Félix no ha faltado a la cita de la 42 Régil. La tormenta ciclónica se quedó dos días por los Picos y con ella la organización de la veterana prueba de esquí tuvo no pocos quebraderos de cabeza para conseguir llevar a los esquiadores a la nieve.
La noche estuvo a la altura de lo esperado: el viento ululando en el circo de Remoña y ni pensar qué haría por la Peña Vieja y esas alturas de los Picos; la lluvia casi incesante, fuerte a ratos; la temperatura sólo fresca de unos 7 grados.
Y amanecía bajo un cielo encapotado, pero, menos mal, que enseñaba algunos claros tras los que se veía el azul, como si quisiera animar a los esquiadores. Y luego la méteo se portaría, pero solo después de que los técnicos del teleférico de Fuente Dé confirmaran que no se podría utilizar para llevar a nadie allá arriba.
Plan B por tanto. Caminando desde las praderas bajo Remoña salían los doscientos esquiadores para caminar barro y bosque hacia las portillas de Iguedri. Un poco más allá podían calzarse los esquís, pero allí el viento era muy, muy fuerte. El sol acompañaría, pero los controles que iban a esperar en el pico de la Padiorna a los participantes ni siquiera podían pasar de Lloroza, les tiraba literalmente el viento. Ni siquiera ir más allá de la Horcadina de Covarrobres ha sido posible.
Pero, con una tregua entregada por las nubes, sol en compañía, nieve flojita y muy buen ambiente los esquiadores se subían por Áliva y la ermita de las Nieves hasta la horcadina, repetían dos veces ese trayecto los que debían hacer el recorrido largo, quita pieles, pon pieles... Y, como era de esperar en meta, llegaban primero la pareja formada por el castellano Manuel Merillas y el francés Wilfrid Jumère. Uno especialista en subidas, el francés arriesgando más en las bajadas, su equipo se batía directamente con los que entraban segundos en meta; el equipo intregrado por Luis Alberto Hernando y Diego Gómez, de la Guardia Civil. Ninguna duda para las mejores chicas: las vascas Igone Campos y Lide Leibar.
Pero el premio Andres de Régil nos entrega al primero en la meta, sino a aquel que mejor representa los valores que quiere transmitir la prueba, y sí, Manuel Merillas Moledo había entrado el sábado el primero en meta, junto al francés Wilfrid Jumère, en un rellano blanco ubicado en un magnífico paraje hundido entre los relieves de la Peña Vieja y el imponente macizo del Cornión con el pico Jiso en su cumbrera. Pero, no era la primera vez que lo hacía en los Picos de Europa, tampoco en la Copa Régil, en la que sería el primer clasificado en categoría senior en 2015, aunque entonces la Copa fue para otro. Quizás fue esa doble victoria, quizás ver en Merillas un deportista íntegro, quizás encontrarlo con capacidad para demostrar que tampoco las culturas ni las lenguas separan al deporte, ni al alpinismo, ni a la pasión por las montañas, las que llevaron a los organizadores de la Régil a concederle el trofeo. No explicaron sus argumentos, pero no fue necesario ante los más de 200 esquiadores que aplaudían a Merillas tras la cena en el hotel Valdecoro de Potes. Antes habían repartido el resto de trofeos y regalos, también los del Campeonato de esquí-alpinismo de Euskadi, en el Centro de Estudios Lebaniegos.