En la medianoche del jueves al viernes, mientras un millón de personas bailan, cantan y celebran el ecuador de la Feria de Sevilla, arranca la tercera campaña electoral para más de 6,5 millones de andaluces en menos de seis meses. Andalucía celebró sus autonómicas el pasado 2 de diciembre, y las generales el mes pasado. Las municipales (y europeas) del 26 de mayo suman la séptima cita con las urnas en sólo cuatro años, un factor muy a tener en cuenta por los partidos de izquierdas, los más preocupados por la desmovilización.
En esta comunidad están en juego las alcaldías de 786 municipios, aunque el 80% de la población se concentra en las ocho capitales de provincia y en las 29 localidades de más de 50.000 habitantes. En 2015, esta superficie del mapa andaluz era azul, dada la superioridad del PP sobre el PSOE (los únicos dos partidos que presentan candidatos en todos los municipios). Las generales del 28 de abril tiñeron estas mismas zonas de rojo, los socialistas fueron primera fuerza en el 93,3% de las localidades y aspiran a repetir ese resultado. En Andalucía está la mayor capital que gobierna el PSOE en España (Sevilla) y la plaza más importante que conserva el PP (Málaga).
Según el barómetro electoral publicado este jueves por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el PSOE será la fuerza más votada en Sevilla capital, con el doble de apoyos que su inmediato competidor (PP). La victoria en la “capital y corazón del socialismo”, en palabras de Pedro Sánchez, permitirá a Juan Espadas revalidar la alcaldía, bien en solitario (si se cumple el mejor vaticinio del sondeo), bien con un pacto de izquierdas con la coalición Adelante Sevilla (Podemos-IU).
Los socialistas gobiernan ahora en 448 municipios andaluces, pero su implantación es más rural que urbana. El PP, en cambio, controla 183 ayuntamientos, pero gobierna sobre una población similar a la de los socialistas, porque en 2015 logró más alcaldías de las grandes ciudades. Ciudadanos triplica este año el número de sus candidaturas, pasando de 111 a 323 municipios. Pero su presencia sigue siendo eminentemente urbana y su déficit sigue estando en las zonas del interior: no tiene representación ni candidatura en el 58,9% de los pueblos de Andalucía, según datos de la secretaría de Organización estatal del partido.
Podemos e IU se presentan en coalición en 208 municipios bajo la marca Adelante que concurrió el pasado 2 de diciembre, pero en muchas más localidades concurren por separado y compiten entre sí. En total son 83 pueblos o ciudades donde no hubo acuerdo para sellar la confluencia y las dos formaciones de izquierda postulan a candidatos enfrentados, siendo los puntos más significativos las capitales de Córdoba y Almería y la ciudad de Marbella.
En las municipales, a diferencia de otras elecciones, IU tiene más peso que Podemos gracias a su arraigo histórico y a su implantación territorial (con sedes del PCA en docenas de pueblos). Ahora gobierna en 80 municipios y se presenta sola (o en coalición con otras formaciones distintas a Podemos) en 228 localidades. La formación morada no concurrió con su nombre en 2015 por decisión expresa de la dirección estatal, y ahora hay pueblos donde mantendrá la marca que usó hace cuatro años o incluso donde se presenta como Podemos. En total, en esos 83 pueblos donde no hubo acuerdo de confluencia con IU.
Candidatos sin marca
La elección de los alcaldes en las 786 localidades de Andalucía se rige por factores que, en muchos casos, nada tienen que ver con los partidos por los que concurren. En Sevilla capital, por ejemplo, el alcalde socialista Juan Espadas lleva un lema de campaña que esconde el logo del PSOE, ni siquiera usa los colores corporativos de su formación (en su lugar, ha optado por un corazón arcoiris). Lo mismo hace su principal rival, el popular Beltrán Pérez, que se ganó el cartel electoral a fuerza de codazos con miembros de la dirección provincial, regional y nacional de su partido, y ahora en su campaña apenas se ven las letras del PP.
Pero aunque en las municipales los ciudadanos voten pensando en su alcalde, en la limpieza de sus calles, en la falta de colegios, en el ruido, en la masificación turística y cosas del día a día, los partidos políticos vuelven a medir sus fuerzas en términos absolutos un mes después de las elecciones generales del 28 de abril. El PSOE quiere consolidarse como primera fuerza, pero su mayor preocupación es que se desplome la participación tras la movilización récord de la izquierda el 28A. El PP aspira a recuperar la hegemonía de la derecha, aprovechando que duplica en implantación territorial a Ciudadanos (y muchísimo más a Vox). Los naranjas tienen menos candidaturas, pero pretenden adelantar al PP en las capitales y grandes ciudades de la costa, antiguo feudo popular. Y la confluencia Adelante Andalucía (Podemos-IU) llega a las municipales muy por debajo de sus expectativas, tras el fracaso de las andaluzas, pero con ánimo de consolidar los llamados “municipios del cambio”.
La saturación electoral y el hartazgo ciudadano por la sobreexposición de los políticos es, precisamente, un riesgo de desmovilización que preocupa a los partidos de izquierda. Hace un mes el PSOE ganó las generales con un récord de participación (78,7%) ligado al mensaje del miedo a que las tres derechas -PP, Ciudadanos y Vox- sumaran más que el bloque progresista y exportaran a España el modelo de Gobierno de Andalucía. Muchos alcaldes socialistas creen que no podrán repetir esa estrategia, porque el mensaje se ha exprimido hasta la última gota, y porque el triunfo de Pedro Sánchez lo ha invalidado.
