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Nicolás Castellano, reportero: “Marruecos impide el acceso al territorio del Sáhara Occidental a los periodistas españoles”

Nicolás Castellano.

Laura Gracia Romero

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Nicolás Castellano es un periodista especializado en contenidos sobre migraciones, cooperación y desarrollo o, como explica, un reportero que basa su trabajo en las víctimas de las vulneraciones de la legalidad internacional, como es el caso de la población saharaui.

El Tribunal de justicia de la Unión Europea anuló el 17 de julio de este año, tras expirar el plazo, el acuerdo pesquero entre la Unión Europea y el Reino de Marruecos que incluía aguas del Sáhara Occidental. ¿Qué supone todo esto?

El acuerdo de pesca siempre ha sido un comodín o un elemento de presión que ha utilizado Marruecos con España y viceversa, por lo que este cambio en el tablero de juego es muy interesante. Vamos a ver qué sucede ahora que ese contrato no tiene vigencia y Marruecos ya no puede comerciar con los bienes del Sáhara Occidental, con sus recursos naturales. El Gobierno de España se tiene que volver a retratar y demostrar si va a volver a ser el embajador de los intereses marroquíes, de la Unión Europea, o va a respetar la legalidad internacional.

¿Considera que desde los medios de comunicación se ofrece una buena cobertura sobre lo que ocurre en el Sáhara Occidental?

Salvo excepciones honrosas, buena parte de los medios de comunicación españoles silencian la realidad saharaui. No le damos el espacio que merece un tema que debería ser de agenda propia porque España sigue siendo la potencia administradora. Desde el punto de vista humanitario, hay centenares de miles de personas en el desierto argelino y en el territorio ocupado que sufren la vulneración de sus derechos humanos. La legalidad internacional dice que estas personas tienen que elegir en qué formato quieren su futuro, es decir, el referéndum del Sáhara Occidental. Los medios de comunicación deberían abordarlo tanto desde el prisma de la legalidad como desde el humano. Habría que preguntarse por qué empatizamos más o cedemos más espacio informativo a otros conflictos.

En esta línea, ¿es cierto que el reino alauí ejerce un bloqueo o boicot a la hora de informar sobre el Sáhara Occidental?

Marruecos impide el acceso al territorio del Sáhara Ocidental a los periodistas españoles sin ningún argumento jurídico. Muchos intentamos acceder al territorio y nos expulsan con absoluta impunidad porque ni Naciones Unidas ni siquiera el Estado español protestan o piden explicaciones. Aquí tenemos una de las causas por las que se informa menos de la situación en los territorios ocupados. Solemos hablar de lo que pasa en los campamentos de refugiados cuando cíclicamente hay viajes organizados, casi siempre por el Frente Polisario y no porque por voluntad propia vayan los medios. Eso también hay que ponerlo en relieve. Cuando los periodistas queremos informar de la situación de los ciudadanos saharauis, Marruecos ejerce su puño de hierro e impide el libre ejercicio de la información en el territorio. A ello se suman otros intereses empresariales y políticos que hacen que el Sáhara Occidental sea un tema incómodo para los partidos que tienen posibilidad de poder en nuestro país.

¿Qué oculta Marruecos?

Esa es la pregunta que nos planteamos como periodistas porque no podemos hablar con la población en el Sáhara Occidental. Yo no puedo informar de lo que pasa en Casapiedra o en otros barrios de El Aaiún -territorio ocupado- donde vive la población saharaui que queda allí. A lo mejor no es tan buena la propuesta de autonomía que plantea Marruecos. Si Marruecos tiene claro que su presencia en el territorio es buena, sería lógico que nos deje ver con nuestros propios ojos si lo que ocurre es bueno o no. Hay que tener en cuenta que no solo se impide el acceso a los periodistas; también a juristas y misiones de paz, así como misiones de observación de derechos humanos que no pueden ejercer su trabajo.

Como canario, ¿podría explicar porqué la causa pro saharaui tiene más arraigo que en el resto de España?

El vínculo canario con el Sáhara es muy grande y viene marcado por una cuestión geográfica, histórica, económica y emocional con la exprovincia española. Cuando se produce la retirada precipitada de la población española del territorio del Sáhara por la Marcha Verde, había unas 70.000 familias canarias que o vivían o dependían económicamente del territorio del Sáhara. Mi abuelo, por ejemplo, era pescador en el Banco Canario Sahariano. Esta relación no se ha podido romper y en Canarias no cuela el intento de algunos por imponer la 'realpolitik' -cuando un Estado usa su poder de forma pragmática y realista para aumentar su poder- al argumentar que para España es interesante a nivel estratégico llegar a un buen acuerdo con Marruecos y sacrificar los derechos de los saharauis. La población canaria tiene claro que los saharauis son quienes tienen derecho a decidir su futuro, ya que les entienden porque han convivido con ellos y sigue existiendo mucha relación.

¿La aceptación hacia las personas migrantes es buena?

La primera patera que vino a Canarias en 1994 venía del Sáhara y la paradoja es que llegaron dos saharauis con la bandera del Polisario y fueron recibidos con mucha simpatía porque se entendía que venían de la opresión marroquí. Sin embargo, hoy día el recibimiento a los migrantes ya no es tan empático. La solidaridad general con la persona que llega a en patera, sea donde sea, ya no es la misma.

¿Qué ha cambiado?

Las migraciones son tan antiguas como la propia humanidad y se producen más allá de las desigualdades, conflictos o del cambio climático, entre otras causas. La novedad ahora es este sistema migratorio mortífero de los últimos 35 años, en que se ha entregado el poder a estados como Marruecos que son los que deciden cuándo se abre y cuándo se cierra la puerta, provocando más muertes que nunca. El estado marroquí usa a los migrantes para presionar a España y a la Unión Europea, como se pudo ver hace dos años en Ceuta, cuando entraron más de 11.000 personas o el 24 de junio del verano, en la tragedia de la valla de Melilla. Aunque el precio sea la muerte, los migrantes se convierten en un elemento de presión en esa balanza de poder bilateral en la que los estados del sur presionan a los del norte -también Túnez, Libia y Turquía- usando a las personas en las relaciones diplomáticas. Este sistema migratorio y estas leyes son un fracaso. Es increíble que se estén vulnerando los derechos de las personas migrantes o refugiadas con total impunidad. Para mí esto lo más preocupante: la impunidad de los estados.

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