La aventura de llegar por mar al templo de Hércules
Deporte, naturaleza y aventura en dos horas y media. Basta con acudir al poblado de Sancti Petri en Chiclana (Cádiz) para descubrir un tesoro extraordinario. Hay muchas rutas organizadas en la provincia gaditana para redescubrir escenarios que pasan inadvertidos para los lugareños y los turistas y que hay que revitalizar, pero la ruta en kayak que se hace hasta el Castillo de Sancti Petri merece un capítulo aparte.
No es la única que la empresa Sancti-Petri Kayak hace desde el puerto deportivo, pero sí la que atrae a más visitantes por la leyenda que rodea al castillo, una fortificación de carácter defensivo enclavada en un islote situado en el término municipal de San Fernando, vecino de Chiclana. Este baluarte, de gran importancia estratégica y militar, formaba parte de la línea de fortificaciones que protegían la costa y la entrada del caño de Sancti Petri.
Los datos históricos que se manejan señalan que la expedición que fundó Gadir, allá por el año 1100 a. C., levantó en la parte oriental de ésta un santuario, el templo de dios fenicio Melkart, un protector de navegantes y comerciantes, que actualmente se correspondería con la isla de Sancti Petri. El templo ya no existe, pero estaría situado en el lugar que ocupa el castillo. Eso parece atestiguar el hallazgo de distintos restos arqueológicos en dicha isla y bajo dicho castillo, incluida una figura del propio dios fenicio, que pasaría a ser más adelante el Hércules gaditano.
El castillo es un conjunto de edificaciones levantadas a partir del siglo XVI y sobre todo del siglo XVIII como baluarte defensivo contra los ataques de piratas, poco antes de ser duramente bombardeado por el ejército francés de 1810 a 1812 durante la Guerra de la Independencia.
De todo esto se informan los visitantes después de realizar un trayecto desde el puerto deportivo de Sancti Petri hasta el propio castillo. Se hace a un ritmo relajado y no es necesario tener experiencia en el maneja del kayak. Clara, la coordinadora, da una pequeña clase con los conceptos básicos antes de empezar y con eso basta para dominar la piragua doble. El regreso, tras unos 45 minutos de explicación, también es bastante llevadero.
Eduardo Quijano conoció el mundo de la piragüa a finales de los noventa y se lanzó a crear una empresa que ha ido creciendo sin cesar desde entonces. Ahora se pueden alquilar los kayaks, hacer paddle surf, realizar la ruta del castillo, otra por las marismas y la kayakterapia, que es una ruta donde la salida se hace dos horas antes de la puesta de sol. Ahí los colores de las marismas cambian, son más pálidos, el viento baja de intensidad, la superficie del mar queda como en un plato, se aprecian más los valores y los encantos del Parque Natural de la Bahía de Cádiz. Recibe el nombre de terapia por el efecto de relajación que llega a producir.
Las rutas guiadas se pueden realizar durante todo el año, pero la mayor parte de las visitas se realizan desde Semana Santa hasta septiembre, coincidiendo con el inicio del curso escolar. “Es una pena porque la ruta de las marismas cuando más se puede disfrutar es en noviembre, diciembre y enero porque es cuando hay más aves migratorias por aquí y es cuando menos gente viene”, señala Quijano.
Otro gran descubrimiento mientras se realiza la ruta puede ser la Punta del Boquerón, una playa virgen encuadrada dentro del espacio protegido del Parque Natural y a la que sólo se puede acceder andando por un sendero desde la playa isleña de Camposoto en un trayecto de unos 45 minutos.
La zona conjuga lo natural con lo histórico porque se pueden contemplar los vestigios de los entramados defensivos que había hace algunos siglos para defender la zona de los ataques enemigos. Las baterías de Urrutia, Aspiroz, San Genis y San Melitón de Calavera, junto al reducto de Lacy y el castillo de Sancti Petri forman parte del conjunto de fortificaciones de la Punta del Boquerón. Tenían la misión de proteger la entrada sur del caño de Sancti Petri y cerrarlo al paso de buques franceses. Ahora abren sus puertas para dar a conocer sus valores, a mitad de camino entre el mito y la realidad.