Esta joven doctorada en química inorgánica de 34 años, es investigadora del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón, INMA, instituto mixto entre el CSIC y la Universidad de Zaragoza. En 2018, tras estudiar en Francia el papel de los iones metálicos en el desarrollo del alzhéimer, consiguió una beca Marie Sklodowska Curie gracias al proyecto PePiPOM, que busca combatir una seria y creciente amenaza a la salud global, la resistencia a los antibióticos, con el desarrollo de nuevas fórmulas antimicrobianas.
Desde el 26 de junio hasta el 1 de julio has participado junto con otros jóvenes investigadores en este encuentro de alto nivel internacional ¿te imaginabas de niña llegar a compartir espacio con 32 Premios Nobel?
No, pero tampoco había pensado que me dedicaría a la investigación, por ejemplo. He podido participar en esta reunión gracias a la Comisión europea, que nomina a investigadores Marie Curie. Después seguimos un proceso de selección por parte del consejo de la reunión. Inicialmente iba a participar en la reunión de 2020, pero tuvo que ser cancelada por la pandemia y ahora, finalmente, hemos tenido la oportunidad de participar en persona.
¿Qué te ha aportado esta experiencia?
Han sido unos días fantásticos, mucho mejor de lo que me esperaba. Me quedo sobre todo con la participación de los jóvenes científicos, se ha generado un ambiente de convivencia muy positivo entre todos nosotros. Tenemos las ideas claras, y todos buscamos las mejores opciones para alcanzar un mundo más justo.
Ahora, trabajas en tu proyecto de investigación gracias a una beca Marie Sklodowska-Curie. ¿Qué la hace diferente a otras becas?
Las acciones Marie Sklodowska-Curie pueden significar una oportunidad magnífica para investigadores jóvenes. Entre otras cosas, dan independencia económica, oportunidades de aprendizaje, estancias en otros centros, y para mucha gente significa el inicio de su carrera independiente en investigación.
Desde la época de Marie Curie hasta el día de hoy, ha habido avances en materia de género ¿Hay algo que se resista a cambiar respecto al género en el terreno de la investigación?
Creo que las cosas han mejorado, pero todavía se ve mucha diferencia, sobre todo en puestos altos. También me preocupa el “síndrome del impostor”, tiene mucha más prevalencia entre mujeres investigadoras jóvenes que entre hombres. Es un síntoma de que todavía hay mucho que mejorar, tenemos que conseguir construir más confianza en nosotras y nuestra investigación.
Actualmente trabajas en el campo de la microbiología... ¿es la gran desconocida?
Incluso para mí, el mundo de la microbiología era bastante desconocido, y al trabajar en él me está pareciendo fascinante. En general la gente sabemos qué son los virus, que son las bacterias, pero nos cuesta todavía ver y entender la dimensión de la microbiología. Aunque es verdad que poco a poco esa percepción se está ampliando, y cada vez oímos y entendemos más, cómo público general, todo lo que implica la microbiología: desde la resistencia a los antibióticos o la importancia de la microbiota, hasta cómo microorganismos generan pandemias como la que estamos viviendo.
¿Cuál es el objetivo de la investigación que tenéis entre manos?
En nuestro proyecto investigamos nuevos materiales con propiedades anti bacterianas. Estamos viendo que la resistencia de las bacterias a los antibióticos que ya conocemos se está convirtiendo en un problema cada vez mayor. Necesitamos nuevas soluciones y por ello estudiamos nuevos materiales que puedan ofrecernos una mayor actividad. Investigamos para seguir dando una herramienta al ser humano para hacer frente a las bacterias que amenazan nuestra salud.
¿En qué momento se encuentra la investigación en Aragón y en España?
Venimos de años malos en inversión, y harán falta varios años de incremento de financiación para ver una diferencia. Hace falta más financiación para estudiantes y personal, mejorar también la perspectiva de estabilización, pero también potenciar otros papeles claves para la investigación, como administración y personal técnico. También creo que lo ideal sería tener diversidad de niveles en los grupos de investigación.
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿por qué decidiste ser química?
Veo la química como una puerta abierta o, mejor dicho, como muchas puertas abiertas a todo lo que nos rodea, y creo que eso es lo que me llevó a estudiarla. Aunque te confesaré que yo quería ser arqueóloga -y algún día lo seré-. La química nos ayuda a entender la materia, y cómo podemos solucionar problemas que surgen en el día a día.
Como profesional ¿tienes un plan B?
Me gustaría trabajar en gestión de la investigación. Seguir en ciencia, pero como apoyo a investigadores. Esta es una tarea importante en instituciones de investigación, especialmente con la sobrecarga de trabajo a la que están sometidos los investigadores.
¿Cómo definiría Elena la ciencia?
La ciencia nos permite conocer nuestro mundo y más allá, y alimenta nuestra curiosidad.
Y precisamente para conocer el mundo y acercar la microbiología a la ciudadanía has creado un juego; Bacterfield. Háblanos de él.
Bacterfield es un juego de mesa de estrategia que usa acciones realizadas por bacterias en la vida real como herramientas en la dinámica del juego. Mi compañera Isabel Franco y yo queríamos desarrollar un juego que permitiera aprender conceptos básicos de microbiología de una manera divertida, y hemos visto que simplemente jugando a Bacterfield gente de todas las edades o perfiles aprenden y, sobre todo, disfrutan jugando.