La Casa del Alfarero, un alojamiento temático único dedicado a la alfarería
En el número 10 de la calle Fuente Seca, justo en la entrada del barrio alfarero de Úbeda (Jaén) se encuentra el primer alojamiento temático inspirado en la artesanía: la Casa del Alfarero.
Una pequeña y coqueta vivienda familiar rehabilitada, al pie de la muralla árabe, al que algunos de sus huéspedes han calificado de “casita de chocolate en barro”, y que además sirve de perfecto escaparate y laboratorio para las nuevas piezas del alfarero Melchor Tito.
Lámparas y apliques, lavabos y fregaderos, toda la vajilla y el menaje, jarrones, maceteros y objetos de decoración en general, encimeras, azulejos e incluso pomos y tiradores. La alfarería está presente en cada rincón de la casa a través de decenas de piezas y detalles que se han realizado expresamente para este lugar, que no por ello resulta menos acogedor.
La casa
Tradición y modernidad se dan la mano. En las estancias se ha cuidado mucho todo lo referente al interiorismo y la decoración, lo que se puede apreciar desde el primer momento en el que se accede al hall de entrada. El primer piso está dedicado al abuelo Pablo Martínez Padilla (Pablo Tito), el origen de la conocida saga de los Tito, ceramistas convertidos en todo un referente de la zona. Pablo Martínez, apodado Tito porque era bajo de estatura, vivió en la casa ahora rehabilitada, pero nació y trabajó en la calle Valencia, en el barrio de San Millán, lugar donde, desde época medieval, han estado instalados los alfares, y donde llegó a haber un centenar de alfareros. Ahora se pueden contar cinco.
La cerámica utilizada ahí es más clásica y tradicional, y evoca tiempos en los que su uso era más doméstico. En esta primera planta las piezas son más austeras y de uso cotidiano. Con los colores de siempre, de la típica cerámica ubetense: verdes, pardos, calabazas, madera… Que representan la valentía, tesón, coraje y buen hacer, de un hombre sencillo que tuvo mil reconocimientos a lo largo de su vida, entre otros la Medalla de Andalucía y que supo sobrevivir sin presumir de ellos.
Otro ambiente, el de la segunda planta, está dedicado a Melchor Tito, el padre del promotor del proyecto, de quien heredó el oficio, la persistencia y la pasión por lo bien hecho. En este caso, los diseños son más contemporáneos y artísticos, con colores más modernos.
A veces se combinan con otras disciplinas artesanales, como es el caso de la forja, otros materiales, como la madera de olivo, y otros elementos. Todo ello se acompaña de fotografías de la familia y del taller a lo largo del tiempo; también de detalles en vinilos y murales. Incluso hay un muro cubierto con láminas de los troncos que se utilizan para templar el horno árabe de la alfarería.
Alfareros por un día
Un nuevo concepto de alojamiento tematizado en torno al mundo de la artesanía, que le ha valido a su promotor, Melchor Martínez, el premio a la Artesanía de Andalucía, en la modalidad de Calidad en la Promoción y Comercialización, por la labor que desarrolla en su taller alfarero, manteniendo este oficio tradicional, y por la búsqueda de nuevos caminos de creación y difusión, aunando artesanía, turismo e interiorismo.
Un turismo de carácter familiar y experiencial, en el que el visitante no solo puede hospedarse, sino también interactuar con Melchor Tito en su alfar y ser testigo directo e incluso partícipe de la creación de sus piezas, pudiendo ser alfareros por un día y disfrutar de visitas guiadas a sus talleres.
Este alfarero ubetense, que ostenta la distinción de Maestro Artesano y cuyo taller cuenta con la declaración de Punto de Interés Artesanal de Andalucía (PIA), desarrolla su actividad en un taller familiar con un horno hispano-árabe original, anterior al año 1234, que sigue funcionando con la combustión de madera y orujo. Tiene además otro segundo horno hispano-árabe, más grande, visitable y una tienda enfrente del alojamiento.
Se trata de un tipo de turismo cada vez más apreciado. De hecho la Casa del Alfarero ha sido galardonada en 2020 con el Traveler Review Awards, premio que concede Booking a los cien mejores establecimientos según las opiniones de los huéspedes y que le han concedido un 9,6.
