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Indultos

Una de las tradiciones de la Semana Santa son los indultos. Viene de lejos, desde el siglo XVIII en España y se realiza a petición de diversas cofradías y los otorga el Ministerio de Justicia. Pero cuando estos días se escucha la palabra “indulto” en los medios, no es para referirse a estos, sino a los que supuestamente recibirán los presos catalanes.

Ahora mismo, se está celebrando el juicio del “procés”, en el que 12 personas están acusadas, según la Fiscalía, de dirigir, promover y/o participar “activamente en la ejecución de una estrategia --a la que denominaron 'procés'-- perfectamente planificada y organizada para fracturar el orden constitucional con el fin de conseguir la independencia de la Comunidad Autónoma de Cataluña como un nuevo Estado con forma de República”.

Los testigos no han terminado de testificar, el tribunal no ha dictado sentencia, y los presos se encuentran en prisión provisional, pero Albert Rivera insiste una y otra vez en su posible indulto. Parece que prevea el futuro: sabe lo que va a suceder en el juicio, conoce de antemano la sentencia todavía no escrita, sabe que ésta sentencia va a ser condenatoria, también sabe que el PSOE va ganar las elecciones y ha leído un BOE donde se publica el indulto a estas 12 personas.

Tiene que ser eso, porque si no, no se entiende que cada día insista una y otra vez en el tema. Pero como la videncia no existe, quizá sea que Ciudadanos se queda sin argumentos y ve que el tema catalán puede darle votos. Ya en las Cortes de Aragón, hace unos meses, Ciudadanos planteó una proposición de ley para que el órgano legislativo de Aragón se posicionara en contra de este hipotético indulto. Intuyo que algo similar hizo este partido en otras comunidades autónomas.

En política, hemos pasado de promesas falsas en campaña a falsos augurios. Política ficción. Antes un partido prometía mejorar una carretera; ahora promete cambiar una situación inexistente. Qué más da.

En esta campaña se están cruzando todos los límites de respeto, de inteligencia, de decencia, incluso. Es hasta cierto punto lógico que un candidato diga que el otro es un mal político, pero no es de recibo que alguien que quiere presidir España insulte en Twitter a su oponente. O que un candidato a diputado diga que Sánchez comparte mesa con pederastas.

Las reglas del juego han cambiado y el populismo en su peor faceta ha llegado. Trump y Bolsonaro enseñaron el camino y algunos siguen su estrategia. Difamar, insultar, decir una barbaridad mayor cada día… No todos, por supuesto. Pero el trío de derechas parece competir por llegar al límite de lo soportable.

Mientras, millones de personas soportan estos comportamientos a la hora de cenar, viendo los informativos. Una condena que la gente soporta y que en cada elección es más dura. Muchas personas me dicen que los políticos sólo nos dedicamos a insultarnos, y que están cansados del espectáculo.

Quizá en lugar de hablar de indultos futuros, los partidos deberíamos cambiar el discurso e indultar a la ciudadanía, quitar el castigo al que la sometemos en campaña: quizá sea hora de no tomar a la gente por tonta, de respetarla, hacer propuestas concretas y factibles, de pensar de verdad en el bien de las personas.

Porque un partido no puede representar a quien no respeta, a quien toma estúpido. O no debería.

Una de las tradiciones de la Semana Santa son los indultos. Viene de lejos, desde el siglo XVIII en España y se realiza a petición de diversas cofradías y los otorga el Ministerio de Justicia. Pero cuando estos días se escucha la palabra “indulto” en los medios, no es para referirse a estos, sino a los que supuestamente recibirán los presos catalanes.

Ahora mismo, se está celebrando el juicio del “procés”, en el que 12 personas están acusadas, según la Fiscalía, de dirigir, promover y/o participar “activamente en la ejecución de una estrategia --a la que denominaron 'procés'-- perfectamente planificada y organizada para fracturar el orden constitucional con el fin de conseguir la independencia de la Comunidad Autónoma de Cataluña como un nuevo Estado con forma de República”.