grupo Mixto (los otros ocho, siendo menos, mantienen sus derechos de representación como grupo).
Lagunas
Hay lagunas en el reglamento, pero la decisión política del órgano rector de la Cámara es taxativa: “No podemos permitir que se cuelen por la puerta de atrás dos partidos -Anticapitalistas y Falange Española- que no han logrado representación parlamentaria en las urnas. No son dos grupos ni podemos tratarlos como grupos, son diez diputados no adscritos y tienen derechos individuales como diputados, pero aunque trabajen juntos no son asimilables al resto de formaciones que están aquí porque a ellos sí les han votado”, explican a eldiario.es fuentes próximas a la presidenta del Parlamento andaluz, Marta Bosquet.
Los diputados no adscritos tienen muy mermada su capacidad política dentro del hemiciclo, por ejemplo, no pueden dirigir preguntas al presidente de la Junta en las sesiones de control al Gobierno. Conservan derechos individuales, pero no como grupo, aunque si reúnen diez firmas pueden impulsar una iniciativa legislativa. Ocurre lo mismo en el régimen interno de la Cámara: no tienen dependencias propias, como PSOE, PP, Ciudadanos, Vox y Adelante Andalucía, ni asignación presupuestaria como grupo. Dado que nunca en la historia autonómica había existido un número tan alto de diputados no adscritos -fruto de la implosión de Adelante y la guerra interna entre Podemos, IU y los Anticapitalistas-, la presidenta de la Cámara decidió cederles unos espacios comunes, que hasta entonces no tenían una función específica, para que pudieran reunirse y trabajar.
El problema vino cuando los diputados no adscritos hicieron uso de esas dependencias y trataron de adaptarlas a sus necesidades: los de Teresa Rodríguez desplegaron sus banderas y sacaron una mesa para ganar espacio y estar separados de la ex parlamentaria de Vox; y ésta, a su vez, colocó la bandera de España y la de Falange Española, formación con la que ahora colabora, e invitó a sus dirigentes a una sesión plenaria. También se hizo fotos y las difundió en redes sociales, y la imagen del yugo y las flechas en la sede del Parlamento andaluz provocó la indignación de muchos y una sonora protesta social. El busto de Blas Infante, padre de la patria andaluza, preside la entrada al salón de Plenos, y a menos de 100 metros, en un despacho, hay desplegada la bandera de los falangistas, que ordenaron fusilarle en 1936. Todo esto ha saltado, además, en la semana que se conmemora el Día de Andalucía, el próximo 28 de febrero.
Retirar símbolos
La semana pasada, la Mesa del Parlamento instó a los diputados no adscritos a retirar sus “símbolos” de los espacios cedidos para su labor parlamentaria, dando como fecha tope este miércoles 24 de febrero. Los de Teresa Rodríguez, y por extensión el PSOE y Adelante Andalucía, protestaron porque se “trataba de equiparar la bandera de todos, como la andaluza, o la de los derechos LGTBI, con la de Falange”. Entonces se abrió un debate paralelo sobre la libertad de expresión y los derechos de los diputados a expresar su afinidad política -algunos recordaron que Falange es un partido legal que se presenta a las elecciones (con nulo éxito) y que su bandera y sus símbolos no son ilegales-, justo la semana en la que España debatía sobre los límites de la libertad de expresión a raíz del encarcelamiento del rapero Pablo Hasél.
Pasadas las 21.30 horas, con la sesión plenaria ya finalizada, las banderas de Falange y de España colocadas por la ex diputada de Vox “ya no estaban en la pared” -la ex diputada de Vox las quitó-, pero la andaluza, la arcoiris y la del pueblo gitano sí, según fuentes parlamentarias, que aclaran que los servicios de la Cámara no habían sido responsables de su retirada. En la mañana del jueves ya no había ninguna bandera, pero sí un cartel identificador móvil de Falange, que Luz Belinda Rodríguez ha colocado porque “no altera el espacio físico cedido por el Parlamento”. Según ella cumple los requisitos impuestos por la Mesa y estará colocado cuando ella esté dentro y cuando salga ella misma se lo llevará.
La presidenta del Parlamento andaluz no ha querido entrar en ese marco mental, y se ha aferrado al reglamento de la Cámara para evitar que los diputados no adscritos tengan recursos y derechos exclusivos de los grupos con representación. Las dependencias que les han cedido -un habitáculo bastante estrecho para diez personas, más si se tiene en cuenta la limitación de aforo por la pandemia- son equivalentes a la biblioteca de la Cámara o la cafetería. “La normativa no permite poner banderas o símbolos a mi antojo en estos espacios”, explican fuentes parlamentarias, de ahí que se inste a su retirada. Fuentes jurídicas consultadas por el Parlamento matizan que “no hay una norma específica” en el reglamento que confirme esto, aunque en última instancia es la Mesa quien preserva las normas de régimen interno.