Otras visitas
A los alicientes que ofrece el alojamiento se une el hecho de que se encuentra en una ubicación inmejorable para visitar la ciudad renacentista de Úbeda, Patrimonio de la Humanidad. Al salir de la casa, a la derecha, podemos tomar tres direcciones. Por un lado cruzando la Puerta del Losal, de estilo mudéjar (siglo XVI), la más monumental de las puertas conservadas del recinto amurallado de Úbeda, adentrarnos en el casco histórico hasta llegar a la Plaza Vázquez de Molina. En nueve minutos andando, llegaremos hasta ella donde se concentran los más importantes monumentos de interés, los cuales constituyen el mejor ejemplo de arquitectura renacentista existente en toda España.
Por otro, si tomamos la calle central por la calle Muralla de San Millán podremos dar un paseo por una zona de miradores que bordean la muralla de la ciudad, desde allí también se puede acceder al centro.
Barrio alfarero
Finalmente podemos adentrarnos en el barrio alfarero bajando por la Cuesta de la Merced. Justo en el número 32, casi a la entrada de la Plaza de los Olleros de se encuentra la Alfarería de Pedro Góngora, que ha pasado de padres a hijos durante cinco generaciones, y cuyos orígenes se remontan al 1846.
Atravesando la plaza, donde se han colocado unas tinajas recuperadas marcando la esencia del barrio, se llega a la calle Valencia, lugar donde desde época medieval han estado los alfares, debido a la gran cantidad de manantiales de agua, canteras de barro, y el humo de los hornos de leña no molestaba a los ciudadanos, y donde hasta mediados del siglo XX trabajaban más de cien alfareros.
En el número 2 tiene su taller Alfonso Góngora, donde en la actualidad trabajan la quinta y sexta generación de alfareros. Un poco más adelante, en el número 22, se encuentra el taller de Pablo Tito, hijo y nieto de alfareros, que en 2007 fue declarado Museo con el nombre de “Museo de Alfarería Paco Tito Memoria de lo Cotidiano”.
Tiene la peculiaridad de ser un “museo vivo”, en el cual podemos apreciar las piezas tradicionales de la alfarería ubetense y al mismo tiempo contemplar a Paco Tito y Pablo Tito, (padre e hijo) trabajar en el obrador centenario. Incluso a la entrada de la tienda se puede ver una figura, hecha en barro, del abuelo Tito.
Un poco más adelante, en el número 32, se encuentra la Alfarería Francisco Expósito “Tito”, que aunque no cuenta con una tradición familiar alfarera, aprendió el arte del barro en el taller de Tito. Y ahora desarrolla un importante trabajo de I+D+I en el campo de los hornos cerámicos libres de emisiones contaminantes.
Casi al lado, en el número 36, está la alfarería de Juan José Almarza, con una cerámica que destaca por su carácter decorativo. La mayoría de sus cacharros (nombre popular que se la da a las piezas), como las aceiteras o los botijos incorporan motivos de animales como cabezas de águila, gallo o ciervo, así como motivos vegetales o florales.
Y finalmente, en el número 44, se encuentra uno de los dos talleres de Melchor Tito, que data de la época árabe de la ciudad, y que a día de hoy se conserva prácticamente igual, incluso con los tres impresionantes hornos hispano-árabes originales. Uno de ellos, el utilizado para la cocción de sus creaciones más especiales, quizás sea el horno más antiguo y grande en funcionamiento de todo el sur de Europa, ya que es anterior al año 1234.
Alojamiento con encanto, experiencias artesanas, cultura, historia, patrimonio…
Con la visita a la Casa del Alfarero se puede vivir de una forma distinta la ciudad de Úbeda, sin olvidar su gastronomía, ya que a unos metros de ella, en la misma calle, se encuentra el Torreón de la Fuente Seca, en cuyo sótano, está el restaurante Mesón Gabino, donde se sirven platos típicos de la comarca como los andrajos, la morcilla en Caldera, el picadillo de chorizo o las tradicionales migas. Y a unos minutos andando la Cantina La Estación, incluida en la Guía Michelín; la cafetería Misa de 12; el Parador situado en el Palacio del Dean Ortega, o el bar La Imprenta, entre otros.
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