Los atunes vuelan estas semanas en su migración del Atlántico al Mediterráneo y, con la misma velocidad, caen en la trampa de redes de las almadrabas gaditanas. Las cuatro artes que todavía se calan en aguas de La Janda, en Zahara, Conil, Tarifa y Barbate, han superado la mitad de sus capturas autorizadas apenas cuatro semanas después de las primeras levantás. En los municipios costeros se suceden las rutas gastronómicas de la carne roja del mar. Y en el agua, a cada cambio de marea, hierven miles de atunes como indicador de que la especie ha iniciado la senda de la recuperación.
A principios de la última década, los almadraberos fueron los primeros en advertir de que los cardúmenes de atún rojo eran cada abril nubes menguantes. Lo recuerda Marta Crespo, portavoz de la Organización de Productores Pesqueros de Almadraba OPP-51. Se levantaban menos ejemplares, más pequeños. La pesquería se desangraba por la herida abierta a manos de la flota industrial del Mediterráneo, sobrecapacitada y de una voracidad extraordinaria. Científicos y ecologistas alertaron de que el Thunnus thynnus acabaría viéndose sólo en libros y museos, hasta que en 2006, cerca de la zona roja de la extinción, la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Iccat, por sus siglas en inglés) puso en marcha un plan para controlar la pesca.
Las restricciones comenzaron en la campaña de 2007. Desde entonces, han pasado de capturarse unas 32.000 toneladas anuales declaradas (en la práctica se pudieron superar las 50.000) a 13.400, y se han endurecido de forma severa los controles para acabar con la barra libre de las flotas industriales del Mediterráneo. En el primer año de control internacional, a las almadrabas andaluzas les correspondieron 1.417 toneladas de pesca. Este año, el reparto ha dejado en Cádiz alrededor de 657 toneladas, de las que ya se han pescado más de tres cuartas partes. Es una cantidad exigua pero representa un punto de inflexión porque la Iccat, por primera vez en seis años, ha admitido un incremento del 4% del Total Admisible de Capturas (TAC) al valorar la mejora de la población mundial del gigante de los túnidos.
El comité científico de la Iccat ha avalado “una clara recuperación” de la biomasa reproductora de atún rojo. En el informe presentado en la reunión de evaluación del stock en noviembre en Agadir (Marruecos), señaló que, de las 150.000 toneladas de la década de 2000, este indicador ha vuelto a situarse ahora entre los 295.000 y 380.000 toneladas.
Las conclusiones del comité científico están basadas, en parte, en los datos recogidos por el Observatorio Científico de las almadrabas gaditanas. Allí, los expertos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) han podido contar durante tres ejercicios consecutivos atunes pieza a pieza, los que se pescan y los que se liberan. Han comprobado el paso de la penuria a la riqueza. Los chatos, los primeros de la carrera hacia la calidez del Mediterráneo, vienen grandes y gordos. Los responsables de la almadraba de Conil aseguraron el año pasado haber liberado ocho veces más ejemplares de los pescados, que fueron poco más de un millar. En la levantá celebrada el pasado viernes en Zahara de los Atunes, los almadraberos capturaron 125 piezas y dejaron en las redes más de un millar en una maniobra histórica. Viejos pescadores aseguraron que no habían visto nada igual en veinte años.
“Nosotros alertamos del riesgo de extinción de la especie y ahora hemos sido los primeros en apuntar que el atún rojo se recupera”, presume la portavoz de la OPP-51. Aunque la tendencia de recuperación de los cardúmenes es notable, tanto el comité científico como la propia Iccat se rigen por un “principio de precaución” y sólo liberarán cuotas poco a poco, aunque esta medida está ahogando a los almadraberos andaluces. Los empresarios aseguran que las temporadas casi no dan para cubrir gastos, a pesar de la extraordinaria cotización del atún rojo en los mercados. Unas 350 familias gaditanas dependen directamente de las almadrabas.
Entre 2010 y 2012, el mantenimiento del Observatorio Científico en las artes gaditanas ha permitido prolongar el trabajo en las almadrabas hasta los seis meses, independientemente del volumen de capturas, para dar cobertura a los propios científicos del IEO en sus salidas a la mar. De esta forma, los marineros seguían trabajando, aun sin pescar, y podían cotizar lo suficiente como para acceder a la prestación por desempleo fuera de la temporada.
