Refugio climático para unos, infierno masificado para otros: los riesgos de los veranos “de récord” en Asturias

Irene Sierra

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El pasado mes de julio, Asturias batió un nuevo récord de visitantes. Más de 400.000 personas eligieron el Principado como destino vacacional, lo que en términos económicos se ha traducido en 1,2 millones de pernoctaciones. Si comparamos las estadísticas de los siete primeros meses de 2023, observamos cómo las pernoctaciones superan los tres millones, una cifra un 60% superior que en el mismo periodo del 2022.

La tendencia está clara y la sensación de los vecinos encaja con la fotografía que devuelven los números: Asturias vive una tendencia turística al alza desde el estallido de la pandemia. Si en 2020 la gestión del coronavirus convirtió a las montañas y playas asturianas en un paraíso natural libre de Covid, ahora los visitantes eligen Asturias para refugiarse del calor. Turistas nacionales e internacionales huyen de sus lugares de residencia buscando una estampa verde que compartir en sus redes sociales y una cama donde poder dormir tapados.

Sin embargo, lo que para algunos es un lujo al que acceder durante una semana, para vecinos de distintas partes de la región se está convirtiendo en un infierno. La situación que hace una década vivían lugares como Llanes o Cangas de Onís, ahora se escenifica también en Cudillero, Gijón, Villaviciosa, Avilés, Oviñana o Salinas, entre otros rincones de la geografía asturiana.

Llanes, un municipio rendido a los turistas

Nieves Álvarez es natural de Porrúa, un pueblo de montaña que pertenece al concejo de Llanes. En la aldea en la que pasa todos los veranos no tienen un problema de masificación, sin embargo los miles de visitantes que recibe Llanes les afectan tangencialmente impidiéndoles acceder con normalidad a una serie de servicios básicos.

“Bajar a Llanes al supermercado es literalmente imposible: se forman colas antes de que estos abran y no hay sitio para aparcar. También es impracticable bajar a la playa si no es a primera hora de la mañana y salir a cenar en agosto sin reserva no se contempla. Si no queremos que esto se desmadre, creo que hay que empezar a controlar la cantidad de turismo que nos llega. No puede ser que haya más gente que infraestructuras para soportarla (y ya hay suficiente construido). Al final no disfruta ni la gente de aquí ni los turistas”, comenta.

Los alquileres imposibles de Gijón

Para Cristina García, natural de Las Regueras y veraneante de Gijón, la escalada de la masificación turística en la ciudad tiene fecha de origen: el verano de 2020. “En 2013, alquilar un piso durante el mes de julio costaba 600 euros. Diez años después, el precio de una semana se sitúa en los 800 euros”, lamenta esta asturiana que, con el objetivo de no depender tanto del coche para ir a la playa, alquilaba junto a su familia un apartamento en la ciudad.

Al igual que Nieves, Cristina también se ha resignado a reducir sus visitas a la playa. “Como es imposible aparcar intento ir algunos días a partir de las seis de la tarde que es cuando los turistas comienzan a irse. Pero lo que más pena me da es que, en los últimos años, los planes improvisados han desaparecido. Hay que reservar para todo y esto es consecuencia de la cantidad de turistas que estamos recibiendo. Me gustaría que se limitase la vivienda vacacional respecto al alquiler de larga estancia porque está provocando que la oferta de viviendas para los residentes disminuya y aumenten los precios. Tampoco creo que necesitemos más conexiones internacionales. Si no somos sostenibles en este aspecto, nos vamos a cargar nuestro paraíso como ya ha ocurrido en otras zonas de España”, opina.

Caravaneo sin límites ni soluciones

“Este verano he llegado a encontrarme una autocaravana aparcada en el acantilado de una playa con el toldo, el avance y hasta la mesa y las sillas puestas. También he visto una furgoneta de grandes dimensiones aparcada en una caleya en mitad de una carretera de alta montaña. No pueden estar ahí, pero están y, en muchos casos, ni siquiera saben cómo van a poder salir”, lamenta Janire Roces, aficionada al turismo camper y residente en La Felguera.

Para Roces lo vivido este verano es solo el inicio de lo que puede estar por venir si no salen adelante medidas que aboguen por la sostenibilidad turística en Asturias: “Falta una política de turismo sostenible para los que viajan de hotel, pero más aún para quienes lo hacemos en camper porque somos los que estamos en contacto directo con la naturaleza. Para evitar que la gente aparque en cualquier lado es necesario dar alternativas y habilitar más plazas y áreas de autocaravanas”, opina y añade que de no ofrecer soluciones la convivencia entre turistas y locales puede llegar a ser muy complicada.

Temor a la especulación en Oviñana

“Nunca he tenido ningún problema con que venga gente a visitar el pueblo, pero desde que nos levantaron la verja cuando acabó la pandemia, cada año la situación es más insostenible. Está muy bien promocionar las rutas costeras de Oviñana, incluso, los bancos donde los turistas van sólo a hacerse la foto, pero tenemos que mantener unos mínimos. He dejado de dar un paseo hasta el faro porque en verano no lo disfruto. Al margen de la cantidad de gente, como apenas hay papeleras todo está lleno de bolsas, botellas, cigarrillos”, lamenta Óskar López, residente en el pueblo desde la infancia.

Junto a la suciedad, subraya que uno de los problemas que más frustra diariamente a los vecinos es el entorpecimiento del tráfico y los coches aparcados en cualquier rincón: “No es la primera vez que un residente se queda sin salir de casa porque le han aparcado un coche delante de la portilla. No respetan nada y obstaculizan el tráfico. Parece que algunos no saben que, aunque no haya líneas, las carreteras de los pueblos tienen también dos carriles. Por no hablar de que, como no conocen el entorno, circulan a 15km/h y dando frenazos porque están más pendientes del paisaje que de la carretera”, lamenta.

Sin embargo, es la proyección turística del pueblo lo que despierta verdadera preocupación en vecinos como López: “Acaba de publicarse en el BOPA la aprobación para construir un nuevo complejo urbanístico llamado Oviñana Sur. Prevén levantar alrededor de 160 chalets en un pueblo donde ya hay alrededor de 600 viviendas. Si tenemos en cuenta que cada uno de los futuros propietarios tendrá uno o dos coches no sé cómo vamos a poder circular. No digo que no se construya nada más, pero al menos que se haga con sentido, que se mire la viabilidad de los proyectos y el impacto que tendrán en el entorno y la vida diaria de los residentes”, relata.

Según recoge la propia publicación del Boletín Oficial del Principado de Asturias que menciona este vecino, será el grupo de Inversiones Inmobiliarias Canvives, perteneciente al Banco Santander, el encargado de llevar a cabo esta promoción de viviendas turísticas en Oviñana.

 El Xiringüelu de Pravia: de romería a festival nacional

 Maribel Arias, natural de Oviedo y residente en Castrillón, reconoce no haber visto jamás la romería de Pravia como la vivió este 2023. “Si no limitan el aforo creo que no voy a volver. Me resultó imposible disfrutar de la fiesta. No había espacio prácticamente para poder caminar y visitar las casetas es algo que ha quedado para el recuerdo”, sostiene, y añade a modo de anécdota, que nunca escuchó tantos acentos diferentes en una fiesta de prao asturiana.

En línea con lo vivido en el Xiringüelu, esta fisioterapeuta, que ofrece parte de sus servicios en una clínica de Cudillero, comenta que este verano ha visto cómo algunos pacientes no han podido acudir o han llegado tarde a sus citas por problemas de aparcamiento: “Entre que los coches de los veraneantes son enormes y que no hay plazas para tanta gente, la situación que queda para los residentes es muy caótica”, comenta.

San Juan de la Arena: madrugar para ir a la playa

Silvia López reconoce que desde hace algún tiempo aplaza su visita a Llanes o Picos de Europa a finales del verano. Sin embargo, este 2023 ha pasado de la renuncia asumible a no poder visitar la playa de su pueblo: “Voy a la playa de los Quebrantos desde que tengo uso de razón porque soy de San Juan de la Arena, pero este año no he podido ir ni un solo día. Si no llegas antes de las once de la mañana no tienes sitio para aparcar. Lo mismo me ha pasado con la playa de Arnao a la que voy entre semana porque vivo en Piedras Blancas. Este verano la he visto como nunca antes y ha habido días que he estado dando vueltas 45 minutos hasta encontrar un hueco donde dejar el coche”, detalla resignada.

 Villaviciosa: retenciones al volver de trabajar

“El turismo en Villaviciosa ha cambiado muchísimo en las últimas tres décadas. Cuando yo era pequeña recuerdo que venía gente de otras partes de Asturias y, ahora, hay tres pisos turísticos en el bloque donde viven mis padres. Nunca había visto un trasiego de maletas y personas como el que me he encontrado en el rellano este verano”, explica Sara Tomás.

Junto a la anécdota anterior, Tomás señala una escena que, según su sensación, cada año va a más y también dificulta la vida de los vecinos de la Villa: “La caravana que se forma en torno a las tres de la tarde en dirección a la playa de Rodiles hace que los residentes que volvemos del trabajo tardemos mucho más tiempo del habitual en llegar a casa. Por supuesto ya ni hablo de ir a la playa porque es imposible aparcar”, sostiene y añade que le da muchísima pena la situación actual porque ella ha elegido vivir en Villaviciosa por la tranquilidad, esa que en verano uno ya no encuentra.

Asturies Insumisa: la plataforma social que lucha por la sostenibilidad del turismo

 Asturies Insumisa es una plataforma formada por una docena de organizaciones sociales, sindicales y políticas que comenzó su andadura el pasado mes de mayo para, a través de distintos actos de visibilización, dejar un mensaje claro: Asturias no quiere un modelo de turismo voraz, en el que territorio y vecinos incluidos, estén al servicio de los beneficios económicos.

“Nuestra región está siendo víctima de una gestión muy anticuada en materia turística. La ley vigente data del año 2001. Ye imposible que una ley de esa época sea capaz de contemplar las consecuencias que el turismo está generando 22 años después. Como alternativa, desde Asturies Insumisa lo que proponemos es el desarrollo urgente de un nuevo marco legal que regule el turismo en Asturias y que, a su vez, configure un modelo sostenible para la región”, sostiene Mariano Suárez, portavoz de la plataforma.

El turismo sostenible es un concepto que, en palabras del propio Suárez, “debe respetar tanto el entorno como a las personas que viven en él”. Para la plataforma este matiz es importante porque deja claro que proteger las distintas formas de vida que se dan en Asturias es tan importante como cuidar la reserva de Muniellos u otros parajes naturales: “No podemos apoyar un turismo que llega a los pueblos y no respeta los modelos de vida tradicional que se mantienen en ellos. No es sostenible un modelo que no respete la cultura asturiana y su llingua”, señala Suárez.

En esta línea, la plataforma subraya la urgencia de frenar la especulación financiera y el auge descontrolado de viviendas turísticas, como parte de la solución para terminar con la crisis de vivienda que ya está viviendo Asturias: “Es inasumible que durante el verano villas como Cangas de Onís o Llanes tengan el mismo número de habitantes residentes que plazas turísticas en viviendas. No hay servicios públicos ni actividades culturales de calidad para satisfacer a tanta gente”, comenta.

“El mercado de pisos y viviendas turísticas en Asturias se ha desarrollado de una manera salvaje y desorganizada. Mucha de esa vivienda se gestiona al margen de cauces vinculados al pago de impuestos. No puede ser que un señor ingrese beneficios silenciosamente y no pague absolutamente nada para restaurar el impacto que esta actividad deja en el territorio y sus habitantes. Hay que limitar el número de estas viviendas disponibles en cada localidad e intervenir el mercado de las viviendas turísticas para establecer un control fiscal rígido. No podemos permitir que nuestra mocedá acabe marchando por una cuestión de acceso a la vivienda y, más aún, cuando tenemos un supuesto gobierno socialista”, concluye Suárez.