Ni los aspirantes a reeditar el Gobierno central tienen tantos motivos para alardear de sus políticas laborales ni los agentes sociales, especialmente los empresariales vista su escenificación y en menor medida los sindicales atendiendo a la suya, para considerarla infame e invasiva para el diálogo social, cuando menos en lo que respecta al acuerdo para reducir la jornada semanal máxima a 37 horas y media y a sus efectos en Aragón.
Lo cierto es que la negociación colectiva tiene parcialmente superado ese objetivo, ya que los convenios cerrados entre enero y septiembre contemplan una jornada semanal media de 37 horas y doce minutos de duración, un dato que, de suyo, indica que se están firmando acuerdos con duraciones más reducidas todavía; y también más amplias, obviamente.
Según los datos de negociación colectiva que ofrece el Ministerio de Trabajo, los convenios de empresa firmados en Aragón entre enero y septiembre fijan una jornada anual de 1.698,98 horas semanales, 128 por debajo de las 1.826,67 que, una vez descontado vacaciones, descansos y festivos, suma la de cuarenta.
No es que se trate de una innovación genuinamente aragonesa, ni mucho menos, ya que ese promedio se encuentra solo tres minutos por debajo del estatal, queda lejos de los de Madrid, Asturias, Euskadi y Castilla y León y se sitúa a 84 horas de los acuerdos que se están alcanzando en Soria, donde la media anual de 1.614 horas equivale a más de dos semanas menos de trabajo al cabo del año.
El reducido alcance efectivo de los avances
Los convenios autonómicos mejoran esa cifra con 1.612 horas, ligeramente por encima de las 35 semanales, mientras que, por provincias, la jornada pactada de menor duración es la de las empresas oscenses, con 1.674 horas frente a las 1.713 de Zaragoza y las 1.733 de Teruel.
Paralelamente, los convenios de ámbito superior a la empresa, ya sean sectoriales o provinciales, se cerraron en los primeros meses de este año con una jornada anual de 1.764,29 horas, lo que supone 38 y 38 minutos semanales, mientras que la media es de 1.754,53, es decir, de 38 y 25.
En estos dos últimos casos, la propuesta del acuerdo entre PSOE y Sumar para reeditar el Gobierno de coalición si encuentran apoyos suficientes supondría una mejora de en torno a una hora de trabajo semanal.
Otra cosa es el alcance efectivo y práctico, tanto en número de trabajadores como por la tipología de las empresas, que esos acuerdos de negociación colectiva firmados de enero a septiembre están teniendo.
Los 71 convenios de empresa cerrados entre empresarios y empleados en ese periodo en Aragón, los que limitan la jornada semanal a 37 horas y 12 minutos, suman unas plantillas de 19.844 trabajadores y los 33 de ámbito superior, los que la sitúan en 38 y 38 y que se negocian entre sindicatos y patronales, afectan a otros 115.604.
Eso supone un 3,92% de los 504.952 asalariados que la seguridad Social contabilizaba en la comunidad al cierre de septiembre, menos de uno de cada 25, en el primer caso y un 22,89% en el segundo, con lo que esas mejoras apenas llegan a la cuarta parte de los trabajadores (los 102.497 autónomos quedan al margen de esos acuerdos).
La mitad de las jornadas superan las 40 horas semanales
En cualquier caso, el margen de maniobra del tejido productivo aragonés en materia de jornada es amplio, según indican los datos del Iaest, cerrados en 2022 y con los autónomos y las casi 80.000 jornadas parciales en el cálculo, prácticamente la mitad de los trabajadores, 282.700 de 566.600 que saben cuánto dura su jornada, trabajan más de 40 horas semanales, y 41.700 de ellos, el 7,3%, supera las cincuenta.
Paralelamente, dos de cada tres asalariados que se gana la vida con jornadas parciales lo hace porque no encuentra empleos de mayor duración (33.100) o por resultarle imposible trabajar más tiempo por tener que atender obligaciones familiares (20.800).
Lo que ocurre con los acuerdos sobre la jornada sucede también con las revisiones salariales, que en Aragón se sitúan en el 3,24% en el plano empresarial, normalmente con los pactos concentrados en las empresas de mayor tamaño y músculo financiero, y en el 4,68% en los convenios de ámbito superior.
Esa diferencia, apunta, por otro lado, a un clásico de las negociaciones de este tipo: en las mesas se opta por acordar recortes de la jornada cuando las posibilidades de pactar subidas de sueldo, o de incrementar las alcanzadas, quedan bloqueadas.
Se trata, en ambos casos, de aumentos superiores a los estatales, por ocho centésimas en las empresas y de un punto y cuarto en los convenios de ámbito superior, que en el conjunto del Estado se quedan en un 3,43%.