Luisa Velasco (Sanabria (Zamora) 1964) es inspectora de la Policía Local de Salamanca, donde trabaja como experta en violencia de género. Licenciada en Psicología, colaboradora de la Fundación Womans Week, formadora en el Programa de Prevención de Violencia de Género en las Aulas y autora de diversas publicaciones sobre el tema.
La pasada semana se reunió en el Ayuntamiento de Zaragoza con Elena Giner, concejala delegada de Policía Local, para ofrecer asesoramiento acerca de la necesaria coordinación entre las fuerzas de seguridad y otras áreas como servicios sociales o igualdad; así como tratar la posible creación de una unidad policial especializada en violencia de género.
Nos es imposible hacer la entrevista en persona, así que accede a atendernos vía telefónica un día más tarde. Se muestra confiada en terminar con esta lacra, aunque reconoce que es un camino realmente difícil de recorrer.
¿En qué momento decide enfocar su carrera profesional hacia la violencia de género?
En el año 1998 hubo una demanda por parte de las mujeres víctimas de malos tratos, entonces era violencia doméstica, y yo vi la necesidad de trabajar en esa materia. Comencé a formarme y ya no he dejado de hacerlo. Hice la carrera de Psicología y defendí la tesis en materia de prevención de violencia de género en adolescentes. Creo que se han hecho avances, pero esta lacra persiste y mi interés sigue igual para acabar con ella.
Ha dicho: “Antes se llamaba violencia doméstica”, ¿cuál es para usted la denominación ideal?
La ley estipula que se denomine violencia de género, que es la que se ejerce por la pareja o expareja. Yo estoy de acuerdo con este término, porque abarca lo que es una relación asimétrica.
En qué ha consistido la reunión en el Ayuntamiento de Zaragoza
Se ha basado en tres niveles. El primero de defensa y sensibilización, que va destinado a la Policía en su conjunto, a la primera intervención, la que llamamos en crisis: que puede ser en el domicilio, en la calle o con una llamada telefónica. Consiste en que el agente sepa cómo intervenir. El segundo nivel sería una formación más avanzada para los mandos policiales. Y el tercero sería de especialización, que es el que corresponde a una posible futura unidad policial especializada en este tema.
¿Cree que es imprescindible que en cada ciudad haya una unidad específica de la Policía para violencia de género?
Claro. Hay que empezar por el nivel más bajo, que es formar. Para llegar en el corto o medio plazo a crear una unidad. Aunque la Policía Local tenga conocimientos en violencia de género, que seguro que los tiene, es necesaria una formación más integral. La unidad requiere tiempo, pero es cierto que la Local es la Policía más cercana a la ciudadanía y es muy importante que cuenten con la formación adecuada.
¿Cuáles son los elementos básicos sobre los que debe pivotar la coordinación entre Policía y servicios sociales?
No solo con servicios sociales, que es fundamental, sino también con igualdad y con otras cuerpos como Guardia Civil, Policía Nacional, servicios sanitarios, urgencias, e incluso con los centros educativos. Yo he tenido experiencia en Salamanca con los centros educativos. Igual que la Policía va a dar charlas a los colegios sobre educación vial, también sería bueno que fueran a explicar qué es la violencia de género y en qué puede derivar. Porque hay muchas jóvenes que están sufriendo violencia de género y les falta información.
Se habla mucho de que hay que empezar en los colegios, con la gente más joven, ¿pero cómo se para al maltratador actual, al señor que ya es mayor?
Es difícil. Hay programas para rehabilitar a los agresores y hay que confiar en ellos porque es la herramienta que tenemos. A este tipo de programas deben acudir voluntariamente.
¿Cree que un maltratador se puede reinsertar en la sociedad?
Quiero pensar que sí. Pero no se puede generalizar porque cada caso tiene sus propias peculiaridades. Yo confío en que los programas tengan su efecto, lo contrario sería pensar que no hay solución.
Cada caso tiene sus características, ¿pero se puede establecer un patrón común?
Tienen una base común y es que pretenden dominar y someter a través del control. Parten de la idea de que la mujer es inferior y es su posesión. Esa característica sí que es igual en todos los casos: la concepción de la mujer como ser inferior.
¿Se ha hecho poco desde las administraciones para acabar con la violencia de género?
Creo que no. Se ha hecho, pero es un camino largo y difícil de recorrer. Pero se ha avanzado mucho. Antes ni siquiera salía en los medios y la violencia de género ha existido siempre. Cada vez más mujeres se animan a dar el paso y denunciar.
¿Cómo se explica que, aunque se supone que cada vez hay mayor concienciación, las cifras siguen creciendo?
Es difícil de erradicar. Las mujeres en un primer momento no son conscientes de lo que está ocurriendo, te dicen: “Si no me agrede físicamente, yo no sé si es violencia”. La violencia empieza por los insultos, faltas de respeto, pequeños empujones; eso pasa mucho en las parejas más jóvenes y no se identifica como violencia. Entonces, cuando ya reciben una agresión es cuando empiezan a darse cuenta, pero el maltrato lleva mucho tiempo. Yo conozco mujeres que tienen historias de más de 30 años de maltrato. Cuando una mujer se encuentra en una situación ya tan deteriorada es muy complicado que rompa: hay que ayudarla, prepararla, derivarla a las instituciones adecuadas para que le den la fuerza que necesita. Están hundidas, el agresor las ha minado anímica y emocionalmente. Además están las amenazas: “Si me dejas puede ser peor”. Eso hace que las mujeres aguanten y por eso son necesarias las campañas de sensibilización, para que se convenzan de que hay que romper con el agresor. Y, por otra parte, también hay que mandar un mensaje a la sociedad en su conjunto para que responda. Todos conocemos casos cercanos y tendemos a mirar para otro lado.
¿Cuáles son los primeros síntomas que una mujer debe controlar?
Cuando en los inicios de la relación hay faltas de respeto, que al principio las aceptas pensando que tiene un mal día o que es culpa mía, esas cosas no se puede permitir que vayan a más. El control del móvil, de la ropa (que se da mucho en jóvenes), no permitir que contacte con anteriores parejas; es un control que se enmascara como forma de amor. Lo primero que se muestra son los celos y muchas chicas dicen es que es celoso porque la quiere. Entienden el cariño y el amor desde el punto de vista de la posesión: como eres mi pareja tengo derecho a saberlo todo sobre ti. Pero hay que mantener los espacios privados para él y para ella. Y a los primeros signos hay que romper la relación. Que no se confundan, que no es amor, el amor es respeto. Tienes derecho a contactar con quien quieras, vestirte cómo quieras. Pero para ellas y para ellos.
¿La televisión, las películas, las revistas o los medios de comunicación no hacemos demasiado?
Creo que los medios tenéis un papel importantísimo. Por otra parte, las películas, anuncios siguen transmitiendo estereotipos machistas. Porque mantienen estereotipos propios de la cultura patriarcal. Hay ejemplos de películas, canciones en las que se transmiten esos estereotipos y con eso estamos fomentando el mantenimiento del patriarcado.