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“Si un político defiende que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, debería demostrarlo prostituyéndose”

Ana de Miguel

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

La filósofa Ana de Miguel (Santander, 1961) ha participado esta semana en la II Escuela de Pensamiento Feminista de Aragón, organizada por el Instituto Aragonés de la Mujer. Discípula de Amelia Valcárcel y de Celia Amorós, dirige el curso de “Historia de las teorías feministas” del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid.

Desde que escribió Neoliberalismo sexual, ¿piensa que el mito de la libre elección se ha ido imponiendo más todavía o está retrocediendo?Neoliberalismo sexual,

Francamente, creo que estamos consiguiendo combatirlo. Lo que pasa es que es un gota a gota, conferencia a conferencia, charla a charla, libro a libro... Mi experiencia y la de otras compañeras es que no hay un sitio en que demos una charla en que no acabe todo el público convencido. Sin embargo, es muy difícil contrarrestar a todo el mundo de la creación, de los medios de comunicación de masas… el mundo que llega a los jóvenes y las jóvenes.

El arte y la creación inhibe su juicio crítico; el mito de la libre elección se mueve en eslóganes que llegan muy bien a la gente joven y al resto también. Son eslóganes de tipo “porque tú lo vales”, “tú, que eres libre”, “que eres una transgresora” que tratan de uniformarles y hacerles a todos idénticos. A través de una libertad entendida como libre elección, se les está introduciendo una concepción de la vida que se reduce a considerar tu cuerpo y el de los demás como un recurso para el éxito social, incluso para ganar dinero en la prostitución

La libertad y la libre elección es un gran valor por el que ha luchado mucho el socialismo y el feminismo, entendido como no estar sujeto ni subordinado a nadie. Ahora, este valor se reconvierte en una apología del capitalismo neoliberal, que mantiene que todo se puede comprar y vender y que el único límite es el consentimiento individual de las personas. Este es el esquema neoliberal, que es repugnante: todo se puede comprar y vender. El mundo es un centro comercial, tonta serías si no sacaras partido a tu mejor recurso, que es tu cuerpo. Es tremendo.

¿Cómo funcionan esos eslóganes del mito de la libre elección?

Por ejemplo, “mi cuerpo es mío” es un eslogan del movimiento feminista, con todo derecho. Es muy importante: significa “mi cuerpo es mío” en el sentido de que no es tuyo ni del Estado; no es de otros. El neoliberalismo lo ha convertido en la idea de que tu cuerpo es tu mercancía, en “tráelo al mercado, nos interesa ponerlo detrás de un escaparate y venderlo”, en “sácale rendimientos” a lo que una socióloga denominaba “tu capital erótico”.

Por eso, tenemos unas generaciones nuevas en las que su cuerpo se ha convertido en su cárcel. Para ellos, el cuerpo es una fuente de identidad muy importante, de valorización, y esperan mucho del sentido de su vida a través del éxito que les pueda dar su cuerpo. La cuestión es cómo este neoliberalismo sexual refuerza a su vez el neoliberalismo económico. La desigualdad entre hombres y mujeres siempre ha actuado legitimando el orden social y económico de cada tiempo. Entonces, ahora, la idea de que el sexo es bueno, que se puede y se debe comprar y vender, de que no hay límites para la compra y venta de los cuerpos... refuerza todo el neoliberalismo global, que es la supercreencia de que todo se puede comprar y vender.

Le preguntaba si el mito de la libre elección está avanzando desde 2015, porque ahora algunos partidos políticos han abierto también el debate de los vientres de alquiler...

Sí, la prostitución y los vientres de alquiler tienen más cuestiones similares que distintas, porque las dos significan convertir el cuerpo de las mujeres en un cuerpo de libre acceso para que los demás disfruten de lo que entienden que es su placer o su sentido de vida, en forma de placer sexual o de tener un hijo como sentido de vida. Es un cuerpo para que se realicen sus deseos. También hay gente que hace del sentido de su vida follar con mujeres: llegar a X cifra, probar todas las etnias... Cuando el debate de los vientres de alquiler llegó a este país, hace cinco o seis años, creamos el lema “no somos vasijas”. Era una respuesta desde la filosofía moral y política, utilizando la frase de Aristóteles de que las mujeres son “como vasijas vacías” en las que los hombres ponen el semen creador. De esta forma, con esa frase, creábamos argumentos, que es lo que necesitamos para convencer a la gente.

