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#20S Emergencia feminista

Hacía mucho que no escribía a través de esta ventanita de opinión.

Varias veces, hablando con uno de los responsables de este medio de comunicación, me he escuchado expresándole que una tiene la sensación de estar escribiendo siempre “de los mismos temas” (pista: título del artículo), y que quizá eso puede conllevar el riesgo de resultar cansina o repetitiva.

Decidí darme un tiempo y pensar un poco sobre este asunto para valorar si debía seguir por esta línea de opinión o empezar a introducir artículos sobre otros temas. Hay muchísimas cuestiones que suceden a mi alrededor que me interesan y afectan. Y, bueno, diría que en algunos de ellos tengo opinión formada. Así que, por qué no tratar de expresarlos también.

Mientras todas estas preguntas se escurren en mi centrifugadora, hoy he optado por parar el tiempo de espera a las repuestas y ponerme a gritar sin mayúsculas. Voy a escribir sobre lo que nunca debe dejar de hablar y escribirse: las inundaciones diarias en sangre de mujeres asesinadas por hombres. De su sangre y de la de sus hijas e hijos. Porque en este estado de terror en el que vivimos las mujeres desde que nacemos ya no se libra ni quienes llevan tus genes.

Por refrescar memorias, os recuerdo que sólo en el período estival que comprende los meses de junio, julio y agosto, en este país se han sucedido un total de 32 feminicidios y otros asesinatos de mujeres. Esta misma semana, España se desayunaba un triple asesinato machista en Pontevedra. Tres mujeres asesinadas por un hombre en un mojar la madalena.

73 son ya los feminicidios que tenemos en el contador de lo que llevamos de año; más de 1.000 son ya los contabilizados desde 2004, año en que se aprobó la Ley integral contra la violencia de género.

Una ley que, recuerdo, sólo contabiliza la violencia –y por consiguiente las muertes- perpetradas por la pareja o expareja. Decir que se queda corta es poco. Porque con una ley así – quiero pensar que no es este el motivo para no modificarla- se ocultan y no se hacen públicas todas las violencias machistas que nos aplastan en nuestra sociedad y que nos someten a un estado de terror constante a las mujeres.

Pero, ¡cómo no voy a seguir escribiendo una y otra vez sobre esto! Soy mujer. Sería imperdonable que no utilizara cualquier medio a mi alcance para seguir denunciando, acusando, luchando y gritando sin mayúsculas que en este infierno hay demasiada complicidad y silencio compadre.

Y por todos estos motivos y muchísimos más que atentan contra la libertad, la vida y la integridad de las mujeres por esta violencia estructural que sufrimos diariamente, este viernes, 20 de septiembre, las feministas convocamos una manifestación nocturna a nivel estatal. Una noche violeta que ilumine la reivindicación de emergencia feminista.

En Zaragoza será a las 20.30 y saldrá desde la Plaza España. Hasta que tengamos (con permiso o sin él) ese poder suficiente que cambia leyes y plantea como emergencia de estado los asesinatos de mujeres en este país, seguiremos ocupando y preocupando desde esas calles y plazas que son nuestras. Seguiremos saliendo a iluminar cerebros ciegos con luces violetas. Seguiremos molestando y perturbando. Seguiremos escribiendo y visibilizando. Seguiremos en un estado permanente de emergencia feminista.

Y mientras decido si algún día me sentaré a opinar sobre otros “temas de actualidad”, lo que sí tengo claro es que no dejaré jamás de hablar de la violencia diaria que sufrimos las mujeres por el hecho de serlo. Porque resulta que lo de asesinarnos no pasa de moda.

Lo haré en la calle con megáfono en mano y lo haré por escrito gritando sin mayúsculas. Una y otra vez, hasta la saciedad. Porque más cansino que leerlo es vivirlo. Os lo puedo asegurar.

Podéis encontrar todas las convocatorias a nivel estatal e internacional así como una explicación más amplia del contenido de esta movilización feminista pinchando aquí.

Hacía mucho que no escribía a través de esta ventanita de opinión.

Varias veces, hablando con uno de los responsables de este medio de comunicación, me he escuchado expresándole que una tiene la sensación de estar escribiendo siempre “de los mismos temas” (pista: título del artículo), y que quizá eso puede conllevar el riesgo de resultar cansina o repetitiva.