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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera
Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

La asignatura pendiente de la asistencia a los animales en incendios forestales

Un pequeño gato quemado en los incendios de Cadalso de los Vidrios, Madrid, es atendido por veterinarias y rescatistas voluntarias

Rocío Puche

Al conocer que Cadalso de los Vidrios y sus pueblos vecinos estaban en llamas, voluntarios y diversas protectoras se personaron desde la primera noche para salvar las vidas de los animales que podían estar siendo pasto de las llamas. Hicieron un llamamiento de ayuda por las redes sociales para rescatar y ayudar a los animales, los grandes olvidados en estas catástrofes.

Nosotras respondimos formando un equipo de veterinarios y terapeutas naturales para animales: Maike Bosselmann, Rocío Hidalgo, Yaiza Barta, Lucía Mora, Laura Quintillán, Lola Lalueza, Ana Belén Romero y yo misma. Y ahí empezó nuestra odisea…

Al llegar al lugar, la Guardia Civil no permitía el paso de vehículos a los pueblos afectados, pero al conocer nuestra motivación y el despliegue de medios que llevábamos en nuestros coches, nos permitieron el acceso mientras los helicópteros pasaban incesantes sobre nuestras cabezas dejando un reguero de agua.

En el polideportivo de Cadalso nos identificamos como sanitarias dispuestas a ayudar a todo animal que hubiese sufrido daños por el incendio. Descubrimos mucha gente agradecida por las labores de rescate de los animales, hacía tan sólo unas pocas horas. Gente que nos daba los comederos, medicinas y correas de sus propios perros porque habían leído que se necesitaría todo tipo de material para asistir a los animales heridos. Nos buscaban personas que habían rescatado algún gatito en malas condiciones (había inhalado humo, tenía la carita quemada y estaba deshidratado) o habían encontrado un perro deambulando y nos lo traía para que le ayudásemos.

Pero lo más sorprendente es que no quedaba ninguno de los animalistas que esperábamos encontrar allí. Nos contaron que, de madrugada, algunos vecinos les amenazaron y atacaron, y tuvieron que recoger el puesto de ayuda a los animales y desaparecer de allí a las 6 de la mañana, unas horas antes de que nosotras llegásemos al lugar. Entonces, algunos vecinos nos empezaron a gritar preguntando dónde estaban sus animales, que los rescatistas estuvieron sacando de las fincas acompañados por la Guardia Civil y habían llevado a la plaza de toros. Parece ser que algunos habían desaparecido; otros fueron apareciendo en las siguientes horas en las calles o refugios que se presentaron como acogidas eventuales durante la catástrofe; otros no pudieron ser identificados por pertenecer a rehalas ilegales y no tener chip; otros no fueron reclamados por sus familias o responsables.

Aquellas gentes profirieron gritos, insultos y amenazas contra nosotras, y decidimos buscar otro lugar más seguro con los animales heridos. Por las redes sociales informaron de que el Ayuntamiento de Villa del Prado había cedido la plaza de toros y estaban recogiendo material y organizándose para atender a los animales. Nos dirigimos hacia allí entre incendios activos, hidroaviones y equipos de la Unidad Militar de Emergencias (UME).

En la plaza de toros descubrimos gente voluntaria por todas partes ayudando a descargar maleteros y furgonetas con material de todo tipo, almacenando piensos, mantas, transportines, material sanitario… Se oían noticias de desalojos que se estaban realizando en urbanizaciones y allá iban los voluntarios para desalojar también a los animales, usando sus propios coches y trayéndolos a la plaza junto a sus familias humanas. Las personas humanas fueron recogidas en el Polideportivo, pero allí no se permitía la entrada de sus animales domésticos o de granja, así que fueron obligados a separarse de ellos. Trajeron gallinas y en el transporte murieron algunas por el calor y el hacinamiento. Llegaban perros, gatos en transportines, incluso una cerdita… Al cabo de un rato, no se sabía quién era el responsable de cada animal, se perdieron los teléfonos y notas, no había espacio para todos, algunos salieron pero no sabemos si con su familia correcta, los metíamos en los toriles pero el calor era asfixiante… El lugar no era adecuado y no se llevó el control necesario por falta de organización. Empezó el caos.

En mi equipo nos ocupamos del estado de salud de los animales, poniendo sueros y medicaciones para los golpes de calor, curando alguna herida, atendiéndolos por inhalación de humo, aplicando diversas terapias, calmando a los más asustados, ofreciéndoles agua y comida… Los animales más graves fueron trasladados al hospital veterinario PRIVET, que ofreció ayuda gratuita a todo animal afectado por el incendio, y al que enviamos a decenas de animales en los siguientes días.

Vimos familias que no dejaron atrás a sus animales ante la inminente llegada del fuego y agradecieron la ayuda de los voluntarios animalistas para el desalojo urgente. Otros la rechazaban: preferían que se quemaran porque los tenían ilegales o en malas condiciones y temían que les denunciaran o se los requisaran. Esto nos heló la sangre. Aquel día vimos lo mejor y lo peor del ser humano. Vimos una señora mayor que no se separaba de su gata en brazos mientras le poníamos suero y decía que ella se volvía a su casa o se quedaba allí, pero que no iba a ir al polideportivo sin su Rosita. Vimos perros sueltos por las calles, alguno atropellado recogido por la policía y trasladado inmediatamente a un hospital por rotura de bazo y diafragma (descubrimos por la noche que su familia había colgado su foto en Facebook y lo buscaba desesperadamente; no sabíamos si seguía vivo o había muerto en la operación).

