Si pillas más a lo ancho para que se vea una torre del Pilar ya pierde potencia. Esta toma es más recogida y lo tiene todo. Se abigarra y se amontonan los edificios, coronados por el insuperable torreón del Banco Santander, que está en el Coso. Lleva dos años forrado como las esculturas de aquel Christo, el artista búlgaro (1935-2020) que envolvía edificios para regalo. Solo le falta el lazo.
El torreón misterioso queda mucho más sugerente con esos tules y esas mallas, la idea de Christo da un nuevo enfoque a mamotretos ya muy vistos y olvidados. Este skyline entrando por el norte da a Zaragoza ofrece una postal de pueblo grande que hace a la ciudad más cercana y vivible.
El amontonamiento de la iglesia --restaurada el año pasado-- de San Juan de los Panetes, la torre inclinada semioculta por los árboles, el Ebro inminente e invisible... y enseguida, irrumpiendo bruscamente como un collage, ¡el edificio cilíndrico! que nunca se glosará bastante.
Luego está el macizo torreón de La Zuda, formidable empaque y oficina de turismo bis, las murallas romanas y encima las torres de la iglesia de Santa Isabel de Portugal... y el capirucho del Banco Santander, que se han olvidado de destaparlo. El edificio fue la sede del Banco de Aragón hasta 1970. El que hay al lado fue su primera sede, en 1917. Para levantar el del torreón encapuchado derribaron el palacio anterior, en el que nació Ramón Pignatelli, un cine y el Arco de San Roque. En una entrada anterior salió el Banco de Huesca, esta serie parece de arqueología financiera... pronto le tocará al Banco Zaragozano... Todos han volado.
Esta entrada por el norte da un skyline de proximidad. No se ve el Mercado Central pero se aprecia la comba del puente, el cilindro amarillo... ¡el torreón forrado de las mil y una noches!