Con el tema de los vientres de alquiler se ha conseguido de una manera relativamente rápida y profunda porque la argumentación es de mucho peso sobre el mundo que queremos hacer, como sociedad, no como personas individuales, sino como comunidad humana que somos. La clave del éxito es que toda la izquierda y todo el feminismo, a pesar de muchas renuencias iniciales, al final ha comprendido que no podía apoyar convertir a las mujeres por libre elección en cuerpos de libre acceso. Porque cuando dejamos a la libre elección cuestiones importantes, ¿qué estamos ofreciendo a la gente que solo tiene su cuerpo, como les ocurre a los millones de personas que llegan por el sur o el este de Europa? Cuando dices que se prostituya solo la que quiera, estamos diciendo que se prostituyan las que no tienen más que su cuerpo.

La izquierda se ha puesto de acuerdo, pero en los partidos de la derecha...

(Interrumpe) Es que la derecha no tiene vergüenza, ¿qué vamos a decir? Quienes mantengan que la prostitución es un trabajo como otro cualquiera, quienes defiendan que las mujeres tienen que ser libres para venderse o vender trozos de su cuerpo… si un político o una política mantiene esto, tiene una oportunidad de oro de demostrárnoslo. Si les parece que la prostitución es un trabajo como otro cualquiera, con lo que están invitando a alumnas y a miles de parados de este país a que tomen nota y lo realicen, que nos demuestren que es un trabajo como otro cualquiera: igual que van a un mercado, se ponen un delantal y venden pescado un rato, que vengan al polígono Marconi y que se prostituyan unas horas. Así nos mostrarían que es un trabajo como otro cualquiera. Si no, pensaremos que son unos hipócritas: nos dicen que han elegido libremente ser diputado o diputada, ser ejecutiva o de emprendedora con 3.000 euros de sueldo y, claro, ¿qué van a hacer si otras eligen estar desnudas, en bragas rojas, con tacones tras un escaparate? ¿Tú has elegido las bragas y el escaparate y yo he elegido ser diputada para luchar contra el independentismo? Es que la libre elección es una tomadura de pelo para los que no pueden elegir nada.

¿Le preocupan los cuestionamientos que hacen partidos como el PP, Vox o incluso PACMA del derecho al aborto?

El derecho al aborto no me preocupa tanto porque creo que el tren de la libertad, hace ya años, marcó un hito. El derecho al aborto no es una cuestión de mercado. Por eso, nada tiene que ver con el mito de libre elección, no es comparable con los vientres de alquiler o con la prostitución. Es cierto que los derechos de las mujeres siempre están en cuestión, pero creo que a la derecha neoliberal le compensa mucho más apoyar lo que llaman “libre elección” de las mujeres en el tema del aborto para justificar la libre elección en la prostitución y los vientres de alquiler. Y es así porque hay mucho dinero por medio, hay un grandísimo negocio. Las agencias ganan fortunas y están en manos de personas que tienen nombres y apellidos, ligadas al poder político. Es algo que ocurre a escala mundial.

¿También es un mito, en cierta medida, la elección de nuestro propio físico? Con dietas, cirugía estética…

Sí, es una disciplina corporal brutal, sobre nuestro yo individual y colectivo. Los mitos dan respuesta a cuestiones importantes para el ser humano, con una verdad irracional y de forma narrativa, artística. Hay que tener en cuenta que estamos en una sociedad en la que no se suministra a los jóvenes y las jóvenes respuestas sobre el sentido de su vida. Lo que escuchan continuamente es que no hay futuro, que esta sociedad es una mierda, que qué va a ser de ellos, que van a formarse mucho y trabajar en precario… el discurso oficial que les llega es un horror.

A la vez, de forma acrítica, vehiculada en canciones o películas, les va a llegar una verdad distinta: que la vida sí tiene sentido si me miras aquí, en bikini, lo guapa que estoy, la ensalada tan buena que me he tomado, lo feliz que estoy en el gimnasio… Es patético. ¿Por qué es un mito? Porque la felicidad de las personas que aparecen en las revistas, si es que la tienen, no viene de ahí: viene de que tienen muchísimo dinero, tienen familias estables, declaran que lo más importante son esas familias.

Estamos en plenas elecciones generales, ¿piensa que el 8M puede influir en las urnas?

Sí, claro que influirá. Porque no es solo el 8M; voy mucho a las librerías y la cantidad de libros que hay muy bien escritos sobre el mito de libre elección, sobre cómo se reproduce la desigualdad en sociedades como la nuestra, sobre explicar los fundamentos de la división entre chicos y chicas como algo que envenena las relaciones entre ellos... Hay muchísimas cosas publicadas muy buenas. Creo que el 8M es también la consecuencia de que los jóvenes y las jóvenes discuten en los botellones y los institutos. A la vez, hay mucha confusión, pero la tarea de una vida es ir deshaciendo esa discusión.

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