Desde hace dos años, Antonio Aramayona no falta a su cita diaria. Cada mañana, a las once de la mañana, se desliza en su silla de ruedas por una de las calles más transitadas de Zaragoza y se coloca meticulosamente frente al portal de la consejera de Educación del Gobierno de Aragón, Dolores Serrat.
Saca sus carteles, en los que pide una escuela pública y de calidad, y atiende a quien se le acerca. A veces solo, pero casi siempre acompañado de espontáneos o fieles seguidores, este antiguo profesor de Filosofía explica con empeño y pausa su particular lucha.
Tras dos años de lucha diaria por una educación pública de calidad, ¿abandona?
En absoluto, nunca se puede interpretar como un abandono. El objetivo no es estar en un portal de una determinada consejera, sino luchar por la defensa y la reivindicación de unos derechos humanos fundamentales. Yo elegí la Educación porque, como antiguo profesor de Filosofía, me atraía más, pero la defensa de este y otros derechos como son el de la vivienda o el del trabajo va a continuar igualmente. Mientras tenga vida y energía, nunca abandonaré estas reivindicaciones.
¿Cómo se ha transformado en este tiempo el sistema educativo aragonés?
En estos últimos cuatro años en los que ha estado gobernando el Partido Popular hemos asistido a una política de demolición de las condiciones de una existencia digna de la escuela pública y laica. Han recortado a mansalva el profesorado, precarizando sus condiciones y machacando a los interinos. Se han aumentado los ratios, han disminuido los presupuestos para los centros, que cada vez están más deteriorados, han dejado de abrirse nuevas vías, se han concedido terrenos a colegios concertados donde se necesitaban centros púbicos...
Esta semana se ha publicado la dotación y requisitos para las becas de comedor y libros de texto, cuestión siempre rodeada de polémica entre oposición, movimientos sociales y Gobierno
Conozco de primera mano el caso de alguna niña que al entrar al colegio se desmayó porque no había cenado ni desayunado. En el PP piensan que al colegio únicamente se va a aprender inglés, matemáticas o lengua. Eso está bien, pero primero habría que analizar qué es eso de aprender, no es soltar una cosa y después tenerla que demostrar en 40 reválidas. Desde mi punto de vista, educar, formar, incluye absolutamente todo: el comedor, el transporte, los libros de texto, el contacto, el ocio, el disfrute, el afán y el interés por el conocimiento.
No solo está en el portal de la consejera, se ha plantado con sus carteles en la calle más turística y concurrida de la ciudad. ¿Qué ha observado en este tiempo?
Ha habido de todo. Gente que ha expresado de diferentes maneras su simpatía o su disconformidad. Con el vecindario del portal hemos mantenido siempre una buena relación. Sin embargo, la indiferencia ha sido lo más común, porque muchas personas cuando me miran lo que ven es un perroflauta más que está en la calle. Recuerdo especialmente el 2 de febrero de 2013 cuando una señora se acercó y quiso darme un billete de cinco euros, sin leer los carteles, sin preguntar nada. Otros vienen pensando que vendo lotería. Después de 23 meses aquí, el portal es una buena fotografía del país.
¿Y qué ve usted en esa fotografía?
Veo a gente comprometida, gente que levanta el brazo y dice viva Franco, gente que interpreta que pedir una escuela laica es pedir una escuela anticatólica, antirreligiosa, y por mucho que se lo expliques, la mayoría se cierra en banda. Pero sobre todo veo miedo, porque no es indiferencia, es miedo a que si se acercan a mí les pueda ocurrir algo, puedan tener represalias. Veo resquemor, indiferencia y miedo.
¿Por qué eligió el señalamiento en lo personal en lugar de en lo político?
Tras todo tipo de protestas en la calle, en la Consejería de Educación... me di cuenta de que no servían de nada. Los de arriba, ni se enteran. Al final consideré que tenía que reivindicar un derecho como el de la Educación de una forma que realmente les hiciera daño, sin violencia o faltando al respeto, ni lesionando la dignidad, pero si de una manera en la que se sintieran realmente concernidos, tocados. Cuando comencé a venir al portal sentí que algo empezaba a funcionar realmente. Empezó a venir la Policía, me han identificado decenas de veces, tengo cuatro sanciones administrativas y hasta un juicio por lo penal. Todo esto no es agradable, pero sí es una manera de luchar. Una de las pocas armas que nos queda es la desobediencia civil respetuosa al margen de todo tipo de violencia. Cuando la Policía me ha dicho que me marchara, no les he hecho caso. Tal y como dice la sentencia, estoy ejerciendo un derecho fundamental que es el de la libre expresión.
¿Por qué cree que un acto pacífico ha sido interpretado como algo ilícito?
Estar aquí para ellos es ser un tábano. Al principio pensaban que era todo folclore, que me iba a cansar en dos meses, después llegó el calor, y decían, este tipo no aguantará todo el verano, lo mismo pasó con el invierno. Creían que me iba a cansar, y cuando vieron que no, les molestó muchísimo. Porque además, si encima nos metiéramos con alguien, gritáramos o molestáramos... Lo que más les irritó de todo fueron nuestras buenas formas y nuestro silencio.
¿Ha cruzado alguna palabra con la consejera de Educación?
Una vez apareció rodeada de sus escoltas, le dije buenos días y ella murmuró lo mismo. En otra ocasión masculló un hasta luego. Jamás se ha dirigido a mí. Si la situación fuera a la inversa me acercaría y preguntaría los motivos por los que estoy aquí.
¿Qué le gustaría decirle de despedida?
Siento mucho que te hayas dedicado a ser consejera de Educación, cuando eras una excelente profesional de la Medicina. Ahora es tarde para rectificar, pero te has equivocado. Lo siento mucho, pero he escogido la única vía que me quedaba. Yo te he “escrachado” en el portal de tu casa porque tú estás “escrachando” en el dormitorio, en la cocina, en la cuenta corriente y en los colegios de muchos niños y niñas y de tanta gente que no puede seguir estudiando en la universidad porque no tiene dinero... Han venido aquí a decírtelo y no les has escuchado. Estoy convencido de que como respuesta me sacaría tres volúmenes de datos estadísticos para demostrarme que estoy equivocado, y yo simplemente le invitaría a ir a cualquier colegio, que hablara con unos cuantos interinos, familias, gentes que no tienen trabajo, ni dinero para la hipoteca o para los libros de sus hijos.
¿Qué se lleva del portal?
Una de las cosas que me ha dado el portal es la felicidad, en un sentido que no he experimentado nunca, y eso que me ha gustado siempre mucho dedicarme a la enseñanza. Por fin he hecho coincidir de pleno lo que hago, lo que quiero y lo que debo, cada día, y esa sensación es maravillosa.
¿Hay un próximo destino?
Sí, pero no te lo puede decir.