Juan Diego Amador y David Pérez coronan el pico “Islas Canarias” (6.025 metros), en el Himalaya Indio
Juan Diego Amador y David Pérez acaban de abrir Don’t sleep a una nueva cima en el Himalaya Indio que han bautizado como pico “Islas Canarias” (6.025 metros). Tras un intenso mes de trabajo en la montaña y muchos de preparación, los alpinistas han logrado escalar una cumbre que permanecía sin ser ascendida hasta la actualidad.
Si pudiéramos definir la aventura como la capacidad de dar respuestas y soluciones a las incertidumbres que supone recorrer un terreno desconocido, sin duda este reto ha supuesto una aventura sobresaliente para Juan Diego y David, pues apenas contaban con un croquis, algunas fotografías y unos pocos testimonios.
Podríamos denominar como montaña a una elevación del terreno, pero en el caso de los alpinistas les interesa sobre todo sus formas y líneas. Así que Amador y Pérez necesitaron una semana para encontrar una montaña estéticamente seductora y con un terreno digno para una gran ascensión.
Finalmente instalaron el campo base a 4.700 metros de altitud y el Campo 1 avanzado justo enfrente de la pared. Desde este punto hasta la cima estimaban que la montaña tendría aproximadamente 1.000 metros de desnivel.
Después de dos semanas de espera a causa del mal tiempo, el fin de semana pasado los alpinistas observaron una ligera mejoría y prepararon su primer intento a cumbre. La estrategia a seguir sería escalar lo más rápido posible y salir de noche para evitar la caída de aludes y piedras desde la parte alta de la montaña. Escalarían a estilo alpino, siempre hacia arriba y porteando solo el material necesario para escalar. Sin conocer el terreno al que se dirigían, estimaban poder realizar el intento a cumbre en torno a 10-15 horas.
En palabras de Amador: “decidimos salir de la tienda a las 3:00 de la madrugada. En ese momento la noche estaba algo cubierta, pero nos animamos a intentarlo porque por fin había dejado de nevar y prácticamente no soplaba el viento”.
Desde el primer momento a Juan Diego y David les sorprendió el comportamiento de la meteorología. Para esta temporada esperaban buen tiempo. De hecho, estadísticamente hablando, el monzón se retira a finales de agosto y dominan los vientos provenientes de la meseta tibetana, fríos y secos. Sin embargo, desde los primeros días el comportamiento de la atmósfera era algo atípica; las mañanas amanecían despejadas, pero a medio el día el aire comenzaba a cargarse de humedad y las nubes de evolución terminaban por cubrir el cielo que cada dos o tres días precipitaba en forma de nieve. Este comportamiento de la meteorología preocupaba a los alpinistas, no tanto por el frío, sino porque poco a poco la montaña se seguía cargando de nieve y esto suponía un riesgo alto de aludes, algo realmente peligroso, sobre todo cuando la montaña se encuentra tan alejada de cualquier opción de rescate.
Juan Diego comenta que en “las primeras horas de escaladas todo transcurrió con normalidad, progresábamos a buen ritmo, alternándonos los largos de cuerda y el hielo era de muy calidad como para ascender seguros. Pero a medida que ganábamos altura el hielo era cada vez más negro, es decir, de peor calidad, lo que nos fue ralentizando. Cuando llegamos a la zona de mixto íbamos fuera del mejor horario previsto y teníamos por delante la sección con mayor exposición. En este momento David tomó la iniciativa y decidió liderar los largos de mixtos, pues es un terreno en el que se desenvuelve mejor que yo.”
En alpinismo por exposición entendemos en qué medida los deportistas se exponen a los riesgos implícitos en la montaña (aludes, caída de piedras, inestabilidad del terreno por el que progresa, etc.) y en caso de accidente las posibilidades de ser auxiliado o rescatado. En esta expedición el grado de exposición ha sido alto, pues los alpinistas están solos en el macizo y los únicos que cuentan con conocimientos técnicos de alpinismo son Amador y Pérez, por lo que en caso de sufrir algún accidente no podrían ser rescatados. Por otra parte, el hospital más cercano se encuentra a dieciocho horas de coche de la montaña donde han escalado. De todo esto han sido perfectamente conscientes, tanto por su trayectoria deportiva como por su experiencia profesional como guías de montaña, por lo que buena parte del éxito de esta expedición ha dependido de que gestionaran responsablemente el riesgo.
