La Universidad de Zaragoza ofrece matrícula gratis a los refugiados: Mariam, Kentawi y Mohamed han llegado de Tinduf

Mariam ha empezado este curso el grado de Economía en la Universidad de Zaragoza. Lo que para muchos chicos y chicas de su edad es algo habitual, para ella es un auténtico reto. En realidad, toda su vida ha sido un esfuerzo constante por salir adelante. Esta joven procede de los campos de refugiados saharauis en Tinduf de donde salió con catorce años para estudiar en España. Actualmente hay más de 300 alumnos del Sáhara que cursan sus estudios en nuestro país y 44 pendientes de tramitación, según datos de la federación española de asociaciones de estudios en paz.

La Universidad de Zaragoza también suscribió un acuerdo similar y, desde hace una década, la matrícula para los refugiados saharauis es gratuita. Este año ha decidido dar un paso más en materia de justicia social y, desde este curso 2019-2020, ofrece también la exención de pago en las titulaciones de grado y máster a todas las personas que necesitan protección internacional y refugio sin la necesidad de que exista un convenio previo de colaboración.

Desde la Universidad de Zaragoza argumentan que la institución académica no puede permanecer “ajena” a los problemas sociales y civiles que ocurren más allá de sus fronteras. Por ello, con esta medida el campus público aragonés ha reforzado el compromiso que ya tenía como agente de acogida y de igualdad de oportunidades.

En este curso académico hay siete universitarios con condición de refugiados, la mayoría son saharauis. En los campos de refugiados la escuela termina en Primaria y solo algunos salen a otros países, como España o Cuba, para continuar su formación. Ahora mismo en Aragón hay 22 estudiantes saharuis gracias al proyecto Madrassa que el Ministerio de Educación saharaui coordina con la Asociación Estudios en Paz de acuerdo con la legislación española.

Una vez que la familia biológica da su consentimiento, el primer trámite es solicitar un pasaporte a las autoridades de Argel. Este país les hace un pasaporte argelino pero con nacionalidad saharaui. Con ese documento. las familias de acogida ya pueden tramitar todo el procedimiento de acuerdo a la ley de extranjería y a la ley de protección del menor.

“Llegan con 13 años y normalmente comienzan en sexto de primaria; repiten algún curso en Secundaria y terminan haciendo un grado medio o superior, o yendo a la Universidad. Cuando llegan a España no saben leer ni escribir en español por lo que hacen un esfuerzo muy grande”, comenta Adolfo Lorente, presidente de la Asociación de Estudios en Paz de Aragón.

En la asociación, además, reciben una hora de cultura saharina impartida por un profesor árabe.

Adolfo Lorente fue uno de los precursores de esta iniciativa. En 2007 su familia acogió a Mohamed para que pudiera estudiar Educación Secundaria en España. Han pasado once años desde entonces y este joven, tras estudiar, primero, en el colegio Buen Pastor y, después, un grado medio de Electricidad y otro de Mantenimiento Electromecánica en el IES Virgen del Pilar, trabaja ahora en la empresa en la que hizo las prácticas donde le ofrecieron un contrato. Ha sido una experiencia “muy intensa”, recalca.

“A las familias que están interesadas en acoger, siempre les decimos que la vida te cambia. Hay que dedicarles muchísimo tiempo a leer, escribir, hacer las tareas, acompañarlos en los deberes, en su socialización, en que hagan un deporte... Es apasionante pero a la vez duro y complejo, pero muy satisfactorio también porque ves cómo salen adelante”, reflexiona.

Algunos llegan también a la Universidad de Zaragoza, como Mariam o Kentawi. Este joven de 21 años pasó varios veranos en la capital aragonesa con el programa 'Vacaciones en paz' antes de quedarse en una familia de acogida. Gracias a eso, pudo recibir asistencia médica para tratar un soplo de corazón y continuar sus estudios en un instituto hasta llegar a la Universidad. Este curso ha comenzado Magisterio de Educación Primaria en el campus de Huesca, donde además juega a fútbol en el equipo B de la ciudad. El dinero que gana con este deporte lo envía a su familia biológica en Tinduf.

Mohamed ha comenzado también este año Finanzas y Contabilidad en la Facultad de Economía de la Universidad de Zaragoza después de cinco años en Aragón. Tenía claro que quería estudiar una carrera universitaria, por lo que se muestra enormemente agradecido con su familia de acogida. Sabe que en el Sáhara no habría podido: “allí no hay futuro”.

Los tres tienen previsto quedarse en España cuando terminen su carrera, aunque como matiza Adolfo Lorente, los saharauis son muy familiares por cultura y vuelven a los campamentos de origen donde permanecen largas temporadas.

“Todos queremos ayudar a la causa saharaui, si puedo ayudar a mi familia trabajando desde aquí, lo haré, pero si tengo que volver porque soy más útil allí, volveré”, defiende Mariam.