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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Gana la banca, ¿hasta cuándo?

El Euribor sube rápidamente
7 de febrero de 2023 22:50 h

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Uno de los hechos que más fracturó el pacto social en la crisis anterior fue el rescate bancario del 2012. Mientras la gente era expulsada de sus casas a patadas por efecto de los desahucios y mientras los pequeños negocios cerraban la persiana sin ninguna ayuda, en nuestro país se destinaron más de 58.000 millones de euros a rescatar entidades como Bankia, Catalunya Bank y otra docena de cajas de ahorros. Diez años después de este rescate, las arcas públicas no han recuperado ni el 10 por ciento de lo invertido y, en medio de otra nueva crisis como la que estamos viviendo, queda claro que la banca no ha aprendido nada de todo aquello, o quizás sí y ese es el problema.

Estas semanas hemos descubierto cómo el oligopolio bancario de nuestro país ha ganado en este año la friolera de 20.850 millones de euros. Seis bancos, los que cotizan en el IBEX, han conseguido aumentar sus beneficios un 18% como en el caso del Santander -ojo, que en España su beneficio fue del 150%, ahí es nada- o un 38% en el caso más sangrante del BBVA. ¿Y cómo han conseguido estos aumentos millonarios? Con una fórmula sencilla: te cobro más por tu hipoteca, porque el dinero cuesta más, pero no te pago más por los fondos que depositas en mi entidad. Lo que viene siendo el cuento de la lechera: el dinero renta diferente según quién lo preste. Si tú como ciudadano lo prestas, si depositas en el banco ese dinero, renta poco; si quien te lo presta es la banca, la cosa cambia y a ella le renta muchísimo. Con esta fórmula, han conseguido que el número de banqueros que cobran más de un millón de euros haya crecido un 73%. Esto es indecente.

Un gobierno que se llama progresista no debe permitir que este oligopolio financiero saquee a las clases medias para obtener beneficios millonarios por no hacer nada. No hablamos de impedir a Ana Botín, Carlos Torres o Jordi Gual que hagan dinero, hablamos que de que no lo hagan a costa de privar a las familias de poder pagar su techo de forma digna. Hablamos de no hacer botín de las tragedias familiares de personas cuyas hipotecas, por arte de magia, van a subir de media 200 euros al mes porque sí. 

Y claro que hay mecanismos para impedirlo, para topar el diferencial que se aplica sobre el Euribor y congelar de facto las hipotecas de tipo variable. Se puede legislar para aliviar estas subidas en los créditos hipotecarios. Pero sobre todo hay responsabilidad política y patriótica para hacerlo. Un país no se sostiene aumentando su desigualdad estructural, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a la gente corriente. No es ni socialmente justo ni económicamente rentable asfixiar a las personas que sostienen la economía cotidiana. Es más, diría que no es ni democrático que no podamos siquiera nombrar a aquellos que se forran a costa de la desgracia. En un país democrático nadie es innombrable, como nadie debería estar por encima de la ley, pero ese es otro tema. Y, sobre todo, ninguna fortuna es incuestionable si se sostiene sobre el empobrecimiento general del músculo real de un país, que es su pueblo. 

Sabemos lo que va a suceder estas semanas: el PSOE nos dirá que no se puede, como hizo con el tope al gas, con la congelación de los alquileres, con la subida del SMI o con el impuesto a la banca. Perderemos valiosas semanas en las que las familias tendrán cada vez el agua más al cuello. Dirán que la propuesta no es viable, que no está bien hecha y apelarán al libre mercado. Pero estoy segura de que acabará imponiéndose el sentido común y un objetivo fundamental, proteger a las familias de una crisis que no han provocado y que no pueden afrontar. Este país ya se equivocó rescatando a la banca y dejando tiradas a las personas y lo hemos pagado con una década negra y pérdidas en nuestra economía. Ahora es momento de presionar para llevar el derecho y la legislación más allá, para llevarlo justo al lugar donde se torna útil para la gente. 

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