Este viernes pasado llegaba la llamada vía satélite de Alex Txikon y Ekaitz Maiz instantes después de las 6 de la tarde (9 de la noche el Pakistán) desde la cumbre de la Torre Sin Nombre (6.251 m.). Alex Txikon, aún con la voz entrecortada por el cansancio y el frío apenas lograba articular palabra. “¡¡Kaixoooo!! Acabamos de llegar a la cima. ¡Estamos en la cumbre de la Torre Sin Nombre! Salimos ayer a las seis de la mañana. Hemos descansado unas horas en la ‘sunny terrace’ y hemos seguido hasta arriba del tirón. Nos han salido 29 largos. Es una vía increíble, preciosa, aunque ha sido muy, muy duro, pero ha merecido la pena. No se puede comparar pero nos hemos sacado la espina del mal sabor de boca que nos quedó tras bajarnos de la ‘Bhusido’. ¡Y te dejo porque hace un frío que pela!”.
Alex Txikon y Ekaitz Maiz tomaron la decisión de intentar Eternal Flame durante el descenso de la Gran Torre Sin Nombre el pasado miércoles. Aunque decidieron que iba a ser una escalada para ellos, introspectiva, después de la frustración que les había producido tenerse que bajar de la vía Bushido en la cara Noroeste de la Gran Torre Sin Nombre (2.686 m.). Por eso no quisieron anunciarlo con antelación. Y de ahí lo inesperado de su llamada.
Eternal Flame es una de las vías más históricas de la escalada en las grandes paredes. Fue abierta en 1989 por los alemanes Kurt Albert, Wolfgang Güllich, Christof Stiegler y Milan Sykora. Con 1.000 metros de longitud, fue una vía visionaria, con dificultades en libre de 7b+ (impensable para la época en una gran pared) y A2.