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Covirán reivindica el formato de supermercado de proximidad en plena campaña navideña

Tienda Covirán

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Uno de cada cuatro supermercados de proximidad en España (menos de 300 metros cuadrados) pertenece a Covirán, que en 2020 logró una cuota de mercado del 24,8% en el país, muy por encima de sus competidores. La cooperativa acaba de ser reconocida en Portugal, donde lleva una década de expansión y cerró 2020 con una cuota de mercado del 5,7%, como Mejor Tienda de Proximidad por segundo año consecutivo, en el galardón que otorgan la revista Grande Consumo y la empresa Q&A. Consolida con ello su liderazgo en este modelo, precisamente tras un año marcado por los cambios en los hábitos de compra a causa de la pandemia, y en el que el formato supermercado destaca como el preferido por los consumidores.

Su fortaleza radica precisamente en no renunciar a este espíritu, que ha hecho que sea la referencia para miles de consumidores que habitan en pequeños municipios, y que encuentran en Covirán una opción cercana para sus compras. De hecho, Covirán es actualmente la única opción de compra en 337 pequeños municipios del país, lo que convierte a estos supermercados en elementos de cohesión territorial y para poner freno al despoblamiento de la España vaciada. 

Sin renunciar a ello, Covirán, que cumple 60 años este 2021, también ha experimentado un crecimiento notable en el ranking de tiendas con más tamaño de sala de ventas. En concreto, según el estudio elaborado por la consultora Nielsen, consiguió en 2020 un crecimiento de la cuota de mercado en el formato de menos de 800 metros cuadrados, que se sitúa en el 9,7% del total en España y el 6,21% en Portugal. Destaca particularmente la evolución que están teniendo los establecimientos de entre 151 y 400 metros, que acaparan una cuota de mercado del 28,8%. Compuesta por 2.430 socios, ocupa la segunda posición en el ranking nacional por número de establecimientos, con 2.876 el pasado año, repartidos principalmente por España y Portugal. En 2020, alcanzó 1.703 millones de ventas brutas, un 21,5% mayor que en 2019.

Una red logística estratégica

Para conseguir esa presencia es esencial contar con una sólida red logística y de aprovisionamiento de alimentos. Covirán cuenta con 29 plataformas logísticas repartidas entre España y Portugal. Desde la empresa destacan en este sentido que trabajan a diario “para implementar medidas que mejoren la eficiencia y sean respetuosas con el medio ambiente”. Es la que le ha permitido durante los meses más duros de la pandemia “garantizar la llegada de alimentos de primera necesidad a los puntos de venta Covirán y, en consecuencia, a los hogares de los consumidores”. 

Pero sobre todo, la seña de identidad de esta empresa es haberse convertido en referente de la economía social llevada al supermercado. Las mismas fuentes resaltan que son conscientes de la importancia del comercio local como “motor de la economía, generador de empleo y mejora de la convivencia en los barrios”. Son los que “deben protagonizar la recuperación de la ciudad viva, segura, amable, multifuncional y generadora de empleo estable local”. Juegan con ello un papel clave para contribuir a la recuperación local. “El dinero que invertimos en las tiendas de nuestro barrio sigue circulando por el mismo contribuyendo a la prosperidad económica de nuestro entorno más próximo. Ese beneficio, revierte en nuestro favor redistribuyéndose a las personas y familias cercanas. Nuestro estado de bienestar y calidad de vida, crecerá de forma sustancial al activar el consumo, ya que comprar en las tiendas locales es invertir en ti mismo”, resumen su filosofía.

La falta de protección del comercio local

No en vano, el tejido empresarial de España está constituido por pymes. Son las empresas que más trabajadores contratan, pero también las que más sufren la crisis al no poder competir en igualdad de condiciones con las grandes superficies. Por ello, este tipo de supermercados insiste en la necesidad de más leyes que les amparen y medidas que regulen cuestiones como el horario, los impuestos, la concesión de licencias, sin olvidar subvenciones para el desarrollo de oficios tradicionales a punto de desaparecer. En definitiva, una política de ordenación comercial que tenga en cuenta el importante papel económico y social que desempeña el pequeño comercio y que creen que actualmente no existe.

Consumir en el pequeño comercio supone una elección, quizá más profunda de lo que nos hayamos parado a pensar. Y es que el papel del comercio local va más allá de los elementos citados: animan la vida cotidiana y dan ambiente y personalidad a las calles, convirtiéndolas en áreas transitadas, y por ello más seguras, a la vez que contribuyen a mantenerlas limpias, llenas e iluminadas. Sin comercios, los inmuebles se degradarían, y los barrios serían desiertos. Su personal también es parte de su identidad porque suele ser gente relacionada con el barrio, vecinos, amigos, y algunos de ellos lo son además desde hace varias generaciones. “Gente a la que conocemos, saludamos por su nombre, gente que tenemos cerca y a la que nos encontraremos día a día. Personas que emprenden y arriesgan y contribuyen a humanizar la ciudad”, indican desde Covirán.

En este sentido, “una pequeña tienda solo venderá productos en los que el dueño cree y está seguro de su calidad: es confianza y trato personalizado”. Detrás del mostrador, nos encontramos un auténtico especialista que podrá aconsejarnos sin prisas, cuyo conocimiento y atención aportan un valor añadido al simple acto de comprar. “Nos conoce y le conocemos, es nuestro vecino y confiamos en él. Sabes que te dará lo mejor porque quiere volver a verte”, remachan.

En definitiva, se trata de defender un formato de negocio que fortalece las relaciones entre vecinos y los convierte en centros receptores y difusores de información, lugares de encuentro y tertulia, ya que bajar a la tienda siempre es una ocasión ideal para ponerse al día de lo que está pasando en el barrio. Tienen además una gran repercusión en las personas mayores que agradecen un trato directo y familiar con el comerciante. Si el ciudadano tiene a su alcance una herramienta fundamental de cambio social con el consumo, en este caso se plasma perfectamente su capacidad para poder influir en la marcha de la economía de una forma directa.

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