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A veces, la vorágine política deja un pequeño hueco para la lectura. Hoy quiero recomendar aquí la nueva novela de Isaac Rosa, novelista y columnista en este mismo medio (ante todo, transparencia). Lleva por título Feliz final y es una historia de amor contada al revés: desde la ruptura y la mudanza hasta el momento en que se conocen. Ya lo digo: es una magnífica novela, quizá la mejor de todas las suyas, junto con El vano ayer.
Y las lectoras se preguntarán “¿a qué fin viene hoy a hablar de libros en un espacio dedicado a la política?” Viene a colación porque Isaac Rosa siempre ha entendido la literatura como un arma cargada de futuro, como una herramienta mediante la que reflexionar sobre la actualidad y ofrecer su punto de vista.
En este caso, habla de la relación entre amor y trabajo, entre amor y tiempo libre, entre amor y dinero. Y el trabajo, el dinero y el tiempo libre sí atañen a la política. Estamos viviendo tiempos acelerados, donde todo sucede demasiado deprisa y no hay un segundo para detenerse a pensar; parecemos ratones en una rueda, siempre corriendo.
Pero a veces hay que parar. Hay que detenerse y pensar, hablar, reconducir si es necesario. Y esto se puede aplicar a la vida personal, a las relaciones y a la política.
A veces me da la impresión de que la vida de las diputadas de las Cortes se nos pasa entre comisiones en las que se discuten inútiles Proposiciones No de Ley y plenos en los que debatimos más por la presencia de osos en el Pirineo que por encontrar una forma de solucionar los problemas reales de la gente. Y mientras, nadie habla de política. Sólo hay ataques, estrategias para poner en aprietos a otro partido, repeticiones de debates estériles.
No se puede parar. Si lo haces, no sales en prensa, no hay material para un tweet, no hablan de ti o de tu partido. Si paras, eres invisible. (Me pregunto cómo era la política antes de tener internet en el móvil; seguro que menos acelerada).
Asistí a la presentación de Isaac Rosa en Zaragoza y me agradeció con asombro que hubiera podido dejar la política a un lado durante un rato para escuchar sus palabras. Y en realidad, durante esa presentación, se habló más de política que en el pleno del que venía. Algo falla en nuestro sistema parlamentario cuando esto sucede.
Los asistentes a la presentación hablamos de amor, de trabajo, de la importancia del dinero en el mantenimiento de una pareja, de la importancia del dinero tras un divorcio; hablamos del tiempo, que se nos escapa de las manos sin saber cómo; hablamos de la incomunicación en la sociedad y en la pareja; de que las personas no disfrutan de la ciudad y sólo van de un lugar a otro; y de cómo debemos reapropiarnos de la ciudad.
Hay muchas páginas memorables y muchas frases para subrayar, me quedo con ésta: “No puede ser que el agotamiento sea nuestro estado permanente y nos quieran tan mal y queramos tan mal”.
Muchas diputadas de las Cortes coinciden en que el sistema actual es una pérdida de tiempo, que lo importante son las leyes y no dedicamos el esfuerzo que se merecen y, en cambio, estamos agotados de trabajar en temas inútiles. En algún momento los políticos tenemos que parar, replantear el sistema y aprovechar mejor el tiempo.
Aunque solo sea para dedicar unas horas a leer novelas como la de Isaac Rosa.
A veces, la vorágine política deja un pequeño hueco para la lectura. Hoy quiero recomendar aquí la nueva novela de Isaac Rosa, novelista y columnista en este mismo medio (ante todo, transparencia). Lleva por título Feliz final y es una historia de amor contada al revés: desde la ruptura y la mudanza hasta el momento en que se conocen. Ya lo digo: es una magnífica novela, quizá la mejor de todas las suyas, junto con El vano ayer.
Y las lectoras se preguntarán “¿a qué fin viene hoy a hablar de libros en un espacio dedicado a la política?” Viene a colación porque Isaac Rosa siempre ha entendido la literatura como un arma cargada de futuro, como una herramienta mediante la que reflexionar sobre la actualidad y ofrecer su punto de vista.