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Las cloacas romanas de Zaragoza, un mundo por visitar

Las nuevas tecnologías acercan el subsuelo a la superficie y permiten pasear, de manera simbólica, por pasadizos de cemento diseñados y construidos en época romana. Una de las visitas virtuales “más interesantes” apuntan los que ya la han realizado, de las que se pueden encontrar en la ciudad de Zaragoza. De la antigua ciudad romana que nació como Caesaraugusta, uno de los enclaves más importantes de Hispania (la Península Ibérica), epicentro económico y base militar debido a su situación estratégica cerca del río Ebro, hoy en día se conservan las murallas, los museos de las Termas Públicas, el Foro, y el Teatro de Caesaraugusta, y también las cloacas romanas. Los primeros se pueden visitar paseando entre sus restos, para conocer las últimas, el visitante tiene que hacer uso de las nuevas tecnologías, concretamente de la realidad virtual, con la que se puede hacer una visita interactiva por una ruta en la que se han incluido todos los restos conocidos conservados o no. 

Dado que por cuestiones de seguridad y de evacuación se estimó en su día que no era visitable, el Ayuntamiento de Zaragoza, desde su área de Cultura, puso en marcha este sistema de visitas virtuales interactivas a la zona. Las fotografías en 360º y filmaciones en alta resolución realizadas a través de un sistema láser, muestran con precisión milimétrica su estructura, trazado y cronología.

En total son 37 tramos de cloacas, que suman más de 600 metros, una pequeña muestra que ronda el 3% de la red de abastecimiento en su totalidad, que se calcula que tendría unos 15 kilómetros. La colaboración de los profesionales de la arqueología en la excavación es clave a la hora de poner en marcha un proyecto de esta envergadura, sin olvidar la voluntad de los propietarios de los inmuebles bajo los cuales se conservan algunos restos; así como el trabajo de seguridad llevado a cabo por los efectivos de las unidades de Rescate Vertical de Bomberos y la de Subsuelo de la Policía Nacional. 

La visita se puede realizar de manera gratuita en la web del Ayuntamiento de Zaragoza y no tiene un recorrido único porque los tramos han ido apareciendo en función de las obras en los solares y edificios de la ciudad. La idea del tour es que los ciudadanos puedan hacer una visita “jugando” y así ir conociendo todo el núcleo urbano dando saltos en el callejero. La visita se completa con llamadas informativas, puntos en los que se despliegan textos con breves explicaciones sobre lo que el visitante tiene ante sus ojos. 

Las cloacas de Zaragoza, el porqué de su escasa publicidad. 

Las cloacas son un conjunto de canalizaciones entrelazadas que se extiende por toda la ciudad dando lugar a la primera red de saneamiento. Además de las cloacas principales, existían otras más pequeñas vinculadas a grandes estructuras o monumentos, y diseñadas para satisfacer sus necesidades concretas. Es el caso de las canalizaciones que se encuentran en el foro, el teatro, o las termas. 

Como explica Francisco de Asís Escudero en su libro “Las Cloacas de Caesaraugusta y Elementos de Urbanismo y Topografía de la Ciudad Antigua” escrito en colaboración con María Pilar Galve Izquierdo, hasta los años ochenta del siglo pasado los datos sobre las cloacas de Zaragoza con los que se contaba eran más bien “escasos”. De Asís Escudero abre su obra con un ejemplo revelador: “en 1982 se citan tres cloacas en un trabajo general de M. Beltrán: La arqueología de Zaragoza: últimas investigaciones. En 2012 son 44 los tramos descubiertos de cloacas viales o grandes canales, sin incluir los múltiples canalillos o cloacas domésticas”, asegura.

La primera cloaca conocida es la del Foro Romano, descubierta en 1870, pero no fue hasta los años 80 del siglo pasado cuando empezaron a documentarse estas estructuras de manera científica. La mayor parte de las grandes cloacas de Zaragoza han llegado hasta ahora teniendo como última utilidad datada la de servir de bodega para los inmuebles construidos con posterioridad. En los años 90 el Casco Histórico de Zaragoza sufre numerosas intervenciones y es entonces cuando se comienzan a llevar a cabo los primeros estudios arqueológicos. Un trabajo en el que destacan dos figuras, la de Escudero y de Galve.   

¿Cómo son estas construcciones que se esconden bajo la calzada de Zaragoza?

El diseño que hoy se puede visitar de manera virtual y que está bajo los pies de los habitantes de la capital de Aragón, se remontaría según los expertos a la época de Augusto, momento en el que se planificó la ciudad, aunque su ejecución se llevó a cabo en tiempos de Tiberio, durante el siglo II a.C. Esto en cuanto al núcleo básico, porque las redes de los barrios este y sudeste llegarían con posterioridad. Su base topográfica se articula entorno a los dos ríos presentes en la ciudad de Zaragoza: el Ebro y el Huerva; con especial peso del primero sobre el segundo. 

Las cloacas del núcleo de la ciudad formaban una retícula ajustada a la red viaria. Se presentan como un entramado de vías ortogonales entre sí que señalan dos direcciones, la de los cardos (de norte a sur) y la de los decumanos (de este a oeste). La mayoría de las cloacas siguen casi a la perfección este esquema, solo quedan fuera aquellas que se localizan por debajo de grandes espacios monumentales, y que pueden prescindir de la rigidez del sistema de la superficie y adaptarse a la conveniencia del terreno y la funcionalidad de su objetivo. 

Además de seguir el diseño urbanístico de la colonia (ciudad) en su superficie, en las cloacas de Zaragoza existe un cierto valor estándar para permitir el paso de los operarios con comodidad –en torno a 1,5 o 2 metros de altura por 1 metro de anchura–, discurren a cotas profundas y tienen una pendiente media entre el 1% y el 2%.  Las paredes tienen un grosor que oscila entre los 30 y los 60 centímetros, con una media de 40 centímetros, aunque las más pequeñas, las que podrían considerarse secundarias, registran entre 27 y 41 centímetros, y carecen de abovedamiento. 

Desde su creación, las cloacas han formado parte de las infraestructuras básicas de carácter público, y por ello eran planificadas, realizadas y mantenidas por la administración local. Se encuentran encajadas en el terreno natural y están construidas en opus caementicium, también conocido como `hormigón romano´. Tienen sección rectangular, paredes paralelas y lecho plano, y están cubiertas con bóvedas de cañón. 

Esta red de saneamiento cumplía una función muy importante en época del Imperio Romano, uno de los sistemas políticos que más apostó por el orden urbanístico y también por la salubridad y la higiene en sus calles y entre su población. 

Respecto a cuándo dejaron de cumplir su función estas cloacas, los expertos no tienen una fecha segura, pero sí se inclinan con cierta seguridad a pensar que el sistema como tal no se colapsó en un momento determinado, sino que fue un proceso paulatino: algunas vieron su fin en la misma Antigüedad; en otras se fecha su cese a partir del s. XI, o del s. XVI, o durante otros momentos de la época moderna, pero también existen cloacas de las que se tiene la certeza de que han funcionado hasta este mismo siglo. En este sentido, Francisco de Asís Escudero destaca los casos de las “cloacas romanas como las de Tarragona, Calahorra y Astorga, Lugo o Córdoba siguen aún hoy cumpliendo las mismas funciones para las que fueron concebidas”.