Entre mil y tres mil billones de estos seres sintientes e inteligentes mueren en unas condiciones terribles, en un completo silencio. Es el caso de cientos de billones de cefalópodos, pulpos, calamares, sepias e innumerables crustáceos, langostas, cangrejos y gambas, tal y como explica en su capítulo 19 el informe de Alison Mood Worse things happen at sea: the welfare of wild-caught fish, publicado en 2010.
En el corazón del sistema especista
Nuestras sociedades son especistas. Sobre la base del capricho, nos arrogamos el derecho a elegir si viven o mueren los otros seres sintientes que habitan en este planeta. La razón y la justicia parecen exigir que tengamos en cuenta los intereses, no solo de los seres humanos, sino de todas las criaturas capaces de poseerlos; es decir, todos aquellos seres con la capacidad de sufrir y de disfrutar, señalado ya en 1975 por el filósofo Peter Singer en su libro Liberación Animal, publicado en castellano por Taurus en 2011.
Para los animales, tanto los humanos como los no humanos, lo que experimentamos es lo que tiene importancia para nosotros. La ética consiste en tomar a los demás -sus vidas- en consideración, respetando la importancia que sus experiencias tienen para ellos.
Cuando imponemos nuestro dominio sobre todos los seres y cosas, creemos estar en el centro y la cima del mundo, e ingenuamente vemos a los demás animales como más o menos lejanos, o más o menos inferiores. Nuestro especismo rezuma egolatría: los otros seres sintientes son tomados en serio (al menos un poco) siempre y cuando se parezcan a nosotros, ya sea debido a su apariencia, su comportamiento, la forma en que se comunican, etc.
De este modo, tendemos a atribuir a los (grandes) mamíferos una mayor importancia que a los pájaros, quienes a su vez nos parecen más evolucionados que los reptiles. En consecuencia, los peces son considerados animales primitivos e inferiores, equipados con capacidades rudimentarias. Puesto que viven bajo el agua, y apenas vocalizan o interactúan con nosotros, son relegados a los márgenes de nuestra percepción del mundo (Joan Dunayer, Fish: Sensitivity Beyond the Captor’s Grasp).
No incitan ni curiosidad ni compasión. No pensamos acerca de sus experiencias ni nos preguntamos cómo son sus vidas. Aunque los grandes mamíferos son “simplemente animales”, y por esa razón sus intereses son desatendidos, no dejan de estar mínimamente presentes en nuestras vidas, por lo menos como trofeos sobre los que es posible alardear o a los que uno puede jugar a matar. Los peces, por lo contrario, no parecen siquiera existir: su sufrimiento, la matanza de la que son víctimas, son recibidos con total indiferencia. Son considerados simples recursos, como si fueran minerales que extraer, plantas que cultivar o poco más que una opción gastronómica entre otras.
Más allá de los estereotipos, los individuos
Si no nos tomamos la molestia de mirar tras el telón de estas cómodas representaciones, no podemos concebir a los peces como individuos. Sin embargo, los estudios etológicos sobre peces llevan acumulándose durante décadas, mostrando que los peces sufren dolor, tienen complejas vidas sociales y una inteligencia comparable a la de los vertebrados terrestres. (Sobre la etología de los peces puede consultarse un libro de referencia de Wiley-Blackwell, Fish cognition and behavior. También un best-seller del que existe traducción al castellano: El ingenio de los peces, de Jonathan Balcombe, publicado por Ariel en 2018).
La realidad de los peces es más rica de lo que nuestras percepciones inmediatas sugieren. Son capaces de sufrir, y este es un hecho que ignoramos. La subjetividad, sensaciones y emociones de otros seres sintientes son tan reales como las nuestras. Cualquiera que haga el esfuerzo de pensar en todo lo que tienen que soportar los peces acabará aturdido por su sufrimiento, cuyo eco resuena a través de un muro de alentadoras mentiras, cuyo único propósito es esconder y suavizar la realidad.
Una parte importante de los peces que son capturados en cualquier parte del mundo sufrirá una larga agonía antes de morir. Capturados en las profundidades del mar y aplastados por el peso de los demás peces en el interior de las redes de pesca, sus cuerpos explotan literalmente a causa de la descompresión: la vejiga y el estómago saliendo disparados de sus bocas, los ojos escapándose de sus cuencas. Muchos de ellos, no obstante, aún siguen con vida cuando llegan a los muelles. Algunos, destripados, se retorcerán durante media hora hasta morir; a veces, hasta una hora. Otros, asfixiados, solo conseguirán morir tras una hora, o incluso tres, de agonía, tal y como señala Alison Mood en el informe mencionado.
El modo en que tratamos a los peces plantea una de las cuestiones morales más urgentes de nuestra época. Es en el mar donde los humanos generamos el mayor sufrimiento. Como individuos, deberíamos dejar de comer peces. Como sociedad, debemos exigir la prohibición de la pesca y la piscicultura, y que se implementen políticas de empleo alternativas para quienes trabajan en el sector.
La campaña mundial 'Otra Perspectiva sobre los Peces' ('Another Perspective on Fish'Another Perspective on Fish) tiene como objetivo concienciar acerca de los animales acuáticos sintientes como individuos cuyos intereses requieren consideración moral. Esta campaña marca el camino hacia la Jornada Mundial para el Fin de la Pesca, que en 2019 se celebrará el próximo 30 de marzo.
Traducción: Pablo Magaña
Este artículo ha sido firmado por los siguientes especialistas:
Françoise Armengaud, filósofa, M. C honoraria, Universidad de Paris X – Nanterre (Francia)
Christiane Bailey, doctoranda en Filosofía, Universidad de Montreal, Quebec (Canadá)
Jonathan Balcombe, etólogo, autor de What a Fish Knows (Estados Unidos)
Judith Benz-Schwarzburg, filósofa, Unidad de Ética y Estudios Animales y Humanos, Instituto de Investigación Messerli, Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria)
Jonathan Birch, profesor asociado de Filosofía, London School of Economics (Reino Unido)
Yves Bonnardel, ensayista, investigador asociado, SFR Pensée critique, Grenoble (Francia)
Sabine Brels, doctora en Derecho, directora del proyecto Global Animal Law (GAL)
Florence Burgat, filósofa, directora de investigación, Instituto Nacional para la Investigación Agronómica (Francia)
Paola Cavalieri, filósofa, co-editora del Proyecto Gran Simio (Italia)
Stephen R. L. Clark, filósofo, profesor emérito, Universidad de Liverpool (Reino Unido)
Emilie Dardenne, profesora de Inglés y Estudios Animales, Universidad de Rennes 2 (Francia)
Nicolas Delon, filósofo, investigador post-doctoral, Universidad de Chicago (Estados Unidos)
Élise Desaulniers, escritora, Quebec (Canadá)
Philippe Devienne, veterinario y filósofo (Francia)
Sue Donaldson, filósofa, escritora y activista (Canadá)
Mylan Engel Jr., profesor de Filosofía, Northern Illinois University (Estados Unidos)
Robert Garner, profesor de Teoría Política, Universidad de Leicester (Reino Unido)
Martin Gibert, filósofo, investigador, Universidad de Montreal, Quebec (Canadá)
Valéry Giroux, abogada, filósofa y coordinadora del Centro de Investigación en Ética de Montreal, Quebec (Canadá)
Astrid Guillaume, profesora de semiótica, Universidad Sorbona, co-presidenta de la Sociedad Francesa de Zoosemiótica (Francia)
Laurence Harang, profesora y doctora en Filosofía (Francia)
Stevan Harnad, profesor de Ciencia Cognitiva, Universidad de Quebec en Montreal (Canadá)
Catherine Hélayel, abogada, presidenta de la Animal, Justice and Law Association (Francia)
Oscar Horta, profesor de Filosofía, Universidad de Santiago de Compostela, y cofundador de Animal Ethics (España)
Ramona Ilea, profesora asociada y jefa del departamento de Filosofía, Pacific University, Oregon (Estados Unidos)
François Jaquet, filósofo, investigador postdoctoral, Universidad de Birmingham (Reino Unido)
Kathie Jenni, profesora de Filosofía y directora del programa Human-Animal Studies, Universidad de Redlands (Estados Unidos)
Robert C. Jones, profesor asociado, California State University (Estados Unidos)
Will Kymlicka, profesor de Filosofía, Universidad de Queen’s, Kingston (Canadá)
Renan Larue, profesor de Literatura, Universidad de California, Santa Barbara (Estados Unidos)
Thomas Lepeltier, ensayista, fellow asociado, Oxford Centre for Animal Ethics (Reino Unido)
Ninon Maillard, historiador del Dereho, Universidad de Nantes (Francia)
Jeffrey Masson, autor de varios libros sobre la vida emocional de los animales (Reino Unido)
Josh Milburn, filósofo, Universidad de York (Reino Unido)
Susana Monsó, filósofa, Unidad de Ética y Estudios Animales y Humanos, Instituto de Investigación Messerli, Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria)
Richard Monvoisin, doctor en Ciencias Didácticas, codirector del SFR Pensée critique, Grenoble (Francia)
David Olivier, filósofo (Francia)
Eze Paez, investigator postdoctoral, Centre for Ethics, Politics and Society, Universidad de Minho (Portugal)
Angie Pepper, investigadora postdoctoral, CRE, Universidad de Montreal, Quebec (Canadá)
Pierre-Yves Quiviger, filósofo y profesor, Universidad de Niza Sophia Antipolis (Francia)
Philippe Reigné, profesor de Derecho, Conservatorio Nacional de Artes y Oficios (Francia)
Matthieu Ricard, monje budista y escritor (Nepal)
Bernard E. Rollin, professor emérito de Filosofía, Ciencias Animales, Ciencias Biomédicas, bioético, Colorado State University (Estados Unidos)
Mark Rowlands, escritor, profesor de Filosofía, Miami (Estados Unidos)
Alain Roy, doctor en Derecho, facultado de Derecho, Universidad de Montreal, Quebec (Canadá)
Carl Saucier-Bouffard, profesor de Humanidades, Dawson College, Montreal, Quebec (Canadá), y fellow del Oxford Centre for Animal Ethics
Pierre Sigler, autor especializado en la neurociencia y etología cognitiva de los peces (Francia)
Peter Singer, profesor de Bioética, Universidad de Princeton (Estados Unidos)
Enrique Utria, filósofo, investigador postdoctoral, Universidad de Rouen (Francia)
Tatjana Visak, filósofa moral, Universidad de Mannheim (Alemania)
Dinesh Wadiwel, teórico político, Universidad de Sídney (Australia)
Steven M. Wise, abogado, profesor, escritor, presidente del Nonhuman Rights Project (Estados Unidos)