Los caracoles suelen tratarse como plaga en los jardines y macetas, especialmente en esta época del año, por lo que los amantes de las plantas se proveen de artilugios variados para acabar con ellos, a veces de forma muy desagradable.
Los caracoles no son un tipo de plaga, ni de especie invasiva y he de confesar que tengo una gran simpatía por ellos. Van despacio, lo llevan todo consigo (sub parvo sed meo) y parecen adaptarse con facilidad a lo que tienen, tanto si tienen agua como si no, para lo que sellan la abertura de su concha con moco, que, cuando se seca, forma una sólida membrana llamada epifragma, y así pasan los periodos de sequía o de carencia. La complejidad de los gasterópodos ha sido ampliamente descrita por la ciencia. Es interesante recordar que tienen corazón, riñón, pulmones, estómago... y hasta ganglios cerebrales, lo que les sitúa en la franja de animales que experimentan sensaciones, como las cosquillas. De que tienen cosquillas y son muy curiosos, tengo todo un abundante anecdotario que sería prolijo detallar aquí. Lo que me interesa destacar es que, hasta seres tan apreciados por los gastrónomos pero tan despreciados (“¡es lento, como un caracol cojo!”, se oye a veces) por el resto de los mortales, son también 'seres sentientes' ('sentient beings') y forman parte del mundo que compartimos con otras especies animales, incluso humanas.
Cuando pensamos en seres sentientes, la ciencia del Bienestar Animal no excluye a ningún animal; la sentiencia y el reconocimiento de su protección está en relación, la mayoría de las veces, con el rendimiento económico que de los animales se obtiene, pero el respeto por los animales y por sus intereses -lo que constituye el núcleo del Derecho Animal-, no tiene, de entrada, límites por el tamaño, la belleza, el uso que se les dé, o por la proximidad mayor o menor con nuestra vida cotidiana. Otra cuestión es cómo debería articularse hoy en día ese triple aspecto: el respeto social por los animales, las políticas públicas para hacerlo efectivo y la protección jurídica de los animales como seres sentientes, capaces de experimentar dolor y placer, miedo, y también cosquillas y curiosidad, como los caracoles.
Respecto a la protección jurídica de los animales como seres sentientes, reconocidos así por el art. 13 del TFUE, empieza a existir ya una buena literatura jurídica, que recomiendo leer (E. Alonso, M. Lachance, M. Wartenberg...). Pero quisiera referirme a alguna aplicación jurídica del término “sentient beings”, que va abriéndose paso, de forma paulatina, pero cada vez con mayor fuerza en los textos legales.
Se trata de una importante noticia que quisiera destacar a este propósito, como es la reciente declaración de los animales como “sentient beings”, realizada por Nueva Zelanda en una reforma de la ya existente ley de Bienestar Animal del año 1999, que ha sido aprobada por el Parlamento y sancionada el 9 de mayo de 2015.
En efecto, la 'Animal Welfare Amendment Bill' introduce en el título programático de la ley, Part 1 (Amendments to principal Act), una enmienda que obliga a cambiar -y así lo hace- muchos aspectos concretos del texto de la ley. El párrafo 3A dice textualmente:
- “Se reconoce que los animales son seres sintientes”, para, a continuación, introducir la primera consecuencia del establecimiento de tal principio:
- “Se exigirá de los propietarios de animales, y de las personas a cuyo cargo estén aquéllos, que atiendan de forma apropiada al Bienestar de dichos animales”.
Esta observación plantea un giro muy interesante, precisamente hacia cúal puede ser una de las formas de una nueva relación humanos-animales, basada en la sentiencia de los animales, que, aún conservando la estructura de la propiedad, se base en la responsabilidad. Un matiz jurídico no exento de importantes consecuencias prácticas. El texto de la ley, va recogiendo, de forma pormenorizada, en qué aspectos debe tratarse ahora a los animales como seres sentientes. El texto se refiere a aspectos como la manipulación, la definición de las necesidades de bienestar físico y comportamentales de los animales, las condiciones y límites del estudio de los animales y de los tests que se puedan realizar (por cierto, Nueva Zelanda prohibió los tests con animales para la industria cosmética y asimismo, la venta de productos cosméticos testados con animales), establece la obligación de aliviar el dolor, el estrés, el miedo y la enfermedad de los animales, así como establece penas graves para los casos de abuso y maltrato de animales.
Es, a mi juicio, uno de los ejemplos de legislación animal que constituye un referente de buena técnica jurídica, pues define qué es la sentiencia animal y la afirma respecto de todas las especies animales, para, acto seguido, extraer las consecuencias de cúal debe ser el comportamiento y los límites que deben observarse, a la luz de la responsabilidad del ser humano respecto de los animales. Un criterio, el de la responsabilidad, al que iré dedicando mi atención en los próximos meses y que, desde ahora, considero un giro importante en el ámbito jurídico, social y de políticas públicas de trato de los animales como “seres sentientes”.
En este sentido, la declaración de que los animales son seres sentientes está de forma sólida anclada en 'The Cambridge Declaration of Consciusness', un documento preparado y formado por un grupo de respetados científicos ya en Julio de 2012, en el que de forma consistente se afirma que no son sólo los humanos los que tienen capacidades de consciencia y de sentimiento, sino que las estructuras neuronales de muchas especies de animales les hacen ser, al igual que los humanos, conscientes de su situación y capaces de experimentar y realizar comportamientos intencionales.
Este es el programa para muchos países, incluido el nuestro: reconocimiento científico, cambios legislativos, agenda política que incluya a los animales como seres sentientes y una actitud social que pierda el miedo a mostrar bondad y compasión por los animales (¡también los caracoles!), como afirmaba hace poco Matthieu Ricard en ua conferencia celebrada en París el pasado 30 de mayo de 2015, bajo el título 'La Libération Animale et aprés: inventer une société sans exploitation des animaux' y con el siguiente propósito “Il nous incumbe a tous de continuer à favoriser l'avènement d'une justice et d'une compassion impartiales envers l'ensemble des êtres sensibles. La bonté n'est pas une obligation: elle est la plus noble expression de la nature humaine”.