La divulgación de la Prehistoria es sexista. Investigadores del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla y el Instituto Milà i Fontanals del CSIC en Barcelona han elaborado un estudio a través de 39 producciones audiovisuales sobre arqueología prehistórica, aparecidas en España entre los años 2000 y 2013, donde se ha valorado la representación de hombres y mujeres y los criterios de representación de la división sexual del trabajo. El análisis de más de diez horas de contenido concluye que se transmite una visión androcéntrica y sexista pese a que no existen evidencias arqueológicas ni antropológicas para argumentar las asociaciones de género que se ofrecen en los documentales y vídeos revisados.
El estudio 'Género y Prehistoria. División sexual del trabajo en las producciones audiovisuales españolas' contabiliza el número de mujeres, hombres, niñas y niños que aparece en cada uno de los productos audiovisuales de difusión del patrimonio arqueológico y, al mismo tiempo, estudia las actividades que unos y otras realizan. En ese sentido, la representación de los hombres en la Prehistoria se asocia principalmente a tareas de agricultura, caza y pesca, metalurgia, política o guerra. Por su parte, a las mujeres se las vincula más con labores de cocina, elaboración de tejidos o cuidado de la familia.
El artículo destaca que en ningún caso se ve a mujeres desarrollando actividades relacionadas con la política y solo en una ocasión se la representa desarrollando labores de caza o pesca. Además, después de las actividades relacionadas con los textiles y la cocina, la tercera acción más común que están desempeñando las mujeres es “nada”, antes incluso que el cuidado de niños, ancianos y adultos enfermos.
Más en concreto, los hombres aparecen representados en el 54,81% del material analizado, mientras que las mujeres lo hacen en el 26,7% de los documentales. La misma desigualdad se repite en los menores: los niños aparecen en el 6,49% de las cintas, mientras que las niñas solo están en el 4,08%. Además, el número de hombres supera al de mujeres en el 73% de las producciones estudiadas y solo en el 12% de ellas las mujeres aparecen más que los hombres.
Podríamos pensar que en aquella época, como dice el titular, verdaderamente ellos cazaban el mamut y ellas se encargaban de las tareas de la casa, resumiendo, sin que eso suponga perpetuar rol alguno si era realmente así como ocurría. Trasladamos directamente la pregunta a una de las autoras del estudio, Marta Cintas Peña, quien asegura a eldiario.es Andalucía que “la división sexual del trabajo tradicional que hacemos tiene más que ver con las comparaciones etnográficas, no tanto con el material arqueológico propiamente dicho”.
Antes de la escritura
“En Arqueología prehistórica no contamos con el material de una manera clara, especialmente para cronología de paleolítico superior, de cazadores-recolectores, como para decir que ellos hacían una cosa y ellas hacían otra. Tampoco para decir lo contrario. No podríamos decir que las mujeres cazaban o los hombres recolectaban, necesariamente. Los vídeos analizados se refieren a tiempos anteriores a la invención de la escritura. Luego, en la sociedad romana, por ejemplo, se puede saber si hay división sexual del trabajo porque hay textos que te lo dicen y otra serie de materiales que te informan”.
Según explica la historiadora, los materiales arqueológicos disponibles son limitados. “No hay nada en el registro arqueológico que te lleve a pensar que eso debía ser como aparece en estos documentales. Si tenemos esa idea es por equivalencias etnográficas. Porque si pensamos que los bosquimanos tienen una división sexual del trabajo porque los hombres cazan y las mujeres recolectan, fundamentalmente, y eso lo trasladamos a un nivel subsistencial equivalente, sería el Paleolítico superior. Es como decir que los bosquimanos son equivalentes a nuestros antepasados del Paleolítico superior y, como ellos hacen eso, nosotros debimos hacer eso antes también. Pero en realidad si se mira solo el material en sí, no hay evidencia suficiente, prácticamente ninguna, para decir nada en ese sentido”.
Entre los analizados hay vídeos de sociedades cazadoras recolectoras o de sociedades sedentarias con domesticación de animales, del Paleolitico superior, del Neolítico, de la Edad del Bronce, todos anteriores a la invención de la escritura. Hay algunas cuestiones “curiosas”, como que en los vídeos pensados para niños, explica Cintas Peña, aparecen niños “pero si los videos no están pensados para divulgación infantil ya no aparecen niños, como si no hubieran existido”.
“Se dan por sentadas muchas cosas”
“Queríamos ver de una forma genérica cómo se representa audiovisualmente la Prehistoria y hace hincapié en que se dan por sentadas muchas cosas que realmente no se conocen bien o sobre las que no se puede dar una opinión determinante y se transmite de una forma muy acrítica de modo que alguien que lo ve piensa que se sabe que fue así y en realidad no siempre se sabe que fue así”, apunta la historiadora, de 31 años, que a modo de ejemplo dice que “la caza pudo haber sido probablemente una actividad colectiva de todo el grupo, no sólo de cuatro hombres aguerridos”. “Es algo que se nos transmite y que actualmente también sucede así, de alguna manera, por lo que pueden ser nuestros roles de género trasladados al pasado. Ante la duda, quizás es mejor divulgar que la caza, por ejemplo, la hacía todo el mundo, no solamente una selección concreta”, concluye.
“La representación de géneros en estas producciones dista mucho de ser equilibrada, pues muestra importantes sesgos androcéntricos, especialmente en lo que respecta a la división sexual del trabajo”, dicen los autores al explica que “tal representación sesgada de la división sexual del trabajo y de los roles de género no tiene base científca, por lo que su presencia en las producciones audiovisuales estudiadas obedece a la aplicación de prejuicios sociales e ideológicos machistas, probablemente inconscientes”. “La realización de una difusión de calidad de la Prehistoria ha de pasar necesariamente por el abandono y rechazo de tales sesgos, tanto por razones científicas como éticas y sociales”, reclaman.
Los autores señalan, en cualquier caso, que no quieren decir que la Arqueología en España no haya añadido la perspectiva de género a sus trabajos. De hecho, destacan la existencia de diversos artículos que ya han abordado el tema, así como de algunas iniciativas abiertas al público desarrolladas por museos y otras instituciones. Pero al mismo tiempo el estudio indica que hay un machismo subyacente en la manera en que estos productos audiovisuales son diseñados, sin que exista justificación científica para ello, por lo que debe existir una reflexión previa acerca de cómo se asignan los roles de género.