Baremo territorial
En cambio, la preocupación del PP andaluz es otra: Los del presidente Juan Manuel Moreno Bonilla quieren recuperar la hegemonía del voto conservador que Ciudadanos les arrebató en las generales, pasando de segunda a tercera fuerza. Para ello, los populares andaluces van a aprovechar que su fuerza presenta candidato en todos los pueblos de Andalucía, mientras que la formación naranja carece de candidaturas en más de la mitad de las localidades (323), y Vox apenas está presente en una veintena de pueblos de cada provincia. El PP supera ampliamente en número de candidaturas a sus rivales, sin embargo, el pulso de las tres derechas se va a librar en las ocho capitales de provincia y en los 29 municipios de más de 50.000 habitantes, donde sí compiten los tres partidos.
Estos comicios son el último baremo del poder territorial de las formaciones, según cuántas capitales de provincia, ciudades y pueblos logren gobernar. El PSOE gobierna ahora en 448 municipios de Andalucía, pero su implantación es más rural que urbana. El PP, en cambio, controla 183 ayuntamientos, pero gobierna sobre una población mayor que los socialistas, porque ostenta más alcaldías de las grandes ciudades. Ciudadanos triplica este año el número de sus candidaturas respecto a 2015, pasando de 111 a 323 municipios. Pero su presencia sigue siendo eminentemente urbana y déficit sigue estando en las zonas del interior. Luego están los grupos a la izquierda del PSOE -Podemos e IU-, que merecen una lectura aparte.
El músculo de IU en Andalucía está en los pueblos, cuenta con una extensa implantación territorial con sedes del PCA en docenas de localidades, y gobierna en 80 municipios. Podemos no concurrió con su nombre en 2015 por decisión expresa de la dirección estatal, y ahora hay pueblos donde existe la candidatura de Podemos, pero también la confluencia (Podemos-IU, basada en la marca Adelante Andalucía que se presentó a las andaluzas: Adelante Sevilla, Adelante Cádiz...). Según la organización, la confluencia Adelante Andalucía, integrada por Podemos, IU, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista, concurrirá en más de 200 municipios, “que globalmente suponen más de la mitad de la población andaluza”. El binomio que crearon Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU) ha cristalizado en seis de las ocho capitales andaluzas, dejando fuera Córdoba y Almería.
El guirigay de candidaturas juntas y separadas de estos dos partidos es difícil de traducir, ni desde IU ni desde Podemos aclaran en qué municipios hay confluencia y en cuántos van por separado y compiten entre sí. Desde IU ofrecen un dato ambiguo: no aportan el número exacto de candidaturas de Adelante, pero sí el porcentaje de población total de Andalucía que podrá votar a esta marca: un 53%. La marca IU concurre en solitario en un número indeterminado de localidades que suman un 40,66% de la población andaluza. No son números claros, pero la forma de ofrecerlos ilustra muy bien lo aparatoso de un proceso de confluencia entre Podemos e IU que no consiguió los resultados esperados en las elecciones del 2 de diciembre: perdió tres escaños y 5,5 puntos porcentuales respecto al resultado de Podemos e IU por separado en 2015, y quedó relegada a cuarta fuerza en el Parlamento, siendo adelantada por Ciudadanos.
Participación clave
En España, los periodos electorales son de cuatro años. Solían serlo. Desde las últimas municipales, en 2015, los andaluces han sido llamados a las urnas en siete ocasiones. Sólo aquel año, tres veces consecutivas: en marzo de 2015 se adelantaron un año las andaluzas; en mayo de 2015 fueron las municipales; en diciembre de 2015, las generales; en junio 2016 se repitieron las generales; en diciembre de 2018 se volvieron a adelantar las andaluzas un año; hace un mes fueron las últimas generales (también adelantadas) y el 26 de mayo serán las municipales y las europeas.
El pasado 28 de abril fue un récord de participación en España (78,7%), aunque en menor medida en Andalucía (73,3%). La movilización fue clave para que los partidos de izquierda se impusieran al bloque de derechas -PP, Ciudadanos, Vox- que barruntaba de forma indisimulada repetir la alianza a tres que sellaron en Andalucía tras el 2 de diciembre, para echar del poder al PSOE tras 36 años y medio de gobierno. En los cinco meses que distan de las andaluzas a las generales, la participación subió 20 puntos (el 2D votó sólo el 58,65% del electorado), y el PSOE de Pedro Sánchez sumó medio millón de papeletas más de las conseguidas por Susana Díaz.
Tanto el hastío por las continuas citas electorales, como el aire de victoria de los socialistas por haberse impuesto a las derechas “juegan en contra” de los candidatos del PSOE en las municipales. “Hay un ambiente desmovilizador, porque la gente está cansada de ir a votar y porque la gran gesta fueron las generales. Nuestros alcaldes ya no pueden manejar igual el mensaje del miedo al tripartito de derechas, porque Sánchez lo ha explotado al máximo, y aunque el riesgo de que PP, Cs y Vox sumen en muchas ciudades y municipios es real, la gente ya se ha confiado y no funcionará igual”, explica un veterano alcalde del PSOE que aspira a la reelección.