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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Totalán, un pueblo en un túnel

La gente de Totalán vive estos días una situación extraña. Han venido los periodistas a explicar lo que sucede en un cerro del pueblo. El cerro está apenas a unos cientos de metros, pero a la vez es inaccesible y lejano. Un mundo aparte. De modo que la gente de Totalán se ve en la televisión, se escucha en la radio o se lee en los periódicos, contando a un periodista lo que ha leído, oído o escuchado a otro periodista. “Yo voy sabiendo lo que veo en la tele”, comentan.

Lo que sucede en el cerro es una “obra de ingeniería civil” (o humanitaria), que en los últimos dos días ha avanzado con mucha dificultad. Este miércoles fue, como el martes, un día difícil. Los operarios trabajaron para perfilar el túnel excavado el lunes. De buena mañana metieron el tubo que debe guiar el armatoste en el que bajarán los mineros; poco después lo sacaron. Y así estuvo resto del día, suspendido de una grúa.

Mientras la obra se complica, las mujeres de Totalán siguen ayudando en lo posible: dar una comida caliente a los centenares de personas que trabajan para meterse en la barriga de una montaña y sacar de allí al pequeño Julen.

Muy cerca del bar está el salón parroquial, donde se reúne la Asociación de Mujeres. Llevan días preparando las comidas a la familia de Julen, recluida en una casa al comienzo del pueblo, y a los integrantes del descomunal operativo de rescate. Empezaron dando un caldo y fueron ampliando el menú a base de donaciones de particulares. Una pollería regaló pollos asados, y ellas hicieron croquetas. Este miércoles una venta ha puesto lentejas para todos.

“Vamos a hacer un 'guisaíllo' de carne”, explica Margarita Castillo a primera hora de la tarde del miércoles. Cualquier cosa para entrar en calor, porque si el frío es cortante en el pueblo, en el monte debe ser gélido. Margarita Castillo lo explica todo con una sonrisa, pero también deja percibir la amargura por ver que los avances allí arriba tropiezan cada poco con un nuevo escollo. “Cada día estamos más tristonas. No dormimos”, admite. Sin embargo, mantienen la consigna: hay que seguir. “Nos damos ánimos porque tenemos que seguir luchando. Tiene que salir ese niño, y tiene que salir vivo”.

“Ves que un día y otro todo es lo mismo, y te desesperas”, cuenta una vecina. “Lo hago por todas esas personas que están ahí arriba, dándolo todo. Los ves y comprendes que lo están pasando mal”. El mejor ejemplo es Ángel García Vidal, el ingeniero que coordina los trabajos en la montaña y que cada noche baja al pueblo a dar la cara ante los periodistas. Su rostro hace días que refleja el cansancio de un trabajo ingrato, pero cierra cada comparecencia con palabras de aliento. “Sentimos que cada vez estamos más cerca de Julen”, dijo el martes.

Lo mismo dicen los voluntarios de Protección Civil. No se admite el desfallecimiento. Rafael Gálvez, jefe de Protección Civil en Málaga, coordina el operativo para que a la familia y al equipo de rescate no les falte algo que comer. En cada turno de día participan de 25 a 28 voluntarios, de Moclinejo, Rincón de la Victoria, Vélez-Málaga, Málaga, Almogía y El Burgo. Unos cien en total. Le sobra personal, dice.

“Hay una colaboración máxima de la sociedad de Totalán y alrededores”, explica Gálvez, que tuvo que pedir a los vecinos que dejasen de llevar comida. Y concluye: “Estamos igual que el primer día. Nuestro objetivo es rescatar a Julen y entregárselo a la familia, vivo”.

Unas 300 personas, entre bomberos, Guardia Civil, 112, Grupo de Emergencias (GREA), voluntarios de Protección Civil y psicólogos, se rotan en el operativo. El puesto de mando está en los sótanos de la casa de Yolanda Alcaide. Otra familia del pueblo aloja desde hace días a la familia de Julen.

Una operación extremadamente compleja

Totalán tiene 715 habitantes. Es un pueblo cuyos motivos de orgullo son el camaleón y Antonio Molina, y a cada uno se le ha dedicado una estatua. No está claro que Antonio Molina naciera aquí, pero no importa. Sus padres y sus abuelos eran totalenses y con eso basta. El otro gran hito fue cuando la Diputación Provincial concedió a Totalán el “Premio de embellecimiento” en 1999.

A este pueblo que mira al mar encajado en almendros, la desgracia lo ha puesto en el mapa. El miércoles al mediodía, dos hombres observan la obra en la distancia. Han venido de Granada para eso. “Estoy harto de verlo por la tele, y por eso hemos venido”, comenta uno. “¿Y no sabe usted si se puede subir?”, pregunta. Cree que “están tardando mucho”, y preguntado por si sabe de perforaciones, responde que trabajó en esto “una temporada”, pero que saber, no sabe.

Como ellos, cientos de personas tienen opinión de una obra que los técnicos sobre el terreno califican de “extremadamente compleja”. Muchos la vuelcan en redes sociales, y otros se han acercado a Totalán. Cuentan fuentes del operativo que, especialmente durante los primeros días, recibieron las ideas más inverosímiles, alguna de ellas de boca de algún cargo político de fuera de Andalucía. Por ejemplo, introducir algún animal amaestrado capaz de horadar el tapón bajo el que se cree que está Julen.

La realidad es más complicada, y todo avanza muy lentamente, mientras los periodistas van y vienen. La gente de este pequeño pueblo, convertido por accidente en centro informativo de España, se ha acostumbrado a su presencia. El bar Arriba y Abajo es el punto de encuentro: arriba, los periodistas con sus portátiles. Abajo, los totalenses, comentando lo que se escribe.

“Yo veo la tele para enterarme de lo que pasa”, explica un parroquiano. En Canal Sur conectan en directo con un punto en el que las cámaras hacen guardia desde hace diez días. Luego regresan al estudio, y muestran cómo funciona el martillo neumático con el que los mineros escarbarán en horizontal. “Hay una sensación de cuenta atrás en Totalán”, explica la reportera a la media docena de totalenses que miran en silencio la tele del bar.