También se les ha conminado a no tocar el mobiliario: ni cerrar armarios ni separar las mesas. Cuando los nueve ex diputados de Adelante han pedido por escrito a la Mesa que les provea de material fungible -folios, bolígrafos, una grapadora, una papelera-, el letrado de la Cámara les ha respondido que sí, pero que lo pidan individualmente, no como grupo. “Se pondrá a su disposición para su uso exclusivo, pero deberán formular la solicitud individual de lo que desea”, dice el escrito de respuesta. El objetivo es el mismo: no darle la consideración de grupo parlamentario a un conjunto de diputados no adscritos que, en términos reglamentarios, “no son nueve o diez, sino uno más uno más uno más uno...”.
Las mismas fuentes argumentan que se les ha dado el mismo espacio a todos ellos para facilitar su trabajo pero, dado que no constituyen un grupo a ojos del reglamento, podían “haber ubicado a cinco en la biblioteca y a otros cinco en los pasillos del archivo”. Todo esto es considerado “una humillación” por parte de los diputados de Teresa Rodríguez, que se sienten “perseguidos” tras la operación para expulsarles de su grupo acusados de “tránsfugas”, en el marco de una reforma urgente del reglamento de la Cámara que aún no está aprobada, pero que dará carta de naturaleza a esa expulsión. “Por darles más dignidad, le hemos facilitado un espacio propio a todos juntos”, replican desde la Mesa.
Con todo, la bandera de Falange junto a la bandera de los derechos LGTBI, más la cuenta atrás para que la retiren de inmediato, ha despertado el interés mediático en una jornada de Pleno monótona y con escaso potencial legislativo. A primera hora de la mañana, un periodista de Canal Sur subió al citado despacho, hizo una foto con las dos banderas enfrentadas y la subió a su red social. En paralelo, Antena 3 Televisión solicitó poder tomar imágenes del despacho de las banderas, y el letrado mayor, siguiendo instrucciones de la Mesa, no sólo denegó el permiso, sino que puso a una vigilante apostada en la puerta para evitar que entrase toda persona ajena, incluida la prensa. “No podemos permitir que el Parlamento se convierta en un circo”, explican fuentes próximas a Bosquet.
Evitar “el circo”
El reglamento de la Cámara prohíbe circular libremente por determinados pasillos y dependencias comunes, incluido a los periodistas acreditados, que necesitan una autorización expresa de la Mesa (aunque suele haber cierta relajación en este aspecto). La orden de apostar a un vigilante a la puerta del despacho para pedir la entrada a los periodistas ha tenido el efecto contrario, porque ha despertado un mayor interés por entrar en las dependencias y conocer los pormenores de la decisión. “No podemos darles derechos como grupo, sino como diputados individuales. De lo contrario esto sería la anarquía y el caos, figurarían siete grupos parlamentarios en lugar de los cinco que fueron avalados por las urnas”, insisten desde el órgano rector del Parlamento.
El cabreo en las altas instancias es mayúsculo por el hecho de que un asunto de esta naturaleza esté eclipsando, no sólo la sesión plenaria de este miércoles, sino “todo lo que está cayendo con la pandemia”. “La situación en Andalucía merece algo más. El mundo no puede girar en torno a mi ombligo”, subrayan fuentes parlamentarias. Sin embargo, el trasfondo de este asunto es más complejo: por un lado, está la necesidad de Teresa Rodríguez y sus diputados expulsados de captar el foco de los medios de comunicación, ahora que carecen de un espacio político propio dentro de la Cámara, escasas intervenciones, pocas iniciativas legislativas y al perder la financiación como grupo, carecen de asesores y personal parlamentario. Esto les obliga a crear y desarrollar una agenda propia al margen del hemiciclo, pero dentro de la Cámara, y su frustración manifiesta en este sentido es que la presidenta y el equipo jurídico “no les quiere reconocer como grupo”.
Por otro lado, y este aspecto tiene más aristas, la situación anómala de los diputados no adscritos deviene de una clara “laguna en el reglamento de la Cámara”. Los grupos de la Mesa se acaban de poner de acuerdo para reformar por la vía urgente dicho reglamento, pero sólo para acoplar el Pacto nacional Antitransfuguismo, que dar carta de naturaleza a la expulsión de Teresa Rodríguez y los otros ocho diputados. En el borrador de esa propuesta de ley no hay, de momento, ningún artículo que plantee también una solución ad hoc para los diputados no adscritos, cuya situación es tan excepcional como lo ha sido la ruptura de Adelante y sus consecuencias políticas (está por ver si habrá consecuencias jurídicas, dado que los afectados han presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional).
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