Se organizaban batidas espontáneas sin una guía muy clara, y al llegar a las zonas de peligro, las autoridades no dejaban acceder por seguridad, pues el incendio aún estaba descontrolado. Sorteando las carreteras, algunos voluntarios entraron a pie hasta fincas donde el fuego estaba ya cercano y rompieron verjas para liberar animales que de otro modo hubieran muerto abrasados porque sus familias o responsables no habían ido a rescatarlos.

Momentos de horror y caos, donde la buena voluntad se mezcla con la improvisación, la urgencia, el riesgo, cosas que salen bien y meteduras de pata por la falta de preparación y conocimiento, saqueos y secuestros aprovechando la desgracia y las muertes.

En los días siguientes, continuaron apareciendo animales muertos o quemados. El caso que más me impactó fue cuando acompañé a la protectora Salvando Peludos a rescatar unas vacas que estaban bastante dañadas después de cuatro días sin comer y, gracias a que la Guardia Civil les estuvo llevando agua, seguían vivas en pleno verano a 38ºC. Su familia no volvió a la finca durante cuatro días desde que los desalojaran apresuradamente la noche del incendio y perdieran su casa y todas sus posesiones. Había gallinas muertas, cerditos, perros y vacas calcinadas con terneros a punto de desfallecer, cabritos moribundos por no tener madres ya, con sus pulmones llenos de humo y tosiendo, todos hambrientos y con sed. Aún había humo saliendo de los restos que quedaban.

Todo el pueblo sabía que había voluntarios, rescatistas, protectoras, veterinarios recorriendo los pueblos y los campos ofreciendo ayuda gratuita, y nadie nos la pidió hasta pasados cuatro días de sufrimiento extremo para esos animales. Muy al contrario, en estos pueblos empezó la caza del animalista. Esto consistía en que los vecinos, generalmente cazadores, se juntaban y paraban coches desconocidos y te registraban para comprobar que no llevabas ningún animal y te amenazaban con denunciarte o darte una paliza si no aparecían sus animales perdidos (pero no te enseñaban las cartillas ni nada legal que demostrara que ese animal perdido alguna vez existió y le pertenecía).

En esta finca, como otras tantas del municipio, tenían a más de cien animales ilegales, sin control veterinario, sin chip ni crotales identificativos, sin permiso de explotación ganadera, con el Ayuntamiento como cómplice y el consiguiente delito grave contra la salud pública (zoonosis como la rabia, brucelosis, salmonella, triquinosis, parasitosis de todo tipo). Los voluntarios de batidas encontraron varias fincas con más de 40 perros para rehalas sin chip, desnutridos, enfermos, heridos, hacinados, perras embarazadas, en condiciones insalubres, sin vacunas y llenas de garrapatas, con el consentimiento de sus ayuntamientos. Y cuando se produce un incendio se abandonan cual enser sin valor.

Con estos hacinamientos incontrolados de animales, y sin un plan de evacuación adecuado ante catástrofes naturales, se ponen en peligro las vidas humanas de los héroes anónimos que, ante la llamada de socorro por las redes sociales, son capaces de dejar la seguridad de sus casas y familias ,y correr para salvar en el menor tiempo posible al mayor número de animales.

Dirigido a estos héroes anónimos, hemos decidido crear un manual para la asistencia de animales en incendios forestales. Siempre van a aparecer voluntarios desde el minuto cero de una catástrofe, y es necesario que estén organizados y no vuelvan a repetir los errores que cometimos en este caso.

Este manual también estará disponible en formato audio para ir escuchándolo mientras se dirigen al lugar de la catástrofe. Está basado en nuestra experiencia intensa y reciente, se difundirá de manera gratuita por todas las redes sociales en cuanto esté listo. Prepara para afrontar cualquier catástrofe en la que haya involucrados animales, aunque aquí nos referimos expresamente al fuego, que es lo que hemos vivido de cerca. En el manual se recoge el material que se debe llevar, normas del voluntariado, elección de diversos coordinadores y sus funciones, recopilación de datos, reubicación de los animales, recepción y reparto de los recursos donados, toma de decisiones, cuidados de los animales, rescate a pie de campo, ayuda a animales silvestres… Esta será la primera edición, pero irá evolucionando con futuras aportaciones que mejoren la evacuación, el manejo de los animales y la gestión de recursos.

Tenemos en marcha reuniones para la implementación del rescate animal a nivel nacional como parte de las funciones de Protección Civil, Policía, Guardia Civil y cualquier cuerpo que se despliegue en esos momentos al lugar afectado. Entendemos que habrá que dar pasos hacia la creación de voluntarios formados y entrenados para esta nueva labor que ya demanda nuestra sociedad. Mientras trabajamos en esas pautas, el verano avanza y otros rincones de España siguen ardiendo. Nuestro deseo es que todo el mundo esté prevenido y preparado para poder actuar de manera eficaz.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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