Sin observatorio científico
Este año, sin embargo, el Gobierno ha decidido por sorpresa no renovar la actividad del Observatorio, lo que ha causado indignación entre los almadraberos, que defienden que los datos recopilados a pie de muelle en Barbate son fundamentales para conocer la evolución de la especie. “Las almadrabas llevan 3.000 años pescando en el mismo sitio, son el mejor observatorio del mundo para saber qué está pasando con el atún rojo”, argumenta la portavoz de OPP-51.
La polémica ha alcanzado una dimensión política en la que el Partido Popular (PP), frente a los ataques de los ayuntamientos de Barbate (PSOE) y Conil (IU) y de la Junta de Andalucía, ha cargado de forma agria contra los pescadores gaditanos. El portavoz de Pesca del PP en el Parlamento, José Manuel Martínez, les ha acusado de pelear de forma exclusiva por las subvenciones (“quieren que se les inyecte dinero pero ahora no se puede”, dijo), mientras que el secretario general de Pesca, Carlos Domínguez, ha insistido en que “la responsabilidad del éxito empresarial de las almadrabas recae sobre sus gestores, no sobre la Administración”. “En la medida en que se sepan adaptar a las nuevas circunstancias no necesitarán recurrir a expedientes como el Observatorio Científico, que le sirvió de muleta en años anteriores pero cuya utilidad ya ha sido cuestionada por el presidente del Comité Científico de la Iccat”, ha argumentado Domínguez.
Lo expuesto por el secretario general de Pesca contradice un informe publicado por la propia Iccat en 2012, en el que el organismo propone que las almadrabas sean consideradas “observatorios científicos de túnidos de Iccat” porque considera los datos que aportan “esenciales” para la evaluación de la especie. La Iccat también ha defendido la necesidad de “proteger las últimas almadrabas existentes” y ha instado a los gobiernos nacionales a solicitar su inclusión en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Comprando derechos
Los almadraberos, indignados por la confrontación política, iniciarán movilizaciones el día 6. Aseguran que sólo quieren pescar y garantizar el futuro de una actividad artesanal, respetuosa con la especie y con el entorno, y que hunde sus raíces en las primeras civilizaciones que poblaron la Península. Para paliar la escasez de cuota, a la espera de las decisiones de la Iccat, las cuatro empresas gaditanas se dedican a compra derechos de captura de otras pesquerías como única estrategia para afrontar la campaña con mínimas garantías de negocio.
Este año, la almadraba de Barbate (Pesquerías de Almadraba, participada por la empresa murciana Ricardo Fuentes e Hijos) ha comprado derechos de captura de 450 toneladas de atún rojo de las flotas vasca y cántabra, mientras que las almadrabas de Conil, Zahara y Tarifa han adquirido 180 toneladas de las flotas de palangre y del Estrecho. Son 630 toneladas extra, casi la misma cantidad que la cuota asignada tras el reparto nacional, pero la rentabilidad de ambas partidas no es comparable. Pesquerías de Almadraba ha pagado 11,12 euros por kilo a los pescadores del norte por sus derechos de captura. Una vez pescados, la almadraba venderá los túnidos plateados, principalmente a intermediarios japoneses, a unos 19 euros el kilo.
Las flotas vasca y cántabra, por su parte, han ingresado cinco millones de euros sin salir a pescar el atún rojo o cimarrón, una especie en la que ven escasa rentabilidad. Con el dinero ingresado, los arrantzales tienen efectivo para dedicarse a otras especies costeras, como la de bonito del Norte. Este tipo de transacciones cambiará con la nueva normativa aprobada por el Gobierno en abril, que limita la venta de derechos a dos años consecutivos tras los cuales el titular de la cuota tendrá que optar entre pescarla o perderla.
“Si no apostamos, no hacemos nada”, defiende Pedro Muñoz, gerente de Pesquerías de Almadraba, tras la enorme inversión realizada este año en derechos de pesca. La almadraba de Barbate tiene con una ventaja crucial para rentabilizar esas capturas. Desde hace dos años, engorda a los atunes en piscinas de redes habilitadas en la mar. Muñoz explica que, esta campaña, Barbate levantará unas 200 toneladas y derivará hasta 480 a sus granjas de engorde. Allí alimenta a los ejemplares con caballas, sardinas y jureles de la zona, de forma que las piezas incrementan su tamaño y su valor en el mercado hasta su captura en septiembre, “antes de que la mar se ponga peligrosa”. Las otras tres empresas gaditanas tramitan permisos para realizar prácticas de engorde como medida para afianzar la viabilidad del sector más allá de las cuotas asignadas. Hay un futuro en las granjas de cerdos del mar.