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#APorTodas

A veces nos hacen creer que hay un tema de fondo, algo que si lo respetamos con estricta decencia y seguimos a pies juntillas, hará que desaparezcan una parte muy importante de nuestros problemas.

Pero nada más diametral y culturalmente alejado de la realidad que esos dogmas de fondo, con lo que en estos tiempos tan convulsos y perturbados juegan determinados políticos, olvidando que con que se situaran en mitad de la ética, ese lugar con el que trató Virgilio a su Eneida a la que deseó destruir por sus imperfecciones estéticas, quizá el mundo sería un pelín más habitable.

Me encuentro desde hace semanas escuchando y ya no sé si quiero seguir escuchando, porque determinadas afirmaciones, basadas en la mentira y en continuos insultos y descalificaciones, no se deberían estar produciendo y yo no tendría que estar escuchándolas.

No hemos llegado hasta aquí para volver sobre nuestros pasos y sobre nuestros dolores y nuevamente discutir si el aborto es un derecho o no, si libremente puedo amar a quién quiera y cómo quiera o no, si las mujeres son o no víctimas de la violencia machista, si España es grande y única, pero no libre, o si la educación tiene que ser un parón de centralismo y mediocridad en este siglo XXI que debiera ser el gran paradigma de los avances científicos, culturales, políticos, humanos, de derecho, igualdad y respecto, no solo entre los hombres y mujeres que habitamos este planeta, sino también con el propio planeta que nos soporta y habita.

Triste y retorcidamente algunos andan convencidos de que ese retroceso es el gran avance que precisamos como sociedad y para ello no dudan en prostituir al lenguaje, en usar datos que no es que sean falsos es que simplemente son mentira, en despreciar e ignorar a una parte de la población que es la que conforman mujeres, inmigrantes, el colectivo LGTBI… Es decir todo aquello que suponga una amenaza para ese mundo que anhelan de señores y súbditos; de mujeres encerradas en mazmorras y machos recorriendo la estepa para lograr la conquista de su recurrente y precaria hombría.

Yo no quiero ese mundo, yo me quiero libre en este mundo que de verdad recorro y presagio y las quiero libres a ellas y a ellos y a las personas que eligen una ruta que es un andén escondido en el retrato de los recuerdos. Libres, respetados y anhelados, porque el desastre en la vida no es hermoso, es ruin y tiene forma de muerte y quien lo alimenta con sus mentiras y frases perversas parece olvidar que la historia es la mejor muestras de las cosas que no se deben volver hacer y que si bien en las novelas y en las películas la muerte es bella porque la sangre no corre de verdad y la podredumbre no huele, en la vida y en la convivencia que nos hemos dado la sangre es sangre y la podredumbre huele. A veces demasiado cuando se grita #APorEllos que es #APorTodas.

A veces nos hacen creer que hay un tema de fondo, algo que si lo respetamos con estricta decencia y seguimos a pies juntillas, hará que desaparezcan una parte muy importante de nuestros problemas.

Pero nada más diametral y culturalmente alejado de la realidad que esos dogmas de fondo, con lo que en estos tiempos tan convulsos y perturbados juegan determinados políticos, olvidando que con que se situaran en mitad de la ética, ese lugar con el que trató Virgilio a su Eneida a la que deseó destruir por sus imperfecciones estéticas, quizá el mundo sería un pelín más habitable.