David Pérez confirma que “sin duda la sección de mixto fue expuesta. Bloques enormes de granito se alternaban con placas de hielo de muy poca profundidad y nieve sin cohesión. En esas condiciones normalmente tanto los tornillos como los seguros flotantes realmente son más psicológicos que para asegurar una posible caída. Aun así, pudimos hacer un buen trabajo en esa sección y logramos escalar con bastantes garantías. Personalmente fue el tramo que más disfruté, pues el terreno mixto es lo que más me gusta, me parece realmente divertido ir resolviendo los problemas que te presenta la pared, metro a metro. Pero lo cierto es que desde el Campo 1 parecía que esta sección era menos complicada de lo que resultó ser. Por mucho que queríamos escalar rápido las horas volaban y el tiempo empezaba a empeorar…”.
Cuando Amador y Pérez habían superado la zona de terreno mixto eran las 16:00 horas y en ese momento ya deberían estar en la cumbre, sin duda iban con mucho retraso. Uno de los puntos críticos en cualquier hazaña de este tipo es saber renunciar a la cumbre a tiempo. En este momento los alpinistas aprovecharon para tomar resuello y decidir qué hacer, tenían dos opciones: abortar en ese momento y descender por la misma vía, o continuar hacia la cumbre aceptando la posibilidad de vivaquear cerca de ella. Finalmente se decidieron por la última, según Amador “porque estábamos muy bien aclimatados y ambos sabíamos a lo que nos exponíamos, además habíamos superado el punto de no retorno. No sería la primera vez que dormíamos en una cueva de hielo, o en el peor de los casos al raso. Nuestra única preocupación era que no bajaran demasiado las temperaturas”.
Continuaron escalando hasta los primeros seracs, a unos doscientos metros de la posible cumbre, cada vez más lentos, pues la altura les hacía mella y después de doce horas en la pared el cansancio empezaba a brotar. En torno a las 19:30 se encontraban debajo del último muro. Pérez declara “que esta sección la recuerda como la más ingrata, pues en las zonas de hielo realmente costaba mucho asegurarnos, mientras que debajo de los muros se acumulaba un gran paquete de nieve, por lo que nos hundíamos hasta por encima de la rodilla. Aquí la progresión fue realmente lenta”.
La última sección de la montaña era una verdadera incógnita para Juan Diego y David, pues desde la base era muy difícil adivinar qué tipo de terreno se encontrarían. Definitivamente, cuando lograron superar los seracs ya era de noche, de nuevo progresaban con las linternas frontales y se dirigían a una arista que conducía a un pequeño plateau. Finalmente, a las 20:30 avistaban los últimos metros camino a un triángulo de roca a modo de hito de cumbre, por fin lo habían logrado, habían tardado 17 horas en ascender a este pico en el que por primera vez alguien coronaba.
Amador declaraba que “la sensación de estar progresando por un terreno en que éramos los primeros es única, no por el simple hecho de ser el primero, sino por la revelación que supone cada paso, esto es aventura en el más amplio sentido de la palabra; cada metro ascendido supone un descubrimiento. Es como si de repente te conectaras con todos aquellos seres humanos que han convivido con el impulso de descubrir… Ha sido realmente una de las sensaciones más hermosas que me ha regalado la montaña”.
