El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2017 no contempla finalmente el impuesto a las bebidas azucaradas que ya se utiliza en otros países y se plantea como un modo de reducir la ingesta de azúcar en la población, sustancia cuyo alto consumo puede provocar distintas enfermedades. Podría ser un modo de prevenir esas patologías o, dicho de otro modo, de cuidar la salud de las personas desde la política fiscal.
Este es un ejemplo práctico de la apuesta que un grupo de veinte profesionales sanitarios y de las ciencias sociales de todo el país han plasmado en el libro ‘Salubrismo o barbarie’, donde se desarrolla la idea de cómo los condicionantes sociales y las políticas de las distintas administraciones afectan directamente sobre la salud de la población. Médicos, epidemiólogos, sociólogos y antropólogos ponen así el foco en la necesidad de considerar la salud de una forma transversal desde todos los ámbitos y no entender la sanidad solo desde el punto de vista de atención ante la enfermedad.
El libro, que recoge distintos estudios y la realidad que en consulta se encuentran muchos de estos médicos, explica cómo deben atender casos, por ejemplo, de insomnio, estrés, ansiedad o brotes de psoriasis en personas que sufren un desahucio. Su ‘receta’, en estos casos, es la preventiva con las políticas de vivienda y normativa legal para evitar estas situaciones que dan al traste con la salud de las personas. O los casos de patologías muy similares en personas que no tienen un empleo estable o su puesto de trabajo se ve en peligro: “Receto muy frecuentemente el teléfono de los sindicatos”, dice gráficamente uno de los coordinadores del libro, el médico de atención primaria Javier Padilla. Y pone otro ejemplo de la actualidad: “Si los estibadores no hubieran tenido un sindicato fuerte respaldando su posición, ¿cuántos de ellos no habrían tenido que ir a consulta médica por los efectos de la política en su vida?”.
“El empeoramiento en las condiciones de vida tiene una influencia directa en el empeoramiento de la salud de la población”, argumentan los autores de esta publicación, donde se recogen testimonios de pacientes que así lo demuestran. “Las medidas de mayor impacto para la salud de la población pasan por decisiones en el ámbito laboral, medioambiental, urbanístico, educativo… La salud debe estar presente en todas las políticas”, reiteran.
Y, desde luego, también en la propia sanidad. “Los recortes matan” es otra de las frases que recoge este estudio y que sintetiza cómo –según defienden estos profesionales- realmente las decisiones políticas en todos los ámbitos inciden directamente en la salud de las personas. Ahora, la propia Audiencia de Barcelona ha decidido investigar si ocho pacientes que esperaban una cirugía cardíaca en el Hospital Vall d´Hebron murieron a causa de los recortes en el centro.
La visión que se recoge en este libro parte de cómo indicadores sociales de todo tipo inciden en la salud, desde el género al nivel de ingresos o la educación, y cómo se puede incidir en el bienestar de la población desde todos los ámbitos de actuación: el urbanismo para establecer espacios para la convivencia, la actividad física y mejorar el medioambiente, la fiscalidad para castigar sustancias contraproducentes para la salud, la política laboral para fortalecer al trabajador frente al empresario, las actuaciones en vivienda para evitar desahucios o la propia justicia.
“De lo más global a lo más cercano, todo influye en el sistema sanitario”, apunta Vicky López, médico y coordinadora de la publicación. “La salud no es hablar de la enfermedad sino de lo que genera el bienestar de la población”. Y, todo ello, argumentan, “solo es posible desde la sostenibilidad del sistema” y desde una “salud comunitaria”, donde todo y todos actúen por el bienestar de las personas.