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“No se podrá celebrar nada este año”: un 23 de abril confinado marca un horizonte sombrío para eventos y fiestas

Fonz (Huesca) ha cancelado la Feria del Renacimiento, un evento que reunía a unas 5.000 personas en el pueblo.

Óscar Senar Canalís

Zaragoza —

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Un 23 de abril, día de Aragón y del libro, era hasta ahora sinónimo de una jornada festiva, con olor a claveles y miles de personas recorriendo el paseo de Independencia de Zaragoza con la intención de comprar alguna novedad literaria. Con la crisis del coronavirus, y ante el cierre total por el que muchas librerías han optado para no exponer a los repartidores, la Asociación de Cámaras del Libro de España ha dado por suspendida la celebración comercial y aplaza para más adelante la aplicación del habitual (y máximo por ley) 10% de descuento. Con todo, se ha apostado por una conmemoración “simbólica”, que se traduce en charlas y actividades a través de medios digitales. Un camino que, junto al anuncio de suspensión de los sanfermines, define el horizonte que se abre -o más bien se cierra- para otros eventos culturales y populares con fechas previstas en los próximos meses.

En la capital aragonesa, la Comisión Permanente del Libro de Zaragoza (COPELI) ha optado por atenuar “un día triste para todos nosotros” con un programa de presentaciones, recomendaciones, cuentacuentos e incluso firmas en formato virtual, a través de las redes sociales de la Feria del Libro y del canal de vídeo 'Libros de Zaragoza'. Marina Heredia, presidenta de COPELI, mantiene la esperanza de que “cuando podamos volver, llenaremos de nuevo el paseo de libros y volveremos a ser felices entre libros”.

En este contexto, en el que al cierre se une la pérdida de una jornada que tradicionalmente ayuda a cuadrar las cuentas anuales, la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL) ha puesto en marcha la campaña 'Apoya a tu librería', mediante la cual los lectores pueden adelantar compras en sus establecimientos de referencia con un sistema de cheques regalo.

Una “nueva normalidad” para la cultura

A principios de abril, Slap Festival, especializado en música negra, anunció la cancelación de su edición de verano, que debería haber tenido lugar del 26 al 28 de junio en el camping de Zaragoza. Víctor Domínguez, director de esta cita y de la sala de Las Armas, trabaja desde el punto de partida de que “no se podrá celebrar nada este año”. “Parece claro que los actos que atraen a mucha gente, y la hostelería relacionada con estos, va a ser lo último en recuperarse. Si salimos todos de repente y nos juntamos de nuevo, mientras no exista la vacuna se puede reactivar el brote”, opina, por lo que “es una cuestión de responsabilidad no jugárnosla abriendo y que se pueda liar”.

¿Cuál considera Domínguez que será el camino para volver a organizar actividades? Desde su experiencia en la sala de conciertos de Las Armas, con un capacidad para más de 300 personas, cree que “si ya antes era complicado, con un aforo reducido será imposible cuadrar las cuentas”. Solo ve como opción que desde las instituciones se ofrezcan ayudas “tanto para mantener al sector como para que la gente pueda seguir disfrutando de la cultura”. Domínguez adelanta que, en su caso, “estamos dándole vueltas a un proyecto para ofrecer música en directo a través de 'streaming'”.

Laura Montañés, gestora cultural y responsable, junto a Isabel Cebrián, del ciclo cultural Piloto Rojo, considera que esta crisis ha puesto en evidencia “la falta de contenidos diseñados específicamente para un entorno digital, no como sustitutos o reflejo de programas que se desarrollan en un lugar físico”. Considera que los programas sin vocación masiva “tienen más esperanza” de sobrevivir, ya que todo apunta a “un cambio de hábitos hacia experiencias más íntimas” que, en todo caso, no serán viables sin apoyo institucional.

Luis Lles, técnico de cultural del Ayuntamiento de Huesca y programador de largo recorrido (en su currículum figuran varias ediciones del festival Pirineos Sur), augura un escenario “bastante negro” en los próximos meses, impracticable para los grandes festivales incluso en 2021. “Veo más manejables festivales como el Periferias de Huesca, que no atraen a grandes masas y tienen más fácil garantizar la distancia social en sus actos”, dice Lles.

Pablo Pérez Terré, especializado en programas culturales de ámbito rural, como Estoesloquehay, cree que la crisis de la COVID-19 “puede perjudicar mucho la vida social y cultural de las pequeñas poblaciones, aunque parten con la ventaja de en la mayoría sus actividades no están masificadas”. Para él, es el momento para que “en lugar de sufragar macroproyectos, las administraciones se den cuenta de la importancia de apoyar iniciativas de menor escala que vertebren en territorio”.

Las fiestas, con suspense

La sombra de las cancelaciones planea también sobre los festejos populares, y más tras el anuncio de la suspensión de los sanfermines. Teruel y Huesca, por orden de calendario, miran con atención lo ocurrido en Pamplona. En la capital turolense está prevista hoy una reunión telemática entre el Ayuntamiento y las peñas para tomar una decisión definitiva sobre La Vaquilla; su coincidencia en el calendario con los festejos pamplonicas hace prever un desenlace similar. Por su parte, Ramón Lasaosa, concejal de Cultura y Fiestas del Ayuntamiento de Huesca, asegura que todavía no pueden adelantar nada sobre San Lorenzo, salvo que “estaremos a lo que diga el Gobierno central en cuanto a concentraciones de gente”.

Lo que sí anticipa Lasaosa es que, una vez se puedan empezar a celebrar actos, el consistorio priorizará la contratación de grupos locales: “No se trata de excluir bandas o compañías de fuera, sino de apoyar al tejido profesional local, de mucha calidad. La gente de la música, el teatro y la danza lo está pasando mal, se les han caído muchas actuaciones; también estamos pensando en las empresas de producción de espectáculos, los diseñadores, las escuelas artísticas..., dentro de los límites de la ley de contrataciones”.

Lasaosa plantea la realidad de las apreturas del calendario: “No podremos programar todo lo que queramos en los meses que quedan de 2020, porque no habrá fechas para todo, así que algo habrá que dejar para más adelante”. Además, considera que se tiene que abrir una reflexión sobre el acceso a la cultura en este contexto, porque “hay que tener en cuenta si, cuando esto pase, el público querrá o podrá ir a actos que concentren gente”.

¿Y en los pueblos?

La situación también concierne a los pueblos. En Fonz (Huesca) se han visto obligados a cancelar la Feria del Renacimiento, prevista para el 5 y 6 de junio, ya que “es inaplazable, porque está en el calendario oficial de Ferias de Aragón, y además no creemos que en un espacio tan breve se permita reunir a las 5.000 personas que suelen venir”, explica María Clusa, concejal de cultura de la localidad. Con la Trobada de Jazz, que iba a ser en mayo, sí han optado por el aplazamiento sin fecha definida.

“Vamos a ir partido a partido”, dice Clusa, que considera que anunciar cancelaciones de citas para las que aún faltan meses solo conduce al desánimo. Así, asegura que “ni siquiera entre nosotros” (en referencia al equipo municipal) se ha comentado la posibilidad de quedarse sin fiestas de agosto, ya que “igual de aquí a entonces se permiten actos con cierto número de personas al aire libre”.

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