Tras llegar a la cima a los alpinistas les quedaba por delante una larga noche. Inevitablemente tuvieron que vivaquear unos metros antes de la cumbre, pues bajar con el cansancio acumulado tras el enorme esfuerzo y de noche sería un suicidio. Así que optaron por sentarse sobre sus mochilas y disponerse a que la noche pasara lo más rápido posible. David comentaba “que sin duda ha sido la noche más dura que he pasado en altura. No teníamos más refugio que una pequeña manta térmica que terminó hecha jirones a media noche. La temperatura calló en picado hasta los -15ºC, nevaba continuamente y no pensaba en otra cosa que en volver a ver el sol”. Amador por su parte manifestaba que “ha sido el peor vivac en mi trayectoria. Honestamente, a priori creí que ese vivac no iba a ser tan duro. Pero a media noche nos quedamos literalmente a la intemperie a 6.025 metros y con unas temperaturas realmente bajas. Decidimos que cada veinte minutos deberíamos ponernos en pie y caminar un poco para desentumecernos y evitar posibles congelaciones, poco a poco la noche fue pasando hasta que por fin a las 6:00 amaneció”.
Ahora les quedaba bajar, quizás lo más delicado de cualquier ascensión. Buscaron varias alternativas, incluso descender por la vertiente opuesta, pero ninguna de las opciones les pareció realmente segura, fundamentalmente porque la montaña estaba cargada de nieve. Decidieron descender los primeros metros por la arista del día anterior. Al final de estas aprovecharon un conjunto de canales con roca compacta para ir rapelando. El día cada vez se cubría más y no paraba de nevar. La última sección del descenso fue realmente delicada. David comentaba que “a poco tiempo de empezar a nevar empezó a caernos encima pequeñas purgas. Temíamos que acumulara demasiado y la cosa fuera a más. Por suerte soplaba algo de viento y la montaña iba descargando poco a poco. Aun así, tanto Diego como yo provocamos algunos aludes de placa que no pasaron de un buen susto.”
Finalmente, a las 20:15 horas y tras 43 horas de actividad, exhaustos pero felices se reunían con Jorge Rojas en la tienda del Campo 1, quien estaba tremendamente preocupado por no tener noticias de sus compañeros desde el día anterior, cuando los avistó cerca de cumbre. Ahora sí que lo habían conseguido, pues, al fin y al cabo, la cima es la mitad del camino. Amador, Pérez y Rojas habían escrito un capítulo de aventura intensa, de alpinismo auténtico y de verdadera exploración.
Juan Diego Amador declaraba que “sin duda alguna ha sido una de las ascensiones más comprometidas que he realizado, similar a cualquiera de los ochomiles que he ascendido. Aquí hemos estado solos y a muchísimos kilómetros de cualquier opción de rescate o auxilio. Escalar en estas condiciones es estar continuamente expuesto a que cualquier contratiempo pueda terminar en un desenlace trágico. Además, esta pared de mil metros de desnivel reúne algunos de los terrenos más comprometidos, diversos, complejos y divertidos que pueda desear cualquier alpinista, pero requiere aplicarse a fondo, progresar lo más rápido posible y no descuidar la seguridad en ningún momento. En este sentido ha sido un auténtico placer escalar con David, nos hemos entendido a la perfección, cada uno ha aportado lo mejor que ha podido dar y el resultado ha sido fantástico. Es joven pero muy fuerte y cada vez con una técnica y una experiencia más depurada, a buen seguro nos dará muchas alegrías en este deporte”.
Finalmente, David manifiesta sentirse realmente satisfecho por la escalada realizada. “Sabía que no iba a ser fácil, pero confiaba mucho en la experiencia de Diego en el Himalaya y por mi parte llevo unos años dedicado a mejorar técnica y físicamente, centrándome en proyectos que para mí son de dificultad”. Tanto Amador como Pérez coinciden en que la graduación de la ruta ascendida es MD (900, V, 75º M3+/4). Las coordenadas de la cumbre son 33º12’45“ N, 76º51’20” E, y una altitud según los altímetros de 6.025 metros.
Por último, Juan Diego Amador confirma que desde la India Mountannering Fundation han tramitado su solicitud para que la montaña ascendida quede registrada para el alpinismo internacional como “Islas Canarias” y la vía como Don’t Sleep. Con este gesto Amador quiere homenajear a todos los montañeros de su tierra natal y agradecer a sus patrocinadores e instituciones el apoyo recibido durante su dilatada trayectoria deportiva. En cuanto al nombre de la ruta, David Pérez refleja con él “la importancia de escalar rápido y seguro en este tipo de paredes, además de algunas anécdotas que vivieron durante la escalada”.