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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

La mujer pegamento

Mujer rural / Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales
14 de octubre de 2021 23:56 h

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Una de las frases que más se repite cuando se aborda el papel de la mujer en la situación del medio rural despoblado es que “la mujer fija población”. Una frase rotunda y taxativa que, quiero creer, atiende a sesudos estudios que así lo determinan. 

Lo que pasa, que a estas alturas de la película, me resulta una frase cargada de doble sentido. A modo de alabanza, de valor, no deja de ser un regalo envenenado que carga a las mujeres con una responsabilidad exagerada e injusta. Desconozco la razón de esta afirmación con la que se llena la boca tanta gente, como si de una frase hecha se tratara, teniendo suficiente entidad como para que ya no debamos cuestionarnos nada al respecto. 

¿A qué estamos aludiendo cuando decimos que ellas son las que fijan población? ¿Son entendidas como un eslabón necesario que consigue mantener o atraer a más miembros? ¿Las demandamos a ellas en sí o las demandamos como mujeres que pueden ayudar a revertir espacios muy masculinizados, estableciendo relaciones y creando familias? 

Si vamos por esta última línea, esa frase que tanto se repite: las mujeres fijan población, tiene más que ver con un mensaje que atiende a deseos de repoblación rural, un símil en pleno siglo XXI de aquellas caravanas de mujeres que llegaron a pueblos como Plan, en Bal de Chistau, Huesca, a mediados de la década de los 80 o, su precedente cinematográfico, la película de William A. Wellman, Caravana de mujeres, de 1951, ambientada en la mitad del siglo XIX, donde la mercancía femenina recorría más de 5000 kilómetros, atravesando montañas y vicisitudes, para llegar a un valle donde un grupo de solteros las esperaba ansiosos para crear una nueva sociedad. Las mujeres pegamento habían llegado para fijar a los hombres en zonas inhóspitas con sus encantos y el calor de la familia, ahora posible. 

Sin ellas, la población (masculina) corre peligro de salir por patas de los pueblos o de desaparecer, si no hay relevo generacional. Las mujeres fijan población. ¡Qué losa!

El medio rural no ha sido un medio amable con las mujeres. Ellas, que trabajaron en el campo, en la agricultura y la ganadería, cuando la mano de obra era necesaria en todas las modalidades, fueron expulsadas del campo a la llegada de la maquinaria, y relegadas a un papel de amas del hogar. La necesidad de desarrollar una profesión y la imposibilidad de hacerlo en las zonas rurales por falta de oferta, las ha ido llevando a la ciudad y es allí donde muchas se han quedado. El sector primario hoy es un sector posible para las mujeres, eso es algo real, que podemos ver en muchos ejemplos, pero sigue siendo un espacio mayoritariamente de hombres. Como lo es la política en ámbito rural y otros muchos campos, que, mirados desde una perspectiva porcentual, van dejando paso, pero muy lentamente, a la presencia de mujeres. 

Decir que las mujeres fijan población en el medio rural es lanzar una pelota enorme de responsabilidad hacia ellas, cuando no son ellas las responsables de fijar la población en los pueblos. Afrontemos las responsabilidades. La población la fija cada persona que decide libremente quedarse y, para ello, el medio rural tiene que ser una buena opción para quedarse, volver o instalarse. La población la fijan los recursos, los servicios; la población la fija el entramado social, el ambiente abierto y acogedor de los municipios; la apertura y amplitud de miras de quienes gestionan cualquier oficina que conlleve atención social; la población la fija la calidad de vida que ofrecen nuestros pueblos; la población la fijan las oportunidades que estos ofrecen. 

Consigamos revertir los espacios rurales trabajando en mejorar su oferta de oportunidades y que sea esto lo que fije población, la decisión deseada y libre de cada hombre y de cada mujer de quedarse, de formar sus familias si así lo desean, en todas las modalidades posibles, pero no busquemos un chivo expiatorio al que pretendamos empoderar con una frase sutilmente envenenada. No les hagamos esto, no les demos este regalo cargado de trampas y les digamos que ellas son las que fijan población cuando el medio rural ni ha contado con su diversidad, ni les ha dado cabida hasta hace muy poco más allá de perfiles laborales limitados y muy definidos. Que el pegamento sea el resultado del trabajo conjunto, la generosidad y la creatividad, en definitiva, todas aquellas oportunidades que el pueblo sea capaz de ofrecer.

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