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Greenpeace reclama un plan de futuro sin carbón para la última comarca minera de Aragón

Presentación del informe de Greenpeace.

Elisa Alegre Saura

Media provincia de Teruel ha dependido en las últimas décadas en buena medida del sector del carbón, industria que organizaciones ecologistas como Greenpeace recuerdan que es responsable de gran cantidad de emisiones contaminantes a la atmósfera. Un informe que la ONG acaba de presentar en la Cumbre del Clima de Marrakech, en un encuentro de la Organización Internacional de Trabajo con los sindicatos, demuestra que esa dependencia sigue siendo todavía muy fuerte, a tres años vista de que terminen las ayudas a la producción del carbón que mantienen la vida del sector. Las energías renovables, la agroindustria y el turismo de experiencias deben protagonizar, a juicio de la organización, el plan de acción que marque el futuro de la comarca.

Bajo el título Más allá del carbón. Alternativas sostenibles para el futuro de las cuencas mineras. Estudio de caso: El desarrollo alternativo de la cuenca minera de Teruel, el informe es el primero que realiza de manera detallada la ONG sobre una zona minera, explica Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace.

“Si se hubieran hecho estos trabajos desde el principio, quizá la transición ya se hubiera hecho con los fondos que se han invertido”, y los datos le dan la razón de que esa transición es una asignatura pendiente. El caso de estudio de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos, la última zona minera de Aragón, atestigua que casi la mitad del Valor Añadido Bruto de la zona continuaba dependiendo en 2015 de la extracción minera y de la central térmica de Andorra.

A pesar de que el final del sector está en el horizonte, y de las inversiones públicas para la reconversión que han llegado a la zona a través de planes como el Miner, la situación en la zona está marcada por la incertidumbre. “Se apostó por la monoindustriap en el sector de la construcción, en lugar de fomentar las pequeñas y medianas emresas y estudiar las preferencias de trabajo de la población”, recuerda Nuño.

Estos pueblos siguen dependiendo y defendiendo el carbón para la supervivencia de la zona y por eso se han vuelto a echar a la calle este otoño para reivindicar que se cumpla el Plan del Carbón, pactado por el Ministerio de Industria, empresas y sindicatos, y que Endesa invierta en las mejoras ambientales que le exige Europa para que siga abierta la central térmica de Andorra.

Nuño recuerda que Endesa acaba de anunciar que no invertirá en las térmicas, aunque ponga sobre la mesa la posibilidad de hacerlo con ayudas públicas: “No podemos dar subvenciones a una gran empresa que gana miles de millones para que siga contaminando”, sentencia la ecologista.

Pero, ¿por qué estamos en esta situación todavía, a pesar de todas las señales? “La falta de aceptación de un escenario futuro y cierto sin carbón ha frenado de forma significativa el proceso de transición hacia una economía apoyada en actividades económicas alternativas”, destaca el documento, porque las administraciones y los habitantes no han querido abordar el problema, apunta Nuño.

Este estudio, encargado por la ONG a la consultora Abay Analistas Económicos, con la participación del Instituto Sindical del Trabajo, Ambiente y Salud de CCOO, es una hoja de ruta para hacerlo y quieren que sea ejemplo además para otras comarcas mineras.

Ahí se recogen, además de los datos sobre la situación económica actual de la comarca, los sectores en los que la ONG ve las posibilidades de futuro desarrollo, que en todo caso, recalca Nuño, pasan por un plan de transición.

Ese plan debería incluir un análisis real del impacto del abandono del carbón, el análisis de la economía local y sus potencialidades, una planificación para la protección social de los trabajadores, diálogo social e implicación de todos los actores locales, planes de formación y recualificación, políticas y fuentes de financiación y una adecuada coordinación administrativa.

Entre los campos que el informe destaca como alternativa de futuro está el turismo de experiencias, el sector agroalimentario y sobre todo el desarrollo de energías renovables, para lo que tiene elementos a favor, como la existencia de estructuras de evacuación previas y de grandes redes de transporte de energía, así como la existencia de recursos energéticos tanto en energía solar como en eólica y en menor medida biomasa.

Todo ese plan debería ser coordinado por un organismo público que velara por la transparencia de las inversiones para una “transición justa y sostenible para todas las cuencas”, sentencia Nuño.

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