Pocas ciudades tienen una relación tan tormentosa con su pasado. Durante el Renacimiento, Zaragoza fue conocida como “la Florencia española”; la Guerra de la Independencia primero, y las catastróficas decisiones políticas después, con el derribo de la Torre Nueva como cicatriz imborrable, liquidaron buena parte de la riqueza monumental de la capital aragonesa. Ahora, para muchos, Zaragoza podría estar a punto de tropezar en la misma piedra una vez más. Este próximo 22 de junio vence el plazo para que el Ayuntamiento apruebe la demolición parcial de la Fundición Averly, considerada uno de los ejemplos de patrimonio industrial mejor conservados de Europa. El Gobierno municipal de Zaragoza en Común ha lanzado una última propuesta para evitarlo.
El origen de esta encrucijada está en 2013, cuando la empresa Brial adquirió los terrenos de la Fundición Averly y anunció su intención de construir sobre ellos 200 viviendas. El complejo fabril fue levantado en su actual ubicación en 1880, en lo que entonces eran las afueras de la ciudad y hoy constituye un céntrico emplazamiento. Durante décadas, de la factoría Averly salieron raíles, turbinas, engranajes y las más diversas piezas, pero también obras artísticas y de mobiliario urbano que todavía hoy decoran Zaragoza y otras ciudades de España.
Dado que hasta fechas recientes la fábrica permaneció en funcionamiento, la arquitectura y la maquinaria original de Averly han llegado casi intactas a nuestros días. Tal como se ha encargado de recordar el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, a través de la profesora Pilar Biel, “la Fundición es un elemento muy relevante de la historia industrial, tecnológica, social y económica aragonesa, además de contar con unos valores histórico artísticos notables”.
De forma casi inmediata a conocerse la venta de la factoría, APUDEPA (Asociación de Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés) y la coordinadora ciudadana Salvamos Averly iniciaron una batalla para lograr que el Gobierno de Aragón declarase el conjunto como Bien de Interés Cultural. No consiguieron su objetivo, pero el ejecutivo aragonés amplió los términos y extensión en la declaración de la factoría como Bien Catalogado. La superficie protegida asciende ahora a 2.880 metros cuadrados, lo cual sigue sin librar de la piqueta dos terceras partes del complejo.
Entre tanto, la World Monuments Fund, una fundación sin ánimo de lucro dedicada a defender el patrimonio mundial, califica a Averly como “una de las fundiciones mejor conservadas de Europa” y la incluye en su lista de monumentos en riesgo.
En junio de 2016, después de una larga historia de manifiestos, denuncias ante la policía, sentencias judiciales e iniciativas políticas, llega la hora de la verdad: este próximo miércoles vence el plazo para que la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza apruebe la licencia de derribo de la parte no catalogada de Averly.
El plan de ZeC: que Averly sea catalogado como equipamiento público
“Salvar Averly no solo significa defender unos edificios, supone defender la historia de la ciudad”, dijo el pasado viernes Pablo Muñoz, el consejero de Urbanismo y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Zaragoza. Con esta idea como bandera, Muñoz presentó ante los medios una solución para Averly que, según sus palabras, cumple con los tres principios políticos que el propio gobierno municipal se ha fijado: “que salve toda la factoría Averly en su conjunto, que no le cueste dinero al Ayuntamiento y que por tanto se respeten los derechos de la propiedad”.
La fórmula consiste en que, antes de la celebración de la reunión de Gerencia de Urbanismo, el pleno vote aceptar de forma anticipada las alegaciones presentadas por APUDEPA, de manera que se catalogue el 100% del conjunto, se modifique el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para convertirlo en equipamiento público para uso cultural y social y se traslade la construcción de las viviendas a una parcela cercana.
La cuestión más delicada del asunto, el coste para las arcas municipales de esta maniobra, quedaría solventada trasladando el aprovechamiento urbanístico de los terrenos a otra zona próxima, de manera que Brial pudiera llevar a cabo el proyecto por el mismo valor que estaba previsto. “El Ayuntamiento tiene la facultad de organizar el territorio como considere”, recordó Muñoz. El consejero explicó que, de aprobarse, la decisión sobre la nueva ubicación se haría de común acuerdo con los grupos municipales que respalden la propuesta.
Para Muñoz, “no apostar por esta solución supone derribar Averly”. De esta manera, el consejero deja la pelota en el tejado de los grupos municipales de PSOE, CHA y Ciudadanos, ya que el PP queda excluido de la ecuación. Y es que Muñoz apuntó a los populares como “el agente externo” que rompió las negociaciones con la constructora, al vincular Averly “al póker de proyectos estrella paralizados” por el gobierno de ZeC.
APUDEPA: “No podemos imaginar que se vote a favor del derribo”
La plataforma ciudadana Salvemos Averly, aunque “cuestiona que la propiedad posea derecho a edificar”, ha acordado aceptar la propuesta de ZeC y pedir a los grupos municipales que la respalden. “Si el miércoles se aprueba la licencia de derribo será complicado evitarlo -señala Carlos Bitrián, de APUDEPA-, aunque exploraríamos mecanismos para seguir defendiendo el patrimonio”. Bitrián, en todo caso, reconoce, tras citar la larga lista de informes e instituciones que apoyan la causa, que es “incapaz de imaginar que la ciudad acabe votando a favor de derribar Averly”.
De cara a la decisiva votación de este miércoles, Salvemos Averly ha organizado una recogida de firmas y varios actos de información y protesta. La principal cita será una concentración este martes, a las 19:00, en la Plaza de España de Zaragoza.