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Taxis voladores, drones y dirigibles estratosféricos tras el reciclaje de aviones: el aeropuerto de Teruel cambia de aires

Uno de los zepelines tipo HAPS como los que opera la empresa Sceye, que se va a instalar en el aeropuerto de Teruel.

Luis Faci

25 de octubre de 2024 21:07 h

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El actual consejero de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, el turolense Manuel Blasco, ha reconocido más de una vez el error de calificar de “chatarrería” lo que hace casi dos décadas debía convertirse en una instalación para reciclar aviones junto a la capital turolense. Llegados a 2024, el aeropuerto de Teruel –sustentado en gran parte con recursos públicos del Fondo de Inversiones, el FITE– afronta una fase en la que está complementando su papel en la economía circular con el impulso de novedosos proyectos empresariales, desde el diseño de puertos para taxis voladores a punto de lanzamiento de drones HAPS o hangar de dirigibles estratosféricos.

Con 5,5 millones de metros cuadrados, la infraestructura –fruto de la visión de los socialistas Javier Velasco y Simón Casas mediados los años 2000– dará trabajo en un futuro cercano a un millar de personas, a lo que habrá que sumar en torno a 1.800 empleos indirectos. “Es el mayor generador de empleo de la provincia de Teruel”, destaca su director y gerente, Alejandro Ibrahim.

El último proyecto en tomar forma ha sido el de la firma Vertiports Network, que prevé destinar 4,5 millones de euros para impulsar los denominados vertipuertos, desde donde controlar las llegadas y las salidas de taxis aéreos eléctricos que podrían dar servicios en las ciudades. La implantación de este proyecto en el aeropuerto de Teruel cuenta con el apoyo del Gobierno de Aragón, que a través del Fondo de Transición Justa –con financiación europea– va a ayudar a Vertiports con 600.000 euros.

El objetivo de la compañía, según ha declarado su cofundador y director ejecutivo, Mariano de Diego, es que antes de acabar 2026 estén ya “lanzando un servicio de taxis aéreos en una ciudad española”. 

“Somos un aeropuerto innovador –explica Alejandro Ibrahim–. Cuando empezamos, el reciclaje de aviones era muy novedoso; en la actualidad, tenemos por ejemplo los aerotaxis, que ya operan en varios países con inversiones de miles de millones. Hay nuevas opciones que van saliendo en el sector y nosotros, al igual que con PLD Space [la empresa encargada de lanzar al espacio el cohete Miura 5] en su día, nos vamos adaptando”.

Mientras, se acaba de adjudicar por 40 millones de euros la construcción de un hangar de zepelines estratosféricos, financiado con fondos FITE y destinado a la prestación de servicios de telecomunicaciones y de investigación espacial. Hace ya tiempo que puso sus ojos en el aeropuerto de Teruel la firma suiza Sceye, fabricante de estaciones de plataformas de gran altitud (HAPS, High Altitude Pseudo–Satellites por sus siglas en inglés)) tipo zepelín. Este verano, la compañía aeroespacial completó un vuelo diurno en la estratosfera mientras permanecía sobre una zona de operaciones, un “hito fundamental” hacia el objetivo de vuelos que, gracias a la energía solar, puedan durar meses o incluso años. Teruel podría estrenar el primer estratopuerto de España en 2026. 

Otra firma del sector aeroespacial, en este caso la británica Elson Space, gestionará durante 25 años una nave de 1.500 metros cuadrados donde prevé previsto construir, lanzar y pilotar drones HAPS. Durante los primeros años de actividad, desarrollará una fase inicial de investigación y a partir de 2028 prevé operar con una plantilla de unos 34 ingenieros y técnicos. Su fundador, Andy Elson –empresario y aventurero británico que ha trabajado de la mano de multinacionales de Silicon Valley con cámaras isobáricas y batiendo récord de altitud en globos– ha señalado que la provincia es un emplazamiento idóneo para las actividades aeroespaciales por la climatología del entorno. Ha llegado a asegurar que el “aeropuerto de Teruel será el Cabo Cañaveral de los vuelos estratosféricos”.

¿Esta evolución aeroespacial estaba prevista? “Todo va surgiendo, es un sector tecnológico que va creciendo. Hemos sabido adaptarnos bien a las nuevas necesidades y focalizándonos en la parte industrial, no en la parte de vuelos de pasajeros”, apunta Ibrahim. 

Refuerzo al reciclaje de aviones

Pero la infraestructura turolense no olvida su papel original de reciclaje de aviones. Así, el consorcio formalizó en enero la adjudicación de ocho hectáreas a Aviation Internacional Recycling (AIR), perteneciente al grupo López Soriano, para instalar su anunciada planta de desmantelamiento de aparatos. La concesión demanial es por un plazo de 40 años, más 10 ampliables y un canon anual de 153.670 euros, y están exento de canon los dos primeros años para la construcción de las obras, la instalación y la gestión de licencia de actividad, ente otras cuestiones iniciales.

AIR construirá con sus propios recursos el hangar para reciclado, la plataforma, instalaciones y equipamiento con una inversión de 21,8 millones de euros en los próximos 5 años y creará, según sus previsiones, 50 puestos de trabajo. Esta firma fue la única aspirante para la explotación de la parcela, que forma parte de un Proyecto de Interés General de Aragón (PIGA) que extenderá las instalaciones aeroportuarias por 195 hectáreas añadidas a la extensión actual.

En paralelo, el aeropuerto ha comenzado con las obras de la ampliación de la plataforma fase III por 37.000 metros cuadrados, con 6 meses de ejecución, y la campa fase V, de 15 meses de ejecución, que incluye el acceso a los terrenos del PIGA. El pliego de condiciones del concurso establecía que las ocho hectáreas licitadas se destinarán en el nuevo PIGA a actividades relacionadas “con la economía circular de aprovechamiento de aeronaves, con el desmantelamiento y reciclado de aeronaves, sus procesos, gestión de materiales, su desarrollo e innovación”.

Según el proyecto que López Soriano anunció en mayo de 2023 y posteriormente solicitó al Gobierno de Aragón para el aeropuerto de Teruel, la empresa prevé levantar un hangar de 10.000 metros cuadrados y habilitar una campa en la que, entre otras labores, se llevarían a cabo investigaciones sobre “materiales compuestos”, una tipología que actualmente se recicla de forma incompleta. El objetivo de la empresa es desarrollar una tecnología capaz de reutilizar estos componentes ahora desaprovechados. Según indicó en aquel momento, la plantilla crecerá a medio plazo hasta los 90 empleados.

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