Un viaje a la historia de España a través de cinco de sus pueblos más pintorescos
La geografía española está salpicada por numerosos pueblos con encanto. Lugares que parecen haberse detenido en el tiempo, donde la cultura y la naturaleza se encuentran en perfecta armonía y en los que la historia nos habla de un pasado de esplendor. Pueblos idóneos para desconectar de todo y dedicarse tiempo a uno mismo, disfrutando de la tranquilidad del entorno lejos del bullicio de las grandes ciudades.
Pueblos bonitos hay muchos, pero solo algunos cuentan con el reconocimiento de pertenecer a Los Pueblos Más Bonitos de España, una distinción que premia a localidades con menos de 15.000 habitantes que cuidan con especial atención el cuidado del patrimonio, el urbanismo, la armonía del municipio, su limpieza, la conservación de las fachadas, la circulación de vehículos, el cuidado de flores y las zonas verdes, la actividad cultural programada e incluso la atención a las tradiciones. Almagro, Chinchón, Mojácar, Sos del Rey Católico y Guadalupe son cinco de ellos y, al mismo tiempo, cinco ejemplos perfectos para recorrer diferentes momentos de la historia de España.
Además de ser ricos en patrimonio y de ofrecer una cocina local arraigada, propia del recetario tradicional, son destinos ideales para perderse entre silenciosas calles de piedra y alojamientos en los que olvidarse de todo. La mejor inmersión posible se consigue descansando en edificios singulares y, para ello, Paradores está presente en estos cinco pueblos, así como en siete localidades más que forman parte de esta lista. De manera que su red no solo garantiza siempre un alojamiento de primera, sino que contribuye además a la dinamización de la España vaciada, con un 70% de sus alojamientos en localidades de menos de 35.000 habitantes, tal y como ocurre en estos destinos, donde protege tesoros arquitectónicos y naturales de incalculable valor.
Almagro: el teatro del Siglo de Oro
Declarada Conjunto Histórico-Artístico, la villa de Almagro captura al visitante con su impresionante Plaza Mayor porticada, el Convento de la Asunción, la Casa Palacio Juan Jédler, la iglesia de San Agustín, el Mirador del Silo o el convento de Santa Catalina. Pero si hay algo que no podemos pasar por alto es su corral de comedias del siglo XVII, digno heredero del teatro del Siglo de Oro. De hecho, desde 1979 cuenta con su propio Festival de Teatro Clásico.
Para no romper con el ambiente clásico del pueblo, sino para permitir sumergirse aún más en él, el Parador de Almagro está ubicado en un convento del siglo XVII, lo que le permite ofrecer 14 patios interiores y jardines frutales. El refectorio y la bodega se conservan originales y el entorno monacal es perfecto para disfrutar de la exquisita gastronomía manchega. Berenjenas de Almagro incluidas, claro.
Chinchón: todo un Conjunto Histórico-Artístico
A menos de una hora de Madrid, en plena Vega del Tajuña, se encuentra Chinchón, un pequeño municipio declarado, no sin razón, Conjunto Histórico-Artístico. Aquí la fama se la lleva su Plaza Mayor, una de las más bellas de España, rodeada de más de 200 balcones que en tiempos sirvieron como palco para corridas de toros y representaciones teatrales. Pero tampoco hay que perderse la Casa de la Cadena, la Torre del Reloj, el Castillo de los Condes y el Monasterio de Nuestra Señora del Paraíso, hoy Parador de Chinchón.
Ubicado en semejante emplazamiento, donde se conservan elementos originales como el claustro y la sala capitular, el Parador de Chinchón ofrece visitas para descubrir además otros espacios como el salón doctoral, las caballerizas o el antiguo lavadero. Tiene la peculiaridad de haber convertido una antigua capilla en una habitación y de ofrecer un restaurante donde saborear especialidades locales como el cocido de taba.
Mojácar: una encrucijada de culturas
Mojácar tiene mucho que contar. Desde fuera es famoso por su perfil de casas blancas encaramadas en la colina, con el mar y la sierra de Cabrera como telón de fondo. Pero una vez dentro descubriremos un enclave pintoresco y bohemio, refugio de artistas e intelectuales durante el pasado siglo, donde los arcos y bóvedas de algunos de sus edificios nos hacen pensar en su pasado árabe. Algo que tampoco quiere dejar en el olvido la placa colocada en la plaza de los doce caños, donde se recuerda la rendición del último alcaide islámico, Alavez, reivindicando su condición española, fruto de los siete siglos que su pueblo estuvo allí establecido.
En este caso el Parador de Mojácar se encuentra ubicado a tan solo cinco kilómetros del casco antiguo, ofreciendo espectaculares vistas del litoral almeriense desde sus terrazas y habitaciones. Un lugar perfecto para descansar y, además, disfrutar de platos de tradición marinera como la cuajadera de sepia o el arroz garruchero.
Sos del Rey Católico: la Edad Media, hoy
Sos del Rey Católico, originario del siglo X, no necesita presentación. Este pueblo medieval ubicado en la comarca de las Cinco Villas, en Zaragoza, es sin duda uno de los más bonitos de España y siempre merece la pena visitarlo. Un villa amurallada con siete puertas de acceso que rezuma historia por sus cuatro costados, pues fue aquí donde nació el rey Fernando el Católico en 1452. Además de visitar el Palacio de Sada donde nació el monarca, también podemos recorrer su antigua judería, acercarnos a la lonja medieval, hoy biblioteca, y a la iglesia de San Esteban para ver su cripta.
Para descansar, reponer fuerzas y seguir absorbiendo la esencia de este lugar podemos alojarnos en el Parador de Sos del Rey Católico, instalado en una casa solariega aragonesa para mimetizarse con la atmósfera histórica del pueblo. Su restaurante es además el lugar indicado para saborear la auténtica cocina aragonesa, con platos que rinden homenaje al Ternasco de Aragón y a las hortalizas locales.
Guadalupe: Patrimonio de la Humanidad
Ubicado en pleno Geoparque Mundial de la UNESCO Villuercas-Ibores-Jara, Guadalupe es uno de los pueblos más emblemáticos de toda Extremadura. Es mundialmente conocido por el Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, donde Colón se reunió con los Reyes Católicos y éstos le ofrecieron las tres míticas carabelas. Pero además siempre es interesante dejarse llevar por sus calles empedradas para encontrar pequeñas plazas y numerosas fachadas con balcones cuidados, floridos y llenos de esplendor.
Para integrarnos aún más con la monumentalidad del pueblo, aquí el Parador de Guadalupe ocupa dos edificios históricos: el Hospital de San Juan Bautista y el Colegio de Infantes, ambos del siglo XIV. Rehabilitados para albergar este alojamiento, entre sus claustros, jardines y habitaciones encontramos una atmósfera mística y serena, y en su restaurante la mejor cocina local con platos como el zorongollo y las migas extremeñas.