Por qué reconocer a los grandes simios como personas no humanas
Hay quienes creen que los términos “ser humano” y “persona” significan lo mismo, pero no es así. Para ser “humano” es necesario y suficiente que alguien o algo tenga ADN de Homo sapiens. Sin embargo, las condiciones necesarias y suficientes para ser persona varían con la disciplina que estemos considerando. En derecho se habla de la personalidad jurídica de las fundaciones o las empresas; en teología, de personas no humanas como los ángeles o las tres personas de la Santísima Trinidad (sólo una de las cuales tendría ADN de Homo sapiens); en psicología se habla de las capacidades emocionales e intelectuales que los niños adquieren a cierta edad; y en ética se habla de las personas como agentes morales, con sus derechos y obligaciones.
Los humanos con ciertas enfermedades, o en coma, carecen total o parcialmente de los atributos de las personas que en cambio exhiben, aunque en distinto grado, todos los homínidos o grandes simios (chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes), que emotiva y cognitivamente pueden compararse con niños de dos años. Es cierto que tienen 48 cromosomas y más pelo, pero también hay humanos con 44, 45, 46, 47, 48 y 49 cromosomas, más pelo y otras diferencias, y no dejan por ello de ser personas.
A tenor de consideraciones como las anteriores, y del deseo de ayudar en las luchas y reivindicaciones prácticas que desarrollan asociaciones como Proyecto Gran Simio, un grupo de filosófas/os, juristas y científicos/as nos hemos animado a redactar el manifiesto cuyo texto se reproduce abajo, acompañado de las primeras firmas ya recabadas.
Como señaló hace más de un cuarto de siglo el gran jurista y teórico de la política italiano Norberto Bobbio, “extendiendo la mirada más allá de nuestro tiempo, se vislumbra la extensión de la esfera del derecho a la vida de las generaciones futuras, cuya supervivencia está amenazada por el crecimiento desmesurado de las armas cada vez más destructivas, y a sujetos nuevos, como los animales, que la moralidad común ha considerado siempre como objetos o, como máximo, sujetos pasivos, sin derechos”. El ser humano es “el tercer chimpancé”, como diría Jared Diamond, o el quinto gran simio: mirarnos en los ojos de alguno de los grandes simios no humanos es encontrar a un ser muy semejante a nosotros, y supone un correctivo necesario para nuestro destructivo narcisismo de especie.
MANIFIESTO
Reconozcamos a los grandes simios como personas no humanas
A menudo se corrige un uso lingüístico popular, “personas humanas”, señalando la redundancia: todas las personas son humanas. De hecho no es estrictamente así (hemos concedido personalidad jurídica a fundaciones o empresas, y para los creyentes existen personas divinas), pero creemos que ha llegado el momento de corregir la corrección en un sentido nuevo y muy importante.
La primatología es una ciencia muy joven: apenas hace unos pocos decenios que hemos comenzado a averiguar quiénes son de verdad nuestros parientes biológicos vivos más cercanos (bonobos, chimpancés, gorilas y orangutanes: los grandes simios). Y lo que hemos ido sabiendo no ha dejado de sorprendernos: en sus elevadas capacidades emocionales y cognitivas reconocemos a seres muy cercanos a nosotros mismos.
Hace años, Joseph Fletcher (1905-1991), uno de los fundadores de la moderna bioética, ofreció un exhaustivo y bien conocido conjunto de quince atributos para definir la personalidad humana: inteligencia mínima, autoconciencia, autocontrol, sentido del tiempo, sentido del futuro, sentido del pasado, capacidad para relacionarse con otros, preocupación y cuidado por los otros, comunicación, control de la existencia, curiosidad, cambio y capacidad para el cambio, equilibrio de razón y sentimientos, idiosincrasia y actividad del neocórtex. Hoy sabemos que todos los grandes simios, y no sólo los seres humanos, poseemos estos quince atributos de la personalidad (aunque en diferente grado: la autoconciencia de un gorila es sin duda más simple que la de un ser humano).
Todos los homínidos (humanos y grandes simios) tenemos vidas tan largas, ricas e interesantes, y tantos planes y expectativas, que nos roban algo muy valioso si nos quitan la vida. Trabamos además lazos afectivos tan intensos que nuestra muerte atormentará a familiares y amigos. Nuestra memoria emocional a largo plazo hará que recordemos siempre padecimientos y torturas; nuestra preocupación por los demás hará que temamos el sufrimiento de nuestros seres queridos; y nuestra capacidad de proyectarnos en el futuro nos hará temer el regreso del verdugo y las consecuencias de lo que nos hará. Nos sentimos indignados cuando nos encarcelan sin razón y nos fuerzan a tener una vida distinta de la que deseábamos. Y siendo seres intensamente sociales, curiosos y culturales, con cerebros diseñados para procesar continuamente nuevos datos, en una celda podemos morir de aburrimiento y soledad, como si fuésemos enterrados en vida.
De manera que no está justificado (aunque se explica por la omnipresencia de un prejuicio de especie) tratar a los grandes simios como cosas en nuestros ordenamientos normativos (legales, políticos y morales). Por otra parte, sin dar un salto en la difusión social de valores como la biofilia y la sustentabilidad, las perspectivas de futuro de nuestra propia especie son muy sombrías en un mundo sometido a la severa crisis ecológico-social que hemos causado nosotros mismos. Ampliar la comunidad moral más allá de la barrera de nuestra especie, no sólo sobre la base del reconocimiento de capacidades de los grandes simios, sino también atendiendo a la obligación moral de respetar la vida de los animales sintientes, que son sujetos de su propia vida, y de no dañar a los seres que pueden ser dañados, supondría un avance decisivo en ese deseable cambio valorativo.
Todos los homínidos somos personas y la ley debe tratarnos como tales y no como cosas. Por todo ello, los abajo firmantes pedimos el reconocimiento de los grandes simios como personas no humanas, y apoyaremos activamente los cambios legales necesarios para tal reconocimiento.
(Para adherirse a este manifiesto pueden ponerse en contacto con Pedro Pozas en nautilusmar@yahoo.es)
PRIMERAS ADHESIONES: