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Tras varios años en los que para la mayoría de los europeos la Unión Europea significa Troika, recortes o subvencionar a los “desastrosos” países meridionales, esta unión está más que en entredicho. Hundiendo sus raíces en la antigua construcción de una nueva era tras las guerras mundiales, bajo los honorables ideales de solidaridad, progreso, libertad y esperanza, hoy en día su papel es, como poco, confuso. Son muchos los ciudadanos europeos que no saben qué esperar de esta Europa y son bastantes los que se cuestionan su lugar en ella.
Hoy, hay una nueva Europa en construcción, una Europa que se ve reverdecer con movimientos políticos nacidos al calor del Sur. La última y esperanzadora muestra de ello es el resultado de las elecciones municipales italianas, que nos han dejado con la alcaldía de Roma en manos de Virginia Raggi. Raggi, candidata del Movimiento 5 Estrellas (refiriéndose a los cinco puntos clave de su programa: agua pública, transporte, desarrollo, conectividad y medioambiente), será la primera mujer que acceda a la alcaldía de la ciudad eterna.
Como esperamos que ocurra en los futuros comicios españoles del próximo domingo, en Italia ha triunfado un movimiento ciudadano en una segunda vuelta. Consolidando al M5S como alternativa de gobierno para las próximas elecciones generales.
Los sucedido en los comicios municipales italianos no es sino el fiel reflejo de lo que sucederá en las elecciones generales en España, con la salvedad de que aquí nuestra segunda vuelta es una repetición de elecciones. No obstante, tiene un efecto muy parecido en la mente de los electores, forzando un mayor análisis y un mayor replanteamiento del proyecto de sociedad que escogen.
España e Italia, dos sociedades similares que, tradicionalmente, se encontraban en la periferia de la toma de decisiones que definían a Europa, aunque no tanto al europeísmo, ahora pueden ser el impulso que renueve Europa frente a aquellas otras sociedades que se plantean su abandono.
Esta semana, Gran Bretaña se cuestiona su permanencia en la Unión Europea, pero quizás deberían plantearse no tanto si quieren esta Europa,sino, más bien, si quieren formar parte y ayudar a crear la próxima Unión Europea. Entre otras cosas deberían plantearse el lugar que ocupaban cuando entraron en Europa. Hace cuarenta años con una economía hundida y una influencia política muy mermada, fueron los británicos los que vieron en Europa su tabla de salvación.
Las citas con las urnas de esta semana -italiana, británica y española- pueden ser el punto de inflexión para el futuro de la UE y de los países más castigados por la crisis económica. Si conseguimos el gobierno progresista en España, éste, como gobierno de la cuarta potencia económica de Europa, puede cambiar el rumbo de la historia europea.