Francia, el país con más tradición en la moda, dispone desde 2007 de un sistema en el que los fabricantes y distribuidores de productos textiles pagan una contribución para la recogida, transporte, almacenamiento y reciclado de las prendas de ropa, el calzado y la ropa de cama. En febrero de 2020, la ley se amplió y exige que todos los fabricantes de estos productos se registren con un identificador individual que permita llevar un registro de la cantidad y calidad de los residuos. Además, sumando la recogida de cortinas y estores hechos de tela. ¿Qué resultados han obtenido?
Las cifras de recogida de residuos textiles y reutilización han mejorado notablemente. Francia tiene hoy 44.000 puntos de recogida de ropa, en su mayoría contenedores en la calle, y ha conseguido que los fabricantes aporten más de 150 millones de euros a la gestión de estos residuos en los últimos diez años.
“Comparado con 2009, cuando se recogió el 27% de los desechos textiles, en 2019 se consiguió el 39%”, comentan desde Refashion, la entidad que gestiona el sistema de recogida y gestión de textiles; más de la mitad de estos residuos (57,8%, según aparece publicado en su web) se vuelve a vender en tiendas de segunda mano en Francia o en el extranjero.
En España, la nueva Ley de Residuos que tramita el Congreso obliga a crear un canal de recogida selectiva para el textil. Sin embargo, el ejemplo de Francia muestra que, aunque las cifras de recogida hayan mejorado, el reciclaje no está para nada asegurado. Debido a la mezcla de materiales de la ropa y del calzado, es difícil separar las fibras, tanto de forma mecánica como química.
Este es el principal problema, como apuntan en ReFashion: “Hoy en día las soluciones de reciclaje no están suficientemente industrializadas ni son rentables”, comentan por mail. “Es necesario invertir en crear una industria exitosa para ofrecer reciclaje en Europa, mejoremos la durabilidad de los productos, optimicemos la manera de reusar y reciclar, y aumentemos la recogida de textiles y calzado tanto en cantidad como en calidad”.
Para esta entidad, su experiencia, aunque no pueda transferirse tal cual, ofrece algunas pistas que pueden servir a otros países. “El coste debe ser menor que el que supone la recogida y selección de la basura en los hogares”, explican, “y debe haber una industria de reciclaje previa, pues cuanto se más recoge, menos se puede